Huelga aceitera, asambleas populares, lucha docente y de la salud, jubilados y la vuelta del movimiento estudiantil. El miércoles 16, frente a la detención de referentes estatales y docentes, confluyen todos en la plaza San Martín de Rosario. Junto al paro de AMSAFE, ATE y Aceiteros de Rosario es la fuerza social que empujó a la liberación de los presos. Una perspectiva para superar a la burocracia y derrotar el plan Milei.
Facundo Durán @FakuDuran
Lunes 4 de noviembre 11:43
El 2024 arrancó caldeado. Ya diciembre cerraba con movilizaciones que desafiaban el protocolo anti protestas de Patricia Bullrich. En enero, frente al anuncio del DNU y de la Ley Ómnibus del gobierno, una parte de las clases medias y sectores populares opositores ponen en pie las asambleas populares recuperando parte de la tradición del 2001. Van a ser parte fundamental de la pelea contra la Ley Bases que llevará a la primer gran crisis del gobierno. También desde temprano surge la pelea de la cultura, con el impulso de asambleas y movilizaciones propias. El gobierno de Pullaro atacará con la detención de siete jóvenes rosarinos -entre ellos a Lautaro Habibi del PTS- el primero de febrero, quienes son liberados a la madrugada con una movilización a la comisaría.
El 24 de enero se paraliza el país en el primer gran paro nacional. Millones de trabajadores dejan sus tareas y movilizan en cada ciudad. En Rosario una multitud llenó el Monumento a la Bandera; es la primer gran demostración de fuerzas al gobierno nacional. Y el 9 de mayo llega la segunda: esta vez, con la paralización del transporte, la clase obrera muestra la extensión de sus fuerzas en un enorme paro. Pese a que la CGT se niega a movilizar, en Rosario hay concentración en la Bolsa de Comercio y luego un importante acto en las puertas de Dreyfus General Lagos, impulsado por los aceiteros del SOEAR junto a los docentes de AMSAFE Rosario, los estatales de ATE, los Jaboneros, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y la izquierda.
En abril es el turno del movimiento estudiantil: hay movilizaciones en todo el país protagonizadas por la comunidad educativa y amplios sectores de la sociedad que defienden la educación pública. El 23 de ese mes más de un millón de personas salen a las calles y obligan a una negociación al gobierno. En Rosario, la concentración llena la Plaza San Martín y le impone a las direcciones universitarias, sindicales y estudiantiles -que mantienen una política reticente- marchar al Monumento, que nuevamente es desbordado. Y eso que cientos de estudiantes viajaron ese mismo día a Buenos Aires, entre ellos un colectivo de En Clave Roja y el PTS.
Las autoridades universitarias negocian a espaldas de los estudiantes y docentes con el gobierno nacional. Pero el proceso es profundo y se reabre en octubre como repudio al veto al presupuesto con tomas de cien universidades y nuevas movilizaciones masivas que aún continúan. En Rosario se ocupan las facultades de Humanidades y Artes, Ciencia Política, Psicología y Arquitectura; hay asambleas también en la facultad de Derecho, Medicina, en el Politécnico; surge la interfacultades… Es el movimiento universitario más masivo en muchos años.
En Acindar Villa Constitución hay despidos de contratistas y el anuncio de reducción del plantel. La patronal que en el ‘75 descargó la represión sobre sus trabajadores hace punta y anuncia un plan de flexibilización. Pero al mismo tiempo, en medio de la paritaria hay una movilización histórica de los obreros villences que marchan desde la planta industrial a la plaza de la ciudad. Hay fuerzas para luchar.
Los sindicatos aceiteros tensan los músculos. Son de los pocos gremios industriales que paran en rechazo al tratamiento de la Ley Bases. A fines de julio impulsan un encuentro muy importante: por primera vez sesiona en San Lorenzo, corazón de la industria agroexportadora, un plenario de delegados común entre el SOEA -que nuclea a los trabajadores de la zona de San Lorenzo- y de la Federación Nacional Aceitera. Y pocas semanas después van a un tremendo paro nacional de siete días que, pese a ser atacado furiosamente por el gobierno y los medios afines, rompe el techo salarial y triunfa en todos sus reclamos.
El gobierno de Maximiliano Pullaro ubica a los docentes como uno de sus blancos. Logra reinstalar el presentismo buscando debilitar el efecto de los paros, pero obliga al sector opositor a pensar nuevas medidas de lucha. Pese a la combativa jornada que sufrió la represión en la Legislatura, el gobierno provincial aprueba la reforma previsional, pero queda cuestionada profundamente su validez legal y su legitimidad. De esta manera descarga la deuda que la nación mantiene con la provincia sobre estatales y docentes, en particular sobre las mujeres a quienes les eleva la edad jubilatoria.
Al igual que en el resto del país, trabajadores jubilados empiezan a organizarse y a salir a las calles. Hay una muy importante movilización el 11 de septiembre con miles que marchan a la sede de gobierno en Rosario. Surgen también acciones frente al PAMI y el ANSES. Al mismo tiempo, y pese a los ataques del gobierno que criminalmente se niega a entregar los alimentos y persigue a sus referentes, el movimiento de desocupados se mantiene en las calles y en los barrios.
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Seguro quedan procesos afuera. Pero en estos casi once meses de Milei y Pullaro, un sector de los trabajadores y la juventud avanzan en una experiencia novedosa. Mientras la CGT y las grandes centrales sindicales militan la pasividad y la resignación, un sector de la clase junto al movimiento estudiantil busca avanzar en sus posiciones de lucha para hacer frente a los ataques.
Si Milei logra avanzar no es tanto por sus fortalezas. Sino por el rol cómplice de las grandes direcciones sindicales. Desde aquel parazo del 9 de Mayo, la CGT se guardó. A lo sumo se levantan de la siesta para sentarse a negociar con el gobierno. Un sector que dirige los gremios del transporte impulsó el paro del 30 de octubre, pero por ahora no tiene continuidad sino que busca desgastar al gobierno a la espera de las próximas elecciones.
En Santa Fe y Rosario, la melodìa es la misma. Pese a los ataques, la CGT permanece en silencio. Pero muchos de los grandes sindicatos que orienta el peronismo a lo sumo “cuestionan” en el discurso las políticas de los gobiernos. Quienes movilizaron a finales de año y conformaron la Intersindical de la ciudad -el Movimiento Sindical Rosarino, la CTA de los Trabajadores, La Bancaria, AMSAFE provincial, Sadop, Coad, Luz y Fuerza, Sanidad, ATE provincia, Prensa, Municipales, Correos y Judiciales entre otros- frente a la tregua de la CGT podrían impulsar acciones y un paro regional, para desarrollar una lucha común y la perspectiva del paro nacional. Pero no lo hacen; terminan siendo parte de la pasividad de la CGT tan funcional a Milei. Algo similar sucede con los centros de estudiantes opositores al radicalismo o con la Secretaría General de la FUR que dirigen las agrupaciones afines al peronismo: no buscan superar a las conducciones de la Franja Morada y el PS desarrollando la movilización estudiantil sino que muchas veces actúan del mismo modo, impulsando una política de pasividad, actitud que el activismo de las tomas empieza a cuestionar.
Estas políticas no son casuales. El peronismo se encuentra enfrascado en dirimir las candidaturas para el 2025 o, más lejos aún, el 2027. Como en un loop decadente reciclan el slogan “hay 2019” con el que buscaron desviar la bronca contra Mauricio Macri y con el que “volvieron mejores” con Alberto y Cristina. Hoy la estrategia de “hay 2027” solo tiene como objetivo desviar el desarrollo de la lucha callejera y poner límites a la bronca de sus propios votantes: "no hay que enojarse con ese veto, compañeros y compañeras” dice Máximo Kirchner en referencia al presupuesto universitario. Dejar que Milei haga el trabajo sucio para volver a volver mejores en el 2027 es la perspectiva que plantea el peronismo. Reconducir la bronca que de a poco empieza a volcarse a las calles a la interna del PJ. Reconducir la calle al palacio.
Pero frente a los ataques del gobierno, la experiencia de estos meses empuja a una conclusión: es en la calle donde podemos ponerle un freno. Y hay que golpear juntos. La detención de los referentes docentes y estatales en la provincia de Santa Fe mostró un cambio en la situación. En la Plaza San Martín hubo una confluencia de sectores en lucha, sindicatos combativos, universitarios, secundarios, la izquierda y gran parte del activismo que fue protagonista de las peleas de este año. También están presentes organismos de Derechos Humanos como el APDH, el Ce.Pro.D.H, la Asociación Anahí entre otros, que serán parte fundamental de la defensa legal. En ese acto los sindicatos ATE y AMSAFE anunciaron el paro para el día siguiente. Pero también lo hace Aceiteros de Rosario. Un gremio industrial que para en apoyo a los detenidos de otros sindicatos. Toda una novedad. La acción unitaria y coordinada le puso un freno al ataque estatal y el gobierno y los fiscales tuvieron que tomar nota. La calle liberó a los compañeros.
El futuro llegó
El paro y la movilización común fue una acción unitaria defensiva que es vista con simpatía por muchos. En las escuelas por los pibes, en cada acto improvisado que celebró la liberación de Franco, Román y Diego. Y por los docentes, por cada uno de sus compañeros. En los barrios del oeste donde milita Maximiliano de la CTA. En las universidades, en cada asamblea de lucha la respuesta frente al ataque fue reivindicada. Entre los aceiteros que días antes habían discutido en asambleas por qué parar para liberar a los trabajadores de otro sindicato.
Pero también entre laburantes de otros gremios que no se movilizaron como los de la Intersindical, entre metalúrgicos, portuarios, laburantes de la construcción o en cada barrio se vió, se escuchó y se comentó la acción en defensa de los compañeros. Todos aquellos a quienes todos los días sus direcciones les dicen que no hay condiciones para parar, que no da la relación de fuerzas para salir a las calles o que hay que esperar y votar mejor. Los actos, la movilización y el paro les hablaron a todos ellos. Y les mostraron el ejemplo de que las acciones unitarias y coordinadas pueden ser la respuesta frente a la decadencia a la que nos empujan cada día.
Sembraron en el imaginario cotidiano los pasos a dar. La unidad obrero estudiantil vuelve a ser parte de la perspectiva en las universidades y escuelas. Y la coordinación queda planteada como una necesidad, no solo para defendernos de los ataques, sino como forma de desarrollar la fuerza social que puede enfrentar y derrotar el plan de guerra lanzado por el gobierno y los empresarios. Hay que seguirla.
Desde la izquierda apostamos al desarrollo de una política unitaria y de coordinación democrática para unir la fuerza del conjunto de la clase trabajadora, superando las divisiones entre gremios, efectivos y contratados, varones y mujeres, nativos o extranjeros que impone la burocracia sindical y la burguesía. Para coordinar cada pelea y rodear de solidaridad las luchas, como la resistencia al cierre y los despidos en Dow Puerto San Martín, la pelea por el presupuesto educativo o las amenazas de despidos en Acindar y metalúrgicas. Y actuar de manera unitaria para fortalecer la resistencia, poniendo en pie espacios comunes como comités de acción y coordinadoras para articular los distintos sectores.
Asambleas y reuniones comunes, a las que vayan los sindicatos combativos con sus dirigentes y trabajadores, agrupaciones, estudiantes en lucha, organismos de DDHH y organizaciones, abierta a todos los que quieran participar, pueden ir sembrando la idea de coordinarse y discutir democráticamente medidas de lucha comunes y reclamarle a los sindicatos que tienen un discurso opositor, enfrentar efectivamente al gobierno. Podría transformarse en un fuerza enorme que empuje a acciones unitarias, en el camino de lograr imponer a la CGT el paro regional y nacional para derrotar a Milei.
Son reuniones que pueden transformarse en pasos fundamentales. En la lucha del Hospital Bonaparte fue fundamental la coordinación con otros sectores de la salud, de la educación, aeronáuticos, asambleas populares y de la población para derrotar el plan de cierre. Más atrás, la Coordinadora del Alto Valle en Neuquén fue fundamental en la defensa de Zanón bajo control obrero y para desarrollar un polo alternativo a la burocracia sindical, impulsando la coordinación y conquistando un paro provincial frente a las amenazas de desalojo. E incluso en la experiencia de los ‘70 tienen un rol central: las Coordinadoras Interfabriles de 1975, que reunían a comisiones internas y cuerpos de delegados de distintas fábricas funcionando con democracia directa desde las bases fueron fundamentales para imponer la huelga general política contra el ajuste del gobierno peronista de entonces, en el Rodrigazo.
Desde el PTS y el Frente de Izquierda buscamos aportar a la organización desde abajo; unir y coordinar a cada sector en lucha. Los aceiteros, los docentes, los estudiantes, los jubilados y cada uno de los que salen a la pelea, tendiendo puentes con las clases medias arruinadas y con los sectores que día a día se ven más empobrecidos, pueden transformarse en la fuerza social que retome la tradición de los Rosariazos, Villazos y Cordobazos, en la perspectiva de derrotar a Milei y que la crisis la paguen los grandes empresarios. Para sembrar estas ideas impulsamos los streaming de Casa Marx, el multimedios de La Izquierda Diario + y todas nuestras publicaciones, y participamos activamente en cada uno de los procesos que surgieron en la provincia. Justamente es para conversar sobre estos mismos objetivos que visitarán la ciudad de Rosario Myriam Bregman y Nicolás del Caño el próximo jueves 7 de noviembre, participando esa tarde de una charla abierta en el Sindicato de Luz y Fuerza de la ciudad.
Estas tareas y debates las hacemos con la perspectiva de una salida de fondo frente al mar de propuestas de rosca electoral y resignación: desarrollar un gran partido de trabajadores socialista de la clase trabajadora que nos permita, articulando las fuerzas de obreros y estudiantes, como en las mejores de las tradiciones de nuestra clase, conquistar esa fuerza social que puede derrotar a Milei en el camino de la huelga general y poner en pie un gobierno de los trabajadores que de vuelta la historia.