El pasado fin de semana realizamos en Saint Denis y Sarcelles, dos ciudades de la banlieue parisina, una Conferencia Nacional que lanzó un llamado a la constitución de una nueva organización revolucionaria. Participaron más de cien delegados en representación de 311 participantes del proceso de discusión, que consistió en al menos dos asambleas por zona o región en las semanas previas.
La Conferencia Nacional contó con un alto nivel de discusión en los diferentes puntos (internacional, nacional y lanzamiento de la nueva organización), con innumerables intervenciones, en especial en el último punto, que hace al problema principal que quería tratar la Conferencia: cómo construir una nueva organización revolucionaria en Francia.
Votamos un llamado para la constitución de una nueva organización revolucionaria sobre la base de una política independiente hacia el neorreformismo de Mélenchon, la centralidad de la lucha de clases, la lucha por la alianza y hegemonía obrera respecto de los movimientos de lucha como antirracista, feminista y lgbt, etc. Temas todos estos que fueron centrales en la campaña por la candidatura de Anasse Kazib y son parte de la política cotidiana de Révolution Permanente (RP). Se votó también un Comité de Animación Provisorio (CAP) de 34 miembros, que es la instancia que organizará y escribirá los documentos de fundación de la nueva organización que se realizará durante el otoño europeo.
Esta Conferencia Nacional mostró también el alcance de la política que impulsamos desde RP junto con compañeros y compañeras que acuerdan en construir una nueva organización revolucionaria. Además de las zonas más tradicionales en las que viene militando RP, como la región parisina, Toulouse y Bordeaux, participaron compañeros y compañeras de Le Mans, Nantes, Rennes y Brest en el Oeste de Francia; Le Havre, Lille, Mulhouse, Estrasburgo y Moselle en el Norte y Este, Chambéry, Grenoble y Lyon, la zona alpina y también Montpellier y Marsella en la zona sur y mediterránea.
Participaron trabajadores del transporte agremiados en la CGT y en Sud-Rail así como las principales dirigentes de la huelga de limpiadores de estaciones de trenes de ONET de 2017. También fue muy significativo la presencia de jóvenes secundarios, de París, Bordeaux, Rennes y Le Havre, con quienes nos proponemos desarrollar en común la política revolucionaria en el movimiento estudiantil, más allá de la Universidad, nuestra agrupación Le Poing Levé (LPL) se viene transformando en la principal organización estudiantil de izquierda, en el marco de un clima de nueva avidez por las ideas marxistas y contestatarias en la juventud. Participó también Sasha Yaropolskaya, una de las principales referentes del movimiento LGBT en Francia y que había sido una de las voceras de la campaña electoral de Anasse Kazib.
La emergencia de una nueva corriente política de la extrema izquierda
En un contexto en que buena parte de la extrema izquierda abandona sus posicionamientos clasistas y se agrupa con Mélenchon o lo apoya desde fuera, el reagrupamiento que estamos llevando adelante significa la emergencia por primera vez en décadas de una corriente política de extrema izquierda con una cierta masa crítica, un diario digital que cumplió esta semana siete años, inserción en los lugares de trabajo y estudio y la presencia de Anasse Kazib como referente político nacional.
Estamos avanzando, aunque todavía en pequeña escala, en aquello en que fracasó el Nuevo Partido Anticapitalista (sucesor de la vieja LCR mandelista), que ahora se acerca cada vez más a Mélenchon, pero sin integrar orgánicamente su espacio. Como escribió en un reciente artículo, Antoine Larrache de la dirección del NPA:
Después de la campaña presidencial, se corría además el riesgo de encerrarse en una lógica de autoconstrucción que ya ha demostrado su inutilidad: con respecto a la LCR, hemos experimentado un fuerte retroceso en la integración del partido en las masas, perdiendo un gran número de militantes insertados en las organizaciones de masas -sindicatos, asociaciones como la DAL, el FCPE, Act Up o Agir contre le Chômage, estructuras de apoyo a los sin papeles y todas las demás estructuras de barrio, estructuras de solidaridad internacional, etc., ellas mismas a su vez debilitadas- en detrimento de un conocimiento real de las luchas dirigidas por el proletariado. Nuestra actividad suele limitarse a la propaganda y a la participación -a veces incluso desde fuera- en las luchas sindicales. Nuestra implantación corre el riesgo de seguir una tendencia de intervención de activistas de las capas medias o superiores de la sociedad, interviniendo desde el exterior y dando lecciones que no practican ellos mismos de la lucha de clases, ya sea en las empresas o en los barrios obreros. Es entonces cuando se desarrolla una visión ideológica de la política, consistente en discutir la política desde un análisis teórico alejado de la realidad de la conciencia, fomentando un lenguaje militante reservado a los iniciados, incapaz de vincularse con las masas y de responder a las grandes cuestiones políticas. Necesitamos una sacudida para volver a conectar con las verdaderas preocupaciones y modos de acción de las clases trabajadoras.
Compartimos el diagnóstico, pero la solución de disolverse políticamente en NUPES (la nueva coalición de Mélenchon que incluye a partidos burgueses como el PS y los verdes) solo puede agravar los problemas ya que por el momento NUPES -como toda tendencia neorreformista de este siglo XXI- está lejos aún de tener bastiones sociales, privilegiando el desarrollo de influencia sobre votantes atomizados.
Por su parte, Lutte Ouvrière (LO), el otro sector tradicional del trotskismo francés, aunque se mantiene como organización independiente, también está con problemas, perdiendo implantación en el movimiento obrero por ataques de la burocracia sindical frente a los cuales por ahora no da mucha pelea a la vez que rechaza cualquier unidad con el resto de la izquierda, lo cual empeora su sectarismo histórico y lo vuelve más estéril como grupo.
Por último, en la extrema izquierda francesa nunca hubo una organización revolucionaria con una política de estructuración y dirigentes en el movimiento obrero, que a su vez se propusiera desarrollar una política hegemónica con una fuerte actividad y participación en los movimientos feminista, antirracista, LGBT, en la juventud y en los trabajadores de origen inmigrante. Esta diversidad de la nueva organización en formación, es distinta a las prácticas históricas de los distintos sectores del trotskismo francés, que a grandes rasgos fueron o movimientistas (la ex LCR) o sindicalistas (LO) por no hablar del lambertismo integrado en la burocracia sindical de Force Ouvrière (FO).
Por eso, el llamamiento realizado desde la Conferencia señala:
Hoy lanzamos un llamado a la construcción de una nueva organización revolucionaria, a la altura de la urgencia de la situación, para acabar con el sistema capitalista y sentar las bases de una sociedad comunista. Esta convocatoria está dirigida a todos aquellos que comparten nuestro proyecto y que no se identifican con la extrema izquierda actual, y en particular a los trabajadores que han sido parte de las luchas obreras de los últimos años, a los militantes antirracistas, antifascistas, LGBT, feministas, ecologistas convencidos de la necesidad de la revolución, hasta jóvenes que saben que esta sociedad no tiene nada que ofrecerles. También está dirigida a los revolucionarios que quieren aprender las lecciones del fracaso de la extrema izquierda, ya sean militantes dentro del NPA, y rechazan el giro tomado por la dirección de este partido, o de Lutte Ouvriere.
Es esta construcción revolucionaria no solo programáticamente sino como una pequeña fuerza material lo que hace que la política que impulsa RP sea atractiva para trabajadores y activistas de los movimientos de lucha, así como también para artistas o intelectuales de renombre como la actriz Adele Haenel o la escritora Sandra Lucbert.
Esto expresa también que la radicalidad autonomista que acompañó al ciclo de lucha de clases abierto en 2016 se viene apagando y que a la izquierda de Mélenchon existe un espacio social y político que necesita ser organizado. El escenario político se clarificará más a fondo luego de las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio, pero ya podemos decir que el segundo quinquenato de Macron se anuncia más problemático que el primero y se abrirán posibilidades de mayor desarrollo de la lucha de clases e intervención de la izquierda revolucionaria.
Quienes lanzamos hoy el llamado a una nueva organización revolucionaria jugamos un rol activo en el ciclo anterior de la lucha de clases como la victoria de la huelga de Onet, la experiencia de la asamblea inter-estaciones (intergares) durante la huelga contra la reforma ferroviaria, el polo Saint-Lazare que contruimos en comun con los antiracistas para rodear de solidariedad al movimiento de los chalecos amarillos, la coordinación de los trabajadores de los transportes durante la huelga contra la reforma del sistema de jubilaciones, la huelga de los refineros de Total Grandpuits, además de innumerables movilizaciones de la juventud y de diferentes movimientos. De este proceso nuestro camarada Anasse Kazib emergió como principal figura obrera combativa y después, a través de su pre-campaña electoral, en la tercera cara de la extrema-izquierda. Apostamos a que esta nueva organización pueda jugar un rol aún más importante en el desarrollo de las luchas de los trabajadores y en la construcción de un partido revolucionario en Francia en el próximo período.
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