Con este artículo vamos a culminar el tema del fútbol relacionado con la etapa fascista. Hoy hablaremos sobre el mismo durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente en Alemania, con el agregado de equipos de los países anexados.
Lunes 27 de octubre de 2014 08:31
Con las anexiones resultantes de las victorias germanas durante los primeros años de la Segunda Guerra, la Federación Alemana de Fútbol incluyó nuevas ligas a su torneo. A la incorporación de Austria, se sumó en 1940 la de los clubes luxemburgueses y franceses de Alsacia y Lorena, como el Racing de Estrasburgo o el Metz. En Europa Central se adoptó un modelo de segregación: los cuadros de Bohemia, Moravia y Polonia, a los que se les permitió participar en el campeonato alemán, estaban integrados exclusivamente por futbolistas de ese origen étnico. A los polacos se les prohibió organizar certamen alguno para sí mismos; a los checos, se les obligó a participar en un campeonato segregado.
La guerra reclutó como soldados a muchos futbolistas; por esto, se redujo la cantidad de equipos y se crearon grupos regionales más chicos para evitar viajes, que en ese momento eran caros y peligrosos.
El equipo más exitoso de la época fue el Schalke 04, siendo animadores también dos equipos austríacos, el Rapid de Viena (campeón en 1941 y ganador de la Copa en 1938) y el First de Viena (ganador de la Copa en 1943).
La última temporada disputada fue la 1943-1944; la siguiente no llegó a culminar, debido a que la guerra ya se peleaba en territorio alemán.
El Rote Jäger (“Cazadores Rojos”) fue un equipo de exhibición de Hamburgo, que tuvo una corta vida entre 1943 y 1944. Su creador fue el as de la aviación Hermann Graf, quien incorporó a su brigada de combate a los mejores futbolistas alemanes como “consejeros técnicos”, con la idea de salvarlos de ir al frente. A Los Rote Jäger (cuyo arquero era el propio Graf) los dirigía Sepp Herberger, legendario entrenador de las selecciones alemanas de 1936 a 1964 (Campeón Mundial en el Mundial de Suiza 1954) y tenían entre sus filas al joven mediocampista Fritz Walter (que fue vital en la conquista de aquel mundial). El equipo era importante para ayudar a mantener la moral entre los soldados alemanes (público principal de sus encuentros): este hecho fue percibido por el régimen nazi, que en el ocaso de la guerra hizo terribles esfuerzos para mantener al fútbol como un espacio de distracción y válvula de escape de la derrota bélica inminente.
El partido de la muerte se jugó el 9 de agosto de 1942, entre el Flakelf de la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana) y el FC Start, (un equipo ucraniano armado sobre la base del Dínamo de Kiev). Iosif Kordik y Mykola Trusevych (este último arquero del Dinamo antes de la guerra), convocaron a antiguos jugadores del Dinamo y del Lokomotiv de la ciudad a patear una pelota un rato y olvidarse de la miseria.
Este equipo le había ganado fácil a todos sus rivales, entre ellos, a los combinados de las guarniciones húngara y rumana, y al propio Flakelf lo había vapuleado por 5 a 1.
Los alemanes arreglaron una revancha para el 9 de Agosto, advertidos los ucranianos de que una nueva derrota nazi les iba a costar la vida.
Para colmo, el juez del partido era un oficial de las Waffen-SS. En el primer tiempo, los alemanes triunfaban por 2 a 1, y molieron a patadas a los ucranianos, el jugador Trusevych estaba atontado por recibir un puntapié en la cabeza.
En el entretiempo se les advirtió a los ucranianos, en forma muy clara, que se esperaba que perdieran. En un terrible segundo tiempo, los ucranianos dieron vuelta el resultado, 3 a 2, los alemanes empataron el encuentro, pero el Start se impuso 5-3. Cuando el defensor Oleksiy Klimenko gambeteó a media defensa alemana y al arquero y, en vez de marcar el gol con el arco libre, decidió hacer un pase atrás a un compañero que estaba en mitad de cancha. El juez dio por terminado el partido, Ucrania no se rindió.
Una semana después varios jugadores del Start fueron arrestados bajo la acusación de espías soviéticos, otros fueron enviados a un campo de trabajos forzados y Mykola Korotkyj, murió en una sesión de tortura.
Al final del conflicto bélico, Stalin, acusó a los jugadores que se salvaron, de haber “confraternizado” con el enemigo; les perdonó la vida a cambio de guardar silencio, porque la prensa rusa había publicado, a fines de 1943, unos despachos sobre el encuentro que afirmaban que los jugadores de Start habían sido fusilados por los alemanes apenas culminado el partido.
En 1959, Petro Severov y Naum Jalemsky publicaron un libro que hizo de conocimiento general esta historia en la hoy desaparecida URSS.