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Red Internacional
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Futbol. #FifaWomensWorldCup2023: De la pasión futbolística a la indiferencia social

Este mundial femenino trajo novedades y sorpresas importantes para el futuro del fútbol de las mujeres. También puso fin a la carrera de jugadoras estrellas y se conocieron nuevas deportistas talentosas. Sin embargo, el impacto social que provoca la brecha de género en el deporte continúan siendo el foco del debate.

Sábado 19 de agosto de 2023 20:23

Cada vez que se aproxima o mientras se juega un mundial de fútbol se percibe un clima de ansiedad y euforia social, sobre todo en los países con una tradición e historia futbolística muy marcada. Los malestares por las duras realidades políticas, sociales y económicas de los países de América Latina pasan a ocupar un lugar menor y durante esas semanas se disipan. Las redes sociales y los principales medios de comunicación no paran de hablar de eso y hasta se disfruta de los partidos de otras selecciones extranjeras.

El mundial de fútbol y otras competencias similares del mismo deporte en Argentina se percibe como una especie de ritual y sacralidad: los argentinos se juntan en familia o entre amigos a comer una picada o un asado acompañado de vino y Fernet mientras esperan el debut o el pase de ronda de la selección nacional masculina. Dejamos de hacer cualquier cosa y buscamos la camiseta para sentarnos frente al televisor. También postergamos exámenes, se modifican los horarios laborales, las calles se vacían cuando la pelota empieza a rodar y los bares se llenan para disfrutar de “la scaloneta” y de la magia de Lionel Messi como sucedió durante el mundial de Catar 2022.

La última chance que tenía Messi de ganar una Copa del Mundo con la selección hizo que la gente tuviera la ilusión y la sensibilidad a flor de piel y un nacionalismo exaltado por las dos victorias consecutivas como lo fueron la Copa América en 2021 y la Finalissima en junio de 2022.

Pensar en la importancia de la tradición futbolística argentina y los recuerdos del mundial de Catar permite observar el gran contraste sociocultural con la Copa del Mundo Femenina 2023 en Australia y Nueva Zelanda en menos de un año. Sirve para pensar el paso desde la invisibilidad de las mujeres futbolistas hacia su profesionalidad y el paso desde la pasión futbolística hacia el desinterés y la indiferencia social.

Entre julio y agosto bastó con recorrer las calles del Centro de Córdoba y algunos barrios para observar la poca relevancia que tuvo el mundial femenino. También bastó con prender la televisión para observar que tuvo poca cobertura en los grandes medios locales. Las principales causas son la reciente profesionalización del fútbol femenino en el país y una competencia polarizada
por elecciones y la grave crisis económica que atravesamos. Son cosas obvias, pero la cuestión es más profunda.

Las chicas de la Albiceleste fueron pioneras en la lucha por la visibilidad y la igualdad de las mujeres argentinas en el deporte. El hecho de conseguir sponsors, publicidad, mayor prensa y que televisaran los partidos son avances pero no los suficientes. La invisibilidad se
notó en las calles: en las vidrieras de los locales de comercio sin globos ni banderas argentinas, en los puestos de camisetas de fútbol de vendedores ambulantes en la peatonal y en el ánimo indiferente de la gente en general. Además, no favoreció la diferencia horaria con Australia-Nueva Zelanda y el mundial coincidió con la llegada de Messi al Inter de Miami de Estados Unidos.

Una de las sorpresas de este mundial es que la hinchada argentina estuvo presente y por primera vez los kioscos vendían el álbum y figuritas del evento. Sin embargo, no hubieron mensajes de apoyo y promoción por parte de los jugadores, a excepción del capitán argentino con la camiseta femenina y Juan Pablo Sorín, quien viajó al continente oceánico para alentar a las pibas y utilizó sus redes sociales para difundir información sobre la selección argentina, sudamericanas y europeas. También Lali Espósito sumó su apoyo a través de un vídeo que posteó el exjugador.

Por su parte, muchos comentarios que se escucharon y circularon en las redes sociales fueron: “no veo fútbol femenino porque no pasan ni la fase de grupos”, “no veo partidos de las minas, solo cuando juegan los hombres”, “no es lo mismo que los hombres” o “juegan muy mal, que vuelvan a la cocina”. En realidad, estos justificativos están impregnados de una ideología machista que es
propia de una sociedad y cultura que asocia las tareas de limpieza y cuidado a las mujeres y perpetúa estereotipos, roles de género y la heteronorma. En contraste con el fútbol masculino, donde la mayoría de los deportistas tienen familias correspondientes al modelo tradicional, en el fútbol femenino muchas jugadoras fueron el blanco de ataques discriminatorios por su orientación sexual. De esta manera, las competencias deportivas no solo echan a luz la ventaja profesional que hay entre equipos, también el atraso social.

La brecha de género en el deporte trasciende las canchas y los salarios. Se observa en la falta de indumentaria propia al utilizar la que sobra de los masculinos y en el bajo consumo del fútbol femenino. Por ejemplo, parte de una conferencia de prensa publicada por el diario Olé, Estefanía Banini tenía una campera de la AFA con las estrellas tapadas con cinta adhesiva. Sin embargo, esto no es una responsabilidad individual de grandes marcas como Nike y Adidas, de nuestra federación o medios de comunicación en particular. La brecha de género también se debe a la falta de políticas públicas en el país que promuevan e inviertan en la profesionalización del fútbol femenino, y que a su vez ayuden a erradicar los discursos machistas y lesboodiantes en las instituciones de la sociedad civil y deportivas