Vaca Muerta y minería, los motores con que sueña el equipo económico albertista para conseguir dólares. Especialistas le bajan la fiebre. Reestructuración de la deuda sin quita y con mucho ajuste.
Este viernes concluyó la semana de la tercera huelga global por la crisis climática. Durante una semana millones de jóvenes salieron a las calles para denunciar el envenenamiento del planeta por parte de las grandes multinacionales. Hubo movilizaciones en todo el mundo, incluidos varios puntos de nuestro país, entre ellos la Ciudad de Buenos Aires.
En la city porteña, a pocas cuadras de donde se desarrolló la movilización en Buenos Aires, a nadie le preocupa el cambio climático: el mismo viernes, aún en medio de la crisis económica que atraviesa el país, las acciones de las empresas energéticas exhibieron un alza en su cotización, lo cual empujó a la bolsa hacia arriba.
Los motivos tal vez haya que rastrearlos en los mensajes que los referentes económicos de Alberto Fernández hacen llegar al mundo empresario. El mensaje más reciente de Guillermo Nielsen consiste en una promesa de garantizar los negocios petroleros a través de una ley que se vote en el Congreso. El objetivo: seguir fracturando Vaca Muerta.
Matías Kulfas –otro de los voceros económicos de Fernández– expresó en varias exposiciones públicas la idea de apostar a Vaca Muerta y a la megaminería como fuentes de divisas. ¿Para que los argentinos vivan mejor? ¿Para lograr un cambio en la estructura económica con mayor industrialización? No necesariamente. El fin más urgente es obtener dólares para pagar la deuda pública.
Kulfas, que construyó su carrera profesional como un industrialista, devino en un propagandista de un “modelo” que comprende primarización económica, daño al medio ambiente y mayor extranjerización. Están actuando pragmáticamente y viendo cómo apagan el fuego, señalan quienes conocen de cerca al futuro equipo económico.
Los números no cierran
En el equipo económico de Fernández dicen que se proponen el objetivo de duplicar el nivel de las exportaciones actuales del país, alcanzando unos U$S 50 mil millones de ventas externas extras hacia 2023: unos U$S 40 mil millones adicionales aportarían los hidrocarburos (petróleo y gas) y otros U$S 10 mil millones los minerales.
Ideas de Izquierda conversó con dos especialistas: uno dedicado al estudio del sector hidrocarburífero y la otra una analista con larga trayectoria en la investigación de la cadena de valor minera. Para evitar su exposición profesional, se optó por mantener en reserva su identidad a los fines de este artículo.
No hay dudas que Vaca Muerta es uno de los escasos nichos económicos donde efectivamente hubo inversiones. Y es probable que se sigan desarrollando. No obstante, en cuanto a la producción de hidrocarburos, el analista indicó que las proyecciones volcadas en el informe titulado “Escenarios Energéticos 2030”, realizadas en diciembre de 2017 por el entonces Ministerio de Energía y Minería (actualmente reducido a Secretaría), no están en sintonía con la visión optimista de lograr exportaciones adicionales por U$S 40 mil millones hacia 2023.
Para el caso del gas, fundamentalmente no convencional de Vaca Muerta, el estudio de Energía y Minería comprende varios supuestos: “Se trabajó bajo la premisa de que se generarán condiciones favorables para el crecimiento de la inversión, desarrollo de la logística e infraestructura necesaria, mejora de la eficiencia y de los tiempos de los procesos de perforación (y por ende reducción de los costos por pozo) y a su vez un uso de tecnología más avanzada, principalmente vinculado a la actividad no convencional”, señala el informe de Energía y Minería.
Bajo estos supuestos, hasta 2030 la producción de gas podría crecer a una tasa de entre 2,5 % anual en el peor escenario o 3,5 % en el mejor. Por su parte, la producción de petróleo crecería entre 1,8 % y 2,5 % anual en el mejor de los escenarios. El especialista consultado señaló que incluso las proyecciones planteadas en ese informe resultan algo optimistas. Pero aún considerando que se cumplen a rajatabla, se observa un contraste importante con lo planteado por el equipo económico de Fernández en cuanto a manantial de divisas.
Las exportaciones de hidrocarburos entre 2005 y 2018 promediaron U$S 5.759 millones, de modo que para alcanzar los U$S 40 mil millones deberían aumentar a un ritmo de 62 % anual en los próximos cuatro años. Un milagro que no se consigue en estas tierras. Algunos actores del sector plantean objetivos más discretos, tal como alcanzar exportaciones de U$S 20 mil millones, lo cual también llevaría varios años. Quienes siguen de cerca la evolución de Vaca Muerta indican que, en las condiciones actuales, es un negocio de unos U$S 7 mil millones anuales. Y que para lograr esos U$S 40 mil millones extras -bajo el supuesto que fueran mitad de petróleo y mitad de gas- se requiere un aumento de 400 % en la extracción de gas y de 900 % en la de petróleo.
Un informe del Ministerio de Hacienda del año 2018 indica que YPF lideró la producción en Vaca Muerta logrando la reducción de los costos de perforación en un 50 %. En los años recientes, también sobresale la evolución de Tecpetrol de Techint. Las empresas que lideraron el proceso inversor lo hicieron alimentadas por los subsidios estatales, que bajo la lupa del FMI no será fácil sostener, o al menos seguir expandiendo. Recientemente han aparecido otros inconvenientes con el congelamiento de las tarifas energéticas y las naftas. El Gobierno trató de salir de esa "encrucijada" autorizando un aumento que es considerado insuficiente por las empresas petroleras.
Mauricio Macri hizo su aporte a la causa extractivista con el convenio de trabajo flexibilizador, bajo el cual se produjeron ocho muertes obreras en la Cuenca Neuquina. Pero el impulso original a Vaca Muerta lo dio Cristina Fernández con el acuerdo secreto entre Chevron e YPF, aprobado, represión mediante, en la legislatura neuquina. La develación de ese acuerdo dejó expuesto un complejo entramado de empresas "off shore" localizadas en paraísos fiscales para que la empresa yanqui pueda extraer ganancias casi sin control.
Un mes previo a establecer el acuerdo con Chevron, Cristina Fernández firmó el Decreto 929/2013 a medida de la petrolera yanqui. Se trata “Régimen de promoción” de la inversión en hidrocarburos, que entre otras cosas establece "el derecho a comercializar libremente en el mercado externo el veinte por ciento (20%) de la producción de hidrocarburos líquidos y gaseosos producidos en dichos Proyectos, con una alícuota del cero por ciento (0%) de derechos de exportación".
Al año siguiente, en el 2014, el Congreso votaría la Ley 27.007, en la que se generalizan los beneficios otorgados a Chevron e incorpora otros nuevos. Esa ley mantiene en un 12% las regalías y permite que se reduzcan a un 5%. Los litigios en caso de conflicto se resuelven en tribunales internacionales, en los centros financieros imperialistas.
Una ley, como la que indican los trascendidos que impulsaría Alberto Fernández ¿qué tipo de concesiones leoninas adicionales realizará al capital extranjero?
La idea del fracking contaminante no reconoce grietas, por lo cual es muy probable que se sostenga la dinámica de intenso crecimiento. La producción de los pozos al principio de la explotación es generosa, pero a medida que se desarrolla la extracción va reduciendo drásticamente el rendimiento lo cual requiere fracturas cada vez mayores: queda todo agujereado. ¿Cual será el costo ambiental que dejará en la Cuenca Neuquina? Seguramente, enorme.
Megacontaminación
Sobre la megaminería aparecen muchas más dudas que certezas. La especialista consultada destacó que cualquier proyecto minero comprende pensar en el mediano y largo plazo, en tanto poner en actividad una mina lleva entre tres y seis años. En la actualidad, no existe ningún proyecto nuevo que haya superado su etapa de factibilidad (es decir, en el mejor de los casos, están muy en el inicio).
Incluso, Bajo La Alumbrera en Catamarca, el mayor proyecto minero de la historia argentina, agotó su ciclo vital este año. En el camino dejó derrames contaminantes por pérdidas en su mineraloducto sin que quede claro si alguien va a pagar por los pasivos ambientales. De un máximo de casi 2.000 empleos en la minería metalífera catamarqueña en 2013, en la actualidad quedan menos de 200 puestos.
La analista indicó que para incrementar sustancialmente las exportaciones es necesario avanzar en la cadena de valor, como lo hace, por ejemplo, Australia, que desarrolló servicios mineros y software para la actividad. No es lo que ocurre en nuestro país, donde los escasos proyectos en marcha están en manos de multinacionales que mayormente exportan los minerales extraídos prácticamente sin agregación de valor.
Al igual que las proyecciones hidrocarburíferas, los números que hace el equipo de Fernández sobre las futuras exportaciones mineras no cierran. Argentina logró un máximo de casi U$S 5 mil millones de ventas externas en 2011 y 2012, cuando los precios estaban por el cielo. Si en 2019 se alcanzara un nivel de exportaciones de acuerdo al promedio del período 2005-2018 –que se ubicó en U$S 3.379 millones–, para lograr el objetivo de ventas externas de U$S 10 mil millones debería producirse un crecimiento a una tasa anual acumulativa del 31 % desde 2020 a 2023.
La especialista en minería advirtió que sería raro que Argentina alcance rápidamente un cuarto de las exportaciones de Chile, que tiene una gran tradición minera y realizó en varios años ventas externas por encima de los U$S 40 mil millones. Codelco, la principal empresa minera chilena, es estatal. Paradojas de la vida: no obstante muchas empresas extranjeras actúan en Chile, el país modelo para los liberales argentinos tiene como motor una empresa pública que realiza gran parte de la inversión minera y cumple un rol central en el agregado de valor dentro de sus fronteras, indicó la especialista.
Existen otros “detalles”. El actual no es un momento de auge de la minería mundial, como lo fue hasta 2012, gracias a la tracción de los altos precios de las materias primas. No solo eso, con el impulso de la agenda ambientalista cualquier proyecto enfrentará límites para obtener la licencia social. Los derrames de la Barrick Gold en Veladero y Pascua Lama están guardados en la memoria.
Así cierra
Los últimos datos del Ministerio de Hacienda indican que los compromisos de deuda (intereses más capital) para el período 2020-2023 promedian los U$S 51 mil millones –“curiosamemente” un número similar a las exportaciones extras que proyectan en el futuro equipo económico–.
Pero, como se mencionó, las proyecciones del albertismo son afiebradas. En las condiciones actuales, en todo caso mayores exportaciones hidrocarburíferas permitirán aliviar levemente la escasez estructural de dólares, pero resultarán insuficientes para abordar el pago de una deuda imposible de pagar. Por eso, ya se barajan todo tipo de apuestas sobre las características de la futura reestructuración.
En la suba de la bolsa porteña de este viernes, además de la mejora en la cotización de las compañías energéticas, impactaron las declaraciones de Alberto Fernández en la neoliberal Fundación Mediterránea: allí confesó que se encuentra en conversaciones con los buitres acreedores para realizar una reestructuración de deuda a la uruguaya.
¿De qué se trata? De un canje de bonos sin quita de capital ni intereses, pero con extensión de los plazos. Significa patear la pelota hacia adelante. El exministro de Economía uruguayo, Isaac Alfie, en declaraciones a Bae Negocios indicó que “nuestra reestructuración es cierto que compró tiempo pero a la vez se hicieron una gran cantidad de reformas estructurales". ¿Cuáles fueron? Apertura comercial, acuerdos de inversión con Estados Unidos y México, políticas de cielos abiertos y baja en la presión impositiva.
No solo eso, también “se realizó una política fiscal y monetaria muy ortodoxa. La inflación se redujo de 25 % a 2 % en dos años. El déficit fiscal, que era de 4 % del PBI, se redujo, mientras que el gasto público se disminuyó entre 4 % y 5 % en tres años”, señaló Alfie. ¿Alberto se aproxima al precipicio de tomar parte del programa de Macri? Esperar y ver.
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