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Red Internacional
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Nacional. Fin de la larga “primavera” kirchnerista

A tres meses de concluir el gobierno de Cristina, cualquier atisbo de progresismo desaparece del discurso oficial. Alperovich y Scioli, las caras del “proyecto”.

Eduardo Castilla

Eduardo Castilla X: @castillaeduardo

Miércoles 2 de septiembre de 2015

En 2008, bajo el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el gobierno nacional acometió la ofensiva contra las patronales del campo. Bajo un objetivo esencialmente recaudatorio se modeló un discurso contra la “sojización” –que no cesó de crecer en los años previos ni dejaría de hacerlo en los siguientes- y la “oligarquía” del campo. La épica contra esas patronales no desaparecería en el terreno del discurso, pero sí en el de las medidas concretas. Los intereses del “agro-power” seguirían intactos.

Entre 2010 y 2013 la batalla se libró contra la hegemonía de las corporaciones mediáticas. La Ley de Medios sería el emblema de ese combate, que terminaría trabado en una maraña de chicanas judiciales. Otra corporación–oh casualidad-, la Judicial, jugaría el rol de alfil del “gran diario argentino” preservando su poder. A casi 6 años de sancionada la norma que iba a liquidar el poder de la “Corpo” por excelencia, ésta goza de buena salud.

La Corpo judicial acaba de demostrar, por estos días, la impunidad de la que goza. Este lunes fueron liberados 5 ex integrantes de la Triple A. Hace pocos meses, la “falta de mérito” benfició a los empresarios Carlos Blaquier (Ingenio Ledesma), Vicente Massot (diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca) y Agustín Bottinelli, quien fuera editor responsable en la ex Editorial Atlántida, todos abiertamente vinculados el genocidio. La casta judicial que, cada tanto, blande su puño sobre los bienes de la familia presidencial y sus amigos, libera a ex represores y sus cómplices con alta velocidad.

Por estos días, otra “Corpo” entró en escena: la de los barones feudales, esencialmente del peronismo, que gobierna provincias y municipios. Tucumán puso de manifiesto la Argentina “feudalizada”, donde se dirige el Estado con fraude, clientelismo y coacción.

Primavera-Invierno

El 13 de julio de 1973 Héctor Cámpora dejaba la presidencia de la Nación. Se iba echado por la derecha peronista, en nombre de quien lo había designado su delegado personal en Argentina solo dos años atrás.

Llegaba a su fin lo que se conoció como la “primavera camporista”, un momento en el que, echadas las FFAA de la conducción del país por la movilización obrera y popular, parecía posible el camino de hacia la patria “liberada” o “socialista”. Para la izquierda peronista, que revistaba en Montoneros y la Tendencia revolucionaria, era el inicio de un ciclo político que debía dirigirse hacia esa difusa meta.

La realidad del período siguiente daría un duro baño de realidad a esas corrientes. La izquierda peronista y marxista sería brutalmente perseguida por el peronismo en el poder. El mismo Perón llamaría a “hacer tronar el escarmiento” y hasta Cámpora se convertiría en un paria en su propio partido. Llegaba el invierno del tercer peronismo, marcado por la Triple A, Isabel y López Rega.

Las analogías históricas son limitadas y arbitrarias. Pero se puede consignar que el ciclo kirchnerista fue, para un sector importante de intelectuales y corrientes políticas progresistas, el que planteó la idea de que, desde la pirámide del Estado, se podía construir un país con soberanía plena. Si la idea de “patria socialista” carecía de corporeidad, el “proyecto nacional y popular” no le va en zaga. Sin embargo, al igual que ocurrió con Cámpora, después de esta larga “primavera kirchnerista”, vino el invierno.

En Buenos Aires, por estos días, hace mucho frío. Hace una semana arreciaba el calor. Una suerte de sensación análoga debe ocurrir en el llamado kirchnerismo “duro” –si queda algo que se defina a sí mismo con ese mote-, que alguna vez sintió el calor de la fogata progresista y hoy sufre la fría realidad de los Alperovich, Scioli y Manzur.


Eduardo Castilla

Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.

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