El cardenal Ricardo Ezzati durante su homilía realizada en el Te Deum Ecuménico de éste pasado 18 de septiembre se refirió a la aprobación de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, profesando el valor de la familia.
Martes 19 de septiembre de 2017
Una vez más la Iglesia, en voz del cardenal Ezzati refuerza su postura en contra del aborto argumentando que “es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser objeto de dominio de otro ser humano”.
Por una parte afirma ser respetuoso de la legislación del Estado, sin embargo la opción por la vida que plantea la iglesia se vería reflejada en acompañar a las mujeres que viven situaciones límite en su embarazo.
El planteamiento presentado es vivo reflejo de una postura que no varía, como tampoco varía el hecho de que la iglesia se pronuncie en contra de las mujeres y su derecho a decidir, tampoco varía el silencio cómplice hacia la vulneración de los derechos de los niños y niñas víctimas de abusos y/o violaciones por parte de sacerdotes o curas, el silencio frente a los casos de femicidios o los abusos y negligencias expuesta del Sename, entre tantos otros silencios.
Es por ello que el pronunciamiento “con voz clara y humilde a la vez”, no es más que un ataque a la legislación aprobada, a la voz de cientos de mujeres que se organizaron por exigir éste mínimo avance en los derechos de quienes sufren a diario el acoso, la violencia y el femicidio. La separación efectiva de las Iglesias y el Estado es inminente.