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Red Internacional
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OPINIÓN. Facundo Castro: una nueva desaparición que no deja margen para las medias tintas

La madre del joven desaparecido el 30 de abril tiene razón. Kicillof y Berni son responsables de encontrarlo con vida. Pero hacen todo lo contrario. Al encubrimiento de la Bonaerense y sus cómplices políticos y judiciales se lo enfrenta con la más amplia movilización.

Martes 14 de julio de 2020 15:13

Sabina Frederic, Axel Kicillof, Sergio Berni y la plana mayor de la Policía Bonaerense | Foto Prensa Gobierno PBA

La madre de Facundo Astudillo Castro dice que “la gente laburante no tiene plata, pero tampoco tiene miedo”. Tiene razón. Lo poco que se ha avanzado en la búsqueda de su hijo, desaparecido desde el 30 de abril, solo puede explicarse por la lucha denodada de esta mujer, sus familiares, amigos y de la solidaridad del pueblo donde viven y el acompañamiento de los organismos de derechos humanos y la izquierda.

Cristina Castro apunta directamente a la Policía Bonaerense. Y también tiene razón. Fue esa fuerza represiva la que lo detuvo. Y, como en tantos casos de brutalidad policial, el accionar de la fuerza se recubre con testimonios contradictorios y falsos, con el ocultamiento y la negación de pruebas. También con amenazas.

Incluso estas maniobras distraccionistas aparecen cuando el caso ya tiene notoriedad pública. Así se vio con el patrullero Toyota Hilux que la Policía entregó ante una orden judicial para ser peritada (después de dos meses en los que pudieron reacondicionarla por completo). Como también denunció Cristina, esa camioneta no es el vehículo en el que se habrían llevado a Facundo.

También se vio este fin de semana con el apriete casi público del subcomisario Pablo Reguillón al doctor Luciano Peretto, uno de los abogados de la familia de Facundo junto a Leandro Aparicio.

Seguí toda la cobertura del caso de la desaparición de Facundo Astudillo Castro

Cabe preguntarse cómo se explica tanta impunidad. Amén del rol cómplice del Poder Judicial que, por ejemplo, ordenó el primer rastrillaje el 19 de junio (más de un mes y medio después de la desaparición de Facundo) el eje está en la “cadena de mando”.

El ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni no llegó a decir, como Patricia Bullrich, que no va a tirar un policía “por la ventana”, pero sí dijo “que no hay ningún reproche a la actuación” policial en el caso y presentó como una concesión humanitaria el obligado desplazamiento de la fuerza de la investigación.

“Si la madre tiene dudas saco a la Policía Bonaerense de la investigación”, dijo textualmente el ministro de Kicillof, como si se tratara de un gesto misericorde en lugar de lo que dicta el más estricto protocolo en estos casos.

¿Cómo no se va a sentir impune la Bonaerense con este posicionamiento del ministro de Seguridad, su jefe político? ¿Cómo no se va a sentir empoderada ante las constantes arengas de Berni? Que, por cierto, no son gratuitas.

Este fin de semana volvimos a perder dos vidas jóvenes en la provincia, Lucas Verón en La Matanza y Brandon Romero en Mar del Plata. Otra vez hijos del pueblo trabajador muertos a manos de la Bonaerense.

Responsables

La madre de Facundo tiene razón. Berni y Kicillof son responsables. El gobernador, por un lado, plantea que no va a haber encubrimiento en el caso, pero por otro lado, como dicta la máxima del liberalismo económico “dejad hacer, dejad pasar”, da vía libre a su ministro estrella.

Berni y Kicillof son responsables de encontrar con vida, sano y salvo a Facundo Astudillo Castro, porque la desaparición no solo se dio en el marco de una escalada represiva en la provincia (y a nivel nacional), sino porque son los jefes directos de la fuerza sospechada de este probable nuevo crimen de lesa humanidad. Y cuando hablamos de esta escalada las responsabilidades también se amplían.

Cuando asumió el actual gobierno decíamos que no alcanzaba con eliminar las principales resoluciones represivas de Patricia Bullrich (las principales, porque no se eliminaron todas), que la saturación de fuerzas represivas en los barrios era la base del gatillo fácil y la brutalidad policial. Pero este esquema fue mantenido por la ministra de Seguridad de la nación Sabina Frederic.

También dijimos que la profundización de este esquema, con las atribuciones especiales dadas por el Gobierno nacional a la Policía, la Gendarmería y la Prefectura, iban a redundar en más muertes jóvenes. Lamentablemente no nos equivocamos.

Y no solo la Bonaerense mata. La primera víctima conocida de esta escalada represiva fue Luis Espinoza en Tucumán. Las fuerzas federales también matan, como hizo la Gendarmería con Facundo Scalzo. Incluso los asesinos de Lucas Barrios, en Dock Sud, y de Alan Maidana, en Berazategui, eran policías federales.

Todas y todos somos Facundo

Ahora bien, la desaparición de Facundo marca un salto de cantidad y calidad en esta escalada represiva. Tiene responsables materiales y políticos concretos. La lucha por su aparición no admite medias tintas. No podemos permitir que nos pase lo mismo que nos pasó en casos como los de Jorge Julio López y Santiago Maldonado, por mencionar dos emblemáticos.

Para el kichnerismo es una crisis importante. Durante la “década ganada” el Gobierno mantenía el discurso “en defensa de los derechos humanos” y hasta llegaba a decir que el entonces gobernador Daniel Scioli, impulsor de la mano dura, era una especie de “aliado externo” del Frente para la Victoria, como una especie de “imposición del PJ”. Pero se callaron cuando el exvicepresidente de Néstor Kirchner fue, finalmente, el candidato presidencial de ese espacio para enfrentar a Mauricio Macri.

Distinto es el caso de Berni. Si bien como secretario de Seguridad, en el último mandato de Cristina Fernández, tuvo un perfil alto con hechos nefastos como la represión a los obreros de Lear en la Panamericana, nunca había alcanzado el papel de “superministro” que tiene ahora en un gabinete kirchnerista. Ya no es un externo. Es bien “del palo”.

La tibieza o la negación de muchos dirigentes kirchneristas respecto a la desaparición de Facundo, tan correctamente denunciada por Sergio Maldonado, es una muestra de esto.

Este martes la Asociación Madres de Plaza de Mayo cuestionó duramente a Alberto Fernández por haberse reunido con referentes de Juntos por el Cambio. Pero en 75 días no sacó ningún comunicado ante la desaparición de Facundo. Cosa que sí hicieron las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y otros organismos independientes.

La lucha por la aparición con vida de Facundo requiere la más amplia movilización de los organismos de derechos humanos, las organizaciones obreras, estudiantiles y políticas. Como ya hemos dicho muchas veces, los muertos son hijos del pueblo trabajador y las mismas fuerzas que hoy se usan para matar o desaparecer a los pibes de nuestros barrios van a ser usadas cuando los trabajadores salgan a luchar por sus derechos frente a la enorme crisis económica y social que se avecina. Ya tuvimos algunos “ensayos” de eso en Quilmes con Penta y en Córdoba con los choferes de la UTA.

En momentos en que en los más diversos países la juventud y sectores de trabajadores se movilizan contra la violencia policial y el racismo, como vimos en el acto internacionalista que la Fracción Trotskysta -Cuarta Internacional (a la que pertenece el PTS) realizó el sábado, es hora de levantar bien fuerte el grito de ¡aparición con vida ya de Facundo! ¡El Estado es responsable!


Carla Lacorte

Carla Lacorte nació el 4 de enero de 1971 en la Ciudad de Buenos Aires. Su padre Miguel Angel murió fusilado en el Estadio Nacional de Chile en septiembre de 1973 tras ser detenido mientras resistía el golpe de Pinochet en el Cordón Industrial de Vicuña Mackenna. Junto a su madre, que escapaba de la represión del Proceso, se radicó en Quilmes. A la salida de la dictadura tuvo una activa participación en el centro de estudiantes del Colegio Nacional de esa ciudad. Integra el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos y milita en el PTS desde el año 2000. Estudiaba Ciencias (…)

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