Después de su discurso “progresista” en el Congreso de Estados Unidos, que dejó a varios republicanos con gusto a poco, el Papa se prepara para participar en el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Sábado 26 de septiembre de 2015
Foto Twitter @Instasiun
El Papa Francisco, Jorge Bergoglio, habló el miércoles frente al Congreso de Estados Unidos, invitado por su vocero John Boehner (líder republicano que hoy anunció su renuncia a fin de octubre).
Su discurso fue recibido con ovaciones y algarabía por la mayoría de la bancada demócrata (y la simpatía de varios republicanos, aunque la media no lo disfrutó tanto) que sintió las palabras del pontífice como un espaldarazo a la gestión de Obama. Y en parte es cierto aunque no sea toda la verdad. Bergoglio se ocupó también de enviar señales a la tribuna republicana, con su “preocupación” sobre la familia y la vida “en todas las etapas de su desarrollo”.
Francisco desató en Estados Unidos la “fiebre papal” alrededor de una imagen de cura progresista, que defiende a los pobres y tiene un discurso moderno para atraer a la juventud. Siguiendo sus propias palabras de 2013, “un buen católico participa en política”, aprovechó todas las oportunidades para reafirmar su voluntad de recomponer la autoridad de la institución que preside.
Con ese objetivo, pidió que no se repitan los abusos y la pedofilia de los curas estadounidenses, envió un mensaje a la comunidad latina e inmigrante (mayoritariamente católica) y, elegantemente, evito tratar directamente sobre temas espinosos como el fallo de la Corte Suprema que reconoce el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Tampoco habló de la fuerte oposición de la Iglesia católica a que el seguro médico contemple métodos anticonceptivos para empleadas de organizaciones religiosas.
Aunque Francisco no es un progresista ni mucho menos, lo cierto es que la “Pope Fever” (fiebre por el Papa) se basa más en su perfil político que en la doctrina religiosa de la Iglesia católica, que mantiene su carácter reaccionario intacto e inmutable. Esto es lo que explica que exista simpatía entre sectores del movimiento por el salario mínimo, mayoritariamente joven y con gran peso latino. Su discurso a favor de los inmigrantes, los refugiados y la “gente que busca una vida mejor” intenta entablar un diálogo entre ese sector y la Iglesia y, sobre todo, es un empujón a las iglesias locales para que participen.
So much respect to @Adriana_4812 for representing the #FightFor15 at #PopeInDC today. She speaks for us pic.twitter.com/J2vRmD7L60
— Fight For 15 (@fightfor15) septiembre 23, 2015
Así lo mostró la repercusión de la participación de una militante de Fight For 15 (organización respaldada por el sindicato de servicios SEIU, que impulsa la campaña por el aumento del salario mínimo) en la recepción del Papa en Washington. Algo similar sucede con las organizaciones de inmigrantes, donde las parroquias y organizaciones comunitarias jugaron y juegan un rol muy importante. De hecho, una parte importante de las reuniones y mítines de inmigrantes que movilizó un millón de personas en 2006 contra las políticas xenófobas, se realizaba en iglesias católicas o alrededor de parroquias. En Estados Unidos, como en otros países, el Papa aspira a que la Iglesia recobre esa autoridad y sea un actor activo en temas políticos.
Esta gran simpatía también se ve en la gran expectativa que despiertan todas las conferencias y discursos. Como si fuera una estrella de rock, 20 mil personas hicieron fila para presenciar la misa que dará en el Madison Square Garden, sede de recitales y eventos deportivos.
Hasta el momento la gira papal ha dejado un sabor amargo a los republicanos, católicos y religiosos conservadores. Pero, la práctica del líder de la Iglesia católica, e incluso sus propias palabras ayudan a desenredar su retórica “progresista”.
El Papa Francisco no dejó pasar oportunidad para confirmar que la doctrina de la Iglesia católica no ha cambiado con respecto a la homosexualidad, las personas trans, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la condena del derecho al aborto. Tampoco hay dudas de la valoración del Vaticano de la lucha por los derechos de las mujeres. Otra mancha, que el Vaticano y sus seguidores se empeñan en esconder, es la participación de Jorge Bergoglio en la dictadura militar argentina. Como denunció Estela de la Cuadra, familiar de desaparecidos, en La Izquierda Diario: “El rol de Bergoglio fue proteger a los ejecutores de la dictadura”.
El Encuentro Mundial de las Familias
El domingo 27 el Papa participará del Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, que, según la Oficina de Prensa del Vaticano, busca “involucrar ante todo a las Iglesias del continente americano: desde Alaska a Tierra de Fuego con la participación de las diversas culturas que pueblan ese vasto continente”, según la Oficina de Prensa del Vaticano. Del Encuentro participan miembros de la iglesia católica, organizaciones y militantes religiosos.
Según diarios locales, la discusión de la homosexualidad, de mucha actualidad en EE. UU. por el fallo favorable de la Corte Suprema, es uno de los ejes del Encuentro. Y aunque en las encuestas, muchos católicos apoyan el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, los más 17 mil asistentes al Encuentro lo ven con “preocupación” junto con lo que llaman la “erosión de la familia”.
Es probable que el domingo, aunque haya un mensaje hacia los inmigrantes y latinos (que se espera que colmen la misa de cierre), la tribuna conservadora se vaya mucho más satisfecha.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.