A 45 años del golpe cívico-militar, presentamos un pequeño recorrido por las conquistas del movimiento estudiantil durante los años previos al golpe genocida
Domingo 21 de marzo de 2021 13:24
A fines de los ’60 Latinoamérica y en el mundo vivieron un auge revolucionario, que se abrió con la revolución cubana de 1959, las protestas estudiantiles en México en 1965, el mayo francés del ´68 y en Argentina con el proceso de radicalización de masas que supuso el Cordobazo en 1969, donde obreros y estudiantes desafiaron a la dictadura de Onganía.
Esta nueva unidad marcó el proceso de organización estudiantil que cuestionó profundamente la realidad que se vivía y en particular el régimen de la universidad, haciendo una crítica hacia la enseñanza de estas instituciones y su carácter elitista.
Uno de los primeros hitos que protagonizaron los estudiantes en los primeros años de la década del 70 fue cuando se organizaron contra los exámenes de ingreso en la carrera de medicina y ciencias económicas:
“El 26 de febrero por la tarde, los estudiantes de Económicas se reunieron en el colegio Martín Zapata. Arrojaron gamexane en las aulas donde se iba a desarrollar el examen, impidiendo que se tomara la segunda prueba de ingreso. Entre insultos y cánticos, impidieron el acceso al interventor Espinosa. Una columna de cien estudiantes de Políticas se hizo presente en solidaridad. Al poco tiempo estallaron los enfrentamientos, cuando un piquete de federales comenzó la represión.” [1]
El reclamo era porque la universidad que no tenía mucho que ver con las necesidades del pueblo y con los tiempos de lucha que se vivían.
“Desde el comienzo, se destacó la necesidad de unidad entre los estudiantes de medicina y los aspirantes al ingreso, porque tanto estas pruebas como los requisitos de condicionalidad eran medidas limitacionistas. Expresaban que las materias del ingreso “No hacen a la carrera médica, solo sirven para evitar que se formen médicos que el gobierno no necesita pero el pueblo sí” [2]
Este ejemplo, gráfica muy bien cómo en los años luego del Cordobazo, los estudiantes luchaban por una universidad al servicio del pueblo y abierta a este, con profesionales con perfiles comprometidos con la lucha de los trabajadores y en estrecha relación con los reclamos de estos. En la provincia, el ejemplo de esta unión obrero-estudiantil lo culmina el Mendozazo en abril de 1972.
En los años siguientes se profundizó la organización de estudiantes en instancias de participación y discusión sobre los planes de estudio, las bibliografías, los planteles docentes donde la iglesia y el oscurantismo tenían injerencia, se opone un perfil más social y crítico como en la facultad de artes y filosofía y letras. Pero para esto había que enfrentarse a los grupos más conservadores que manejaban la universidad desde hacía décadas.
En este proceso se conformaron los juicios académicos públicos, impulsados por la organización de los cuerpos de delegados estudiantiles, donde se sumariaban y un tribunal de estudiantes decidía la expulsión de docentes que colaboraban con la dictadura. Fue el caso del ex rector Julio Herrera acusado de ser partícipe del plan represivo de la dictadura de Onganía en la universidad. En Ciencias Políticas fue expulsado por un tribunal de estudiantes y trabajadores el profesor Dardo Pérez Guilhou responsable de aplicar la política persecutoria de la dictadura del ’66.
En la organización de asambleas también se eligieron autoridades, es el caso de Roberto Carretero y Arturo Roig , quienes impulsaron una reforma académica y pedagógica que se vio impedida por la designación por parte de la presidenta Isabel Perón al ministro de educación Oscar Ivanissevich, quien desplegaba una política represiva contra la izquierda en las universidades. En todos estos años existieron agrupaciones de ultraderecha pero hacia fines de 1974 ya empezaron actuar más abiertamente con bandas paramilitares como la triple A de López Rega.
Desde 1976 la dictadura militar intenta eliminar cualquier instancia de organización entre trabajadores y estudiantes persiguiendo, expulsando, reprimiendo y desapareciendo a decenas de estudiantes, docentes y trabajadores de la universidad y eliminando todas las conquistas del movimiento estudiantil con la ayuda de los sectores más reaccionarios y conservadores como el Opus Dei, quienes conformaron listas negras de estudiantes y docentes de las facultades. Fueron eliminados los planes de estudio conquistados, expulsados estudiantes, docentes y no- docentes, se eliminaron de cátedras de ciencias sociales por ser tildadas de “marxistas”, una persecución ideológica que tuvo como partícipes a muchos apellidos que hasta el día de hoy continúan al frente de las cátedras.
En todo el proceso de autoorganizacion el rol de los centros de estudiantes y los cuerpos de delegados cumplían un papel activo en la organización ,se conformaron desde frentes hasta federaciones que coordinaban acciones hacia adentro de la universidad como hacia afuera con trabajadores y sindicatos.
Hoy, 45 años después, recuperar estos ejemplos de organización de los hijos del mayo francés, del Cordobazo y del Mendozazo es de vital importancia para pelear contra la herencia de la dictadura que sigue vigente en la UNCuyo, contra la injerencia de la iglesia católica en nuestras facultades, la restricción en los ingresos y los mecanismos expulsivos, los planes de estudio y un régimen universitario que como se cuestionaba hace 45 años está completamente alejado de las necesidades del pueblo.
Y también porque la herencia de la dictadura vive en la deuda externa, el saqueo extractivista, en los grandes empresarios y la Justicia; por las fuerzas de seguridad que reprimen y desaparecen a jóvenes como Facundo Castro y encubre femicidas; y para darle fuerza a las luchas por salario, vivienda, trabajo, salud y educación que referencian en Mendoza las obreras de La Terre, las maestras, las enfermeras, les vitivinícolas, y les jóvenes precaries como les repartidores.