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Red Internacional
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Crisis hidrica. Falta de agua y apagones en Brasil: una crisis que recién comienza

Después de que la situación en la ciudad de San Pablo llegara a un punto sin retorno, la historia se repite en Río de Janeiro y Minas Gerais. La crisis de abastecimiento de agua está fuera de control hace tiempo.

Sábado 14 de febrero de 2015

Después de que la situación en la ciudad de San Pablo llegara a un punto sin retorno, en el que la Compañía de Saneamiento Básico del Estado de San Pablo (Sabesp) amenazara con aplicar un esquema de racionamiento de dos días con agua y cinco sin, ahora la historia se repite en Río de Janeiro y Minas Gerais. La crisis de abastecimiento de agua está fuera de control hace tiempo. Aún así, los gobiernos se niegan a reconocerla. Es realmente trágico, a esta altura de los acontecimientos, escuchar las declaraciones del gobernador de Río de Janeiro al salir de la reunión con la presidenta Dilma, afirmando que va a evaluar el nivel de lluvias de enero y febrero para considerar las medidas a tomar. La medida en cuestión sería gravar el consumo, como ya se hace con la energía eléctrica, cada día más cara.

Mientras los gobernadores y la presidenta juegan a las escondidas, la crisis se agrava diariamente y quien paga la cuenta son los trabajadores y el pueblo. Con la reducción del agua utilizada para irrigar las plantaciones en San Pablo, los precios están subiendo y subirán aún más en todo el país. Un sector de industriales que utilizan grandes volúmenes de agua comenzaron a reducir la producción, lo que está provocando y provocará aún más despidos y reducción de la jornada laboral con reducción salarial. Sin mencionar que en los barrios más pobres y periféricos la escasez de agua es aún más severa. Junto a la escasez de agua, surge la falta de energía. Los recientes apagones muestran que el sistema de generación de energía está operando al límite de su capacidad. Es casi inevitable un amplio racionamiento de energía en varias regiones del país. Esta situación se da en plena temporada de lluvias en la región sudeste.

Falta de planificación y altas ganancias para los empresarios

Esta situación expresa el uso completamente irracional que se hace de un recurso fundamental como el agua. A lo largo de los años, casi ninguna inversión se realizó para detener el desperdicio de las aguas tratadas por fugas en las tuberías (cerca del 40% promedio nacional), en la limpieza de ríos como el Pinheiros y el Tietê, en San Pablo, o el Río Carioca o preservar los manantiales. En empresas públicas como la Compañía Estadual de Aguas y Desagües (Cedae) en Río de Janeiro, la falta de inversión se da la mano con la corrupción y el vaciamiento de la empresa. La solución que proponen es siempre la privatización para usar la supuesta “eficiencia” del sector privado. Sin embargo, la Sabesp en San Pablo es una referencia de empresa pública con capital abierto en la Bolsa de Valores y ha demostrado una eficiencia formidable cuando se trata de distribuir ganancias para sus accionistas, al costo, como vemos ahora, de dejar en riesgo el abastecimiento de agua para la población de San Pablo.

La crisis actual fue producida no por la sequía sino por la acción irracional de empresarios y políticos a su servicio. La búsqueda incesante por más ganancias puede provocar una catástrofe social de grandes proporciones. La menor inversión que asegure el mayor retorno financiero posible, ésta ha sido la lógica en el uso de los recursos hídricos de Brasil. En algún momento, la mina de oro, de agua en este caso, se iba a secar. Muchos pensaron que éste sería un problema a afrontar por las próximas generaciones pero está estallando ahora en nuestra cara.

La gestión racional de los recursos hídricos y energéticos

Sería posible limpiar los ríos de las grandes ciudades y comenzar a tratar parte de los desagües domésticos. ¿Quién en San Pablo no apoyaría la realización de grandes inversiones para limpiar los ríos urbanos, haciéndolos navegables y quién dice, hasta nuevamente aptos para nadar? ¿Y realizar modificaciones en la estructura productiva para reducir el uso de agua en la industria y aumentar su reutilización? Es posible captar el agua de la lluvia a gran escala en las ciudades y reducir el consumo de los manantiales. Tecnología para estos fines no falta. Hasta incluso cambiar el sistema de tuberías y reducir el desperdicio, ni siquiera una medida tan común y banal como esta es aplicada. ¿Por qué? Para no afectar las ganancias y la rentabilidad, para no aumentar el gasto público, pues es necesario economizar para pagar la deuda pública a banqueros e inversores millonarios.

Frente a esta situación límite, quien pagará el precio, una vez más, es la población, es la clase trabajadora.

Para evitar que esto suceda es necesario, sin duda, una gran movilización popular. Los ejemplos de movilizaciones en ciudades como Itu, donde vimos varias revueltas por la falta de agua, van a expandirse y se pueden multiplicar en el próximo período. Es la unidad de la lucha popular en los barrios con la lucha de los trabajadores la que puede evitar que quienes paguen el precio de la crisis del agua sean los más pobres.

En lo inmediato, serían necesarias una serie de medidas de emergencia, como impedir los despidos en la industria y comercios afectados por la falta de agua y energía. Control de precios de los alimentos por comités de consumidores para evitar que las grandes cadenas lucren con el desabastecimiento. Que la decisión de cómo y cuándo racionar el agua y la energía no sea tomada por los gobiernos y empresarios responsables de la actual crisis, y sí por comités de habitantes y trabajadores de las áreas afectadas. Éstas serían solo algunas medidas para enfrentar la crisis actual, que no resuelven las causas de fondo que la generaron.

La defensa del agua, recurso fundamental para la existencia de la vida, requiere quitar la gestión de este recurso de manos de los empresarios y de los gobiernos capitalistas. Unificar la gestión de los recursos hídricos nacionales en una única empresa estatal, controlados no por políticos oficialistas u opositores sino por los trabajadores, que son los interesados en la preservación de este recurso vital a través de su uso racional. O sea, al servicio de las necesidades humanas y no de las ganancias.