Migración. Falta de acceso a derechos sexuales y reproductivos para mujeres migrantes

La salud sexual y reproductiva de las mujeres migrantes enfrenta múltiples obstáculos por la exposición a la violencia de abusos físicos, psicológicos y sexuales antes y durante su viaje, profundizados por la falta de acceso a la seguridad y la salud pública, así como que los gobiernos no garantizan sus derechos humanos, sociales, económicos ni culturales.

Debe tenerse en cuenta que no reciben información y la atención especializada, por ejemplo, sobre el cáncer de mama o cervicouterino, además de que cuesta muy cara, las expone al ojo público de las autoridades quienes las detienen y expulsan de los países de tránsito subordinados a la política antiinmigrante del imperialismo estadounidense, por lo que difícilmente acuden a los centros de salud.

En el informe de las Mujeres migrantes en Tapachula: barreras y facilitadores para el acceso a la salud sexual y reproductiva en 2020, elaborado por el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, junto con Ipas CAM A. C., Médicos del Mundo Francia México, A. C. y Population Coincil Inc., señalan la falta de diagnósticos y tratamientos que solucionen los problemas de atención menstrual, además de la falta de anticonceptivos y planificación familiar.

Te puede interesar: Deportan a mujeres migrantes que denunciaron abusos médicos en EE. UU.

Dentro de las principales afectaciones que tienen en su viaje, son los cambios en su ciclo menstrual, flujo, dolores fuertes y sangrados anormales debido al estrés, a las infecciones vaginales por la falta de espacios donde puedan bañarse y asearse, así como el nulo acceso a material sanitario suficiente; ya que los elementos policíacos no les permiten salir de los albergues, y las retienen durante su trayecto, tienen muchos dolores menstruales, enfermedades y falta de medicamentos que contrarresten el dolor intenso, les resulta muy complejo el viaje en busca de una vida mejor.

Una larga historia de abusos y violación a sus derechos

Los abusos contras los migrantes ha ido en aumento con el paso de los años, al igual que las políticas racistas y xenófobas se han instalado en sectores conservadores de la población latinoamericana, agravando los ataques sexuales contra migrantes de todas las edades y géneros; esto incluye que tengan que esperar largas horas para ser atendidas en los centros de salud sin que les dijeran la razón, otras han expresado haber recibido comentarios ofensivos o humillantes e, incluso, extorsiones.

Destaca la violación sexual impuesta a las mujeres migrantes más pobres como un “modo de pago”. Aquellas, lejos de encontrarse con nuevas y mejores condiciones de vida, padecen más profundamente esta violencia sistemática y estructural en su contra sin la posibilidad de interrumpir los embarazos no deseados; además, para atenderlos deben buscar los recursos para pagar los servicios médicos, lo que complica su viaje y la meta por la cual dejaron sus hogares, que es acceder a mejores condiciones de trabajo y de vida.

Te puede interesar: Panorama internacional. Las crisis migratorias traspasaron las fronteras de todo el mundo en 2021

Aunque las mujeres migrantes, incluidas las niñas, adolescentes y gestantes, representan casi la mitad de migrantes en el mundo, han señalado la preocupación de no contar con el derecho al aborto, pues, según el informe antes mencionado, manifiestan que, de tener la oportunidad de interrumpir sus embarazos, lo harían porque se encuentran impedidas para cuidar a sus hijxs por no tener qué comer ni beber, sobre todo cuando nacen sus hijos, ya que no pueden alimentarlos adecuadamente; además de que son más vulnerables y reciben más violencia física e intimidación por elementos militares, policiales, polleros, coyotes y del crimen organizado.

Necesidades de salud, una realidad que no se garantiza para las mujeres migrantes

Con relación a la vida sexual de las migrantes, se enfrentan a necesidades de salud asociadas a su género, su salud mental, su sexualidad y reproducción, incluidas niñas y adolescentes quienes han sufrido violaciones sexuales de manera sistemática en sus países de origen y, durante su viaje, en los de tránsito. De esto último hay claros ejemplos con las denuncias de las mujeres detenidas en los centros de Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) a quienes les realizaron histerectomías forzadas y abusos sexuales, sin que se hayan atendido a la fecha.

Te puede interesar: Mujeres migrantes sufren esterilizaciones forzosas en centros de detención de EE. UU.

Las mujeres migrantes que eligen viajar con sus compañeros de vida o que tienen relaciones sexuales durante su tránsito también requieren acceso a la salud pública, pero no cuentan con este servicio, por lo que no tienen acceso a los métodos anticonceptivos ni a la salud psicológica para atender los problemas relacionados con la violencia intrafamiliar o la violencia sexual; lo que representa un riesgo inminente de embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, negándoles asimismo el derecho de decidir o a tener una maternidad integral.

Una salida por izquierda

Es necesario que este 8M luchemos también por derechos sexuales y reproductivos para nuestras hermanas migrantes, así como por el tránsito libre y seguro toda vez que migran buscando escapar de la pobreza y la violencia en sus países de origen, pero que deben soportar un verdadero infierno en su trayecto hacia su destino final. Para que esto sea posible es necesaria la unidad internacional de la clase obrera mexicana y centroamericana, con el poderoso proletariado multiétnico estadounidense, junto con el amplio movimiento de mujeres y juventud en una perspectiva independiente, antiimperialista y anticapitalista, que se apueste por el acceso a plenos derechos para todes les migrantes.