Una faceta poco conocida del fútbol: la de su lucha por reivindicaciones laborales que incluyó huelgas importantes. El propio Perón enfrentó la primera huelga de su gobierno: la de futbolistas.
Sábado 28 de mayo de 2016
Hace poco más de 15 días, nos conmovíamos con el gesto de protesta de los jugadores de Estudiantes de San Luis en el estadio “Mario Alberto Kempes” de la ciudad de Córdoba. Es que irrumpió en la televisación millonaria del partido del ascenso, el contraste de quienes protagonizan el juego, objeto predilecto del negocio y la falta de pago de sus salarios desde hace 5 meses. Cuando el árbitro del encuentro pitó el comienzo, los puntanos tiraron la pelota afuera, se abrazaron muy cerca del círculo central e hicieron un minuto de silencio y una especie de “huelga de piernas caídas”. Esta acción fue acompañada por sus contrincantes de Talleres de Córdoba y todo el público presente, con un aplauso constante y emotivo, como forma de apoyo. Dicho sea de paso, el gremio, Futbolistas Argentinos Agremiados pareciera no advertir el conflicto.
El fútbol, aunque muchos no lo sepan, alucinados por las riquezas que genera tan bello deporte, tiene una larga historia de resistencias y luchas. Y desde un principio compartieron los métodos de la clase obrera. Cabe recordar, casi como el ABC de la economía que el capitalismo convierte todo lo que encuentra en su camino en mercancía y, el fútbol, de ninguna manera, es la excepción. O generas valor con tu fuerza de trabajo o sos la mercancía propia. En el caso de los futbolistas son ambas cosas a la vez. Desde hace décadas, los clubes deportivos son auténticas empresas. Sin embargo, el fútbol sigue siendo auténticamente popular, no solo por el público, sino también por el origen humilde de la mayoría de los mejores jugadores del mundo, nacidos por estas tierras semicoloniales. Bastan como ejemplo, el Burrito Ortega, Carlitos Tevéz, Riquelme o un ya legendario Diego Armando Maradona.
Sin embargo, surgen polémicas en torno a la profesionalización de este deporte durante las primeras décadas del siglo XX. Es que, el fútbol que nació amateur, se hizo cada vez más competitivo y durante ese período se mantuvo un conflicto entre los partidarios del amateurismo y los del profesionalismo. Muchos futbolistas y algunos pocos dirigentes sostenían la necesidad de organizar una liga de fútbol profesional aunque la mayoría de los clubes y sus dirigentes se oponían. Estas contradicciones llevaron a la creación de ligas paralelas y, además, durante las décadas del 10 y del 20 predominó el llamado “amateurismo marrón”, por el cual los clubes abonaban sumas de dinero a sus jugadores de manera informal y antirreglamentaria.
Corría el año 1931, el general José Félix Uriburu, quien había derrocado al presidente Hipólito Yrigoyen, decretó estado de sitio, ley marcial, intervención de provincias y universidades y disolución del Congreso. Las cárceles se poblaron de presos políticos y el 1° de febrero fue fusilado Severino Di Giovanni. En abril, la Asociación Mutualista de Jugadores declaró la primera huelga en la historia del fútbol argentino. La medida incluía al partido que la selección debía disputar en Paraguay. Por su parte, una columna de jugadores huelguistas marchaba por Diagonal Norte hacia la Casa de Gobierno a reunirse con Uriburu. El diario socialista La Vanguardia editorializó: “El lunes los jugadores tomaron tres importantes resoluciones: declararse en huelga, no ir al Paraguay e ir en cambio a la Casa Rosada y cantarle el himno al Provisorio (por Uriburu). Nos imaginamos al General rodeado de los improvisados coristas repitiéndole a voz en cuello el consagrado ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad...! Menos mal que los muchachos sólo le pedían en realidad sus pases libres" (Ezequiel Fernández Moores en La Nación, 2011). Lo que ellos reclamaban era el fin de la cláusula "candado", que obligaba a un jugador a quedar dos años parado si quería ir a otro club por decisión propia. El presidente golpista recibió el petitorio de los huelguistas, quienes luego de cantar el himno se retiraron.
Al calor del comienzo de la profesionalización del fútbol y al transformarse en trabajo, surgió la organización sindical de los futbolistas en 1944 cuando se creó el sindicato de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) dentro de la Confederación General del Trabajo (CGT), que agrupa a los jugadores profesionales. Hoy, el FAA cuestionado por los manejos con los fondos y pases de jugadores, por reclamos no atendidos y sospechado de negociados con el “Fútbol para todos” y la propia AFA, casi una burocracia tradicional.
La primera huelga al General Perón
La primera huelga que sufrió el gobierno peronista, aunque cueste creerlo, vino de la mano del fútbol. El 1º de noviembre de 1948 Fernando Bello (arquero de Independiente), Oscar Basso (capitán de San Lorenzo) y Adolfo Pedernera (uno de los grandes mentores de "La Máquina" de River entre 1941 y 1946 y para esa época ya en Huracán), reclamaban mejores condiciones en las relaciones profesionales con cada club. Estaban rebelándose contra la desproporción existente entre los ingresos de los clubes y los salarios que ellos percibían. Además, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no reconocía al gremio de jugadores, los clubes incurrían en injusticias y los jugadores reclamaban un sueldo mínimo, la libertad de contratación una vez cumplido el compromiso laboral y el reconocimiento para su gremio.
El conflicto duró cuarenta días. Según las fuentes de la época, el General Perón se sintió profundamente dolido y traicionado por la actitud de los jugadores de fútbol, a los que consideraba como “privilegiados” dentro del mundo de los trabajadores. La huelga triunfó, se obtuvo el reconocimiento de salarios mínimos para los jugadores de primera y segunda división. Sin embargo, a modo de disciplinamiento de los jugadores combativos, en mayo de 1949, el Ministerio de Trabajo impuso un salario tope de mil quinientos pesos y no pudo evitarse la emigración de casi un centenar de los mejores jugadores argentinos, la mayoría a Colombia (no estaba afiliada a la FIFA), México y hasta a Cuba. El alejamiento de grandes referentes de la aquel momento produjo un desprestigio y una desvalorización del fútbol argentino, que en esa época asomaba como uno de los más atractivos por su nivel y competitividad.
De resistencias y conquistas
Varios años después, en noviembre de 1971, en pleno gobierno dictatorial, los futbolistas protagonizaron una gran huelga cuya exigencia era que se estableciera un convenio colectivo de trabajo. Después de 18 días de presión y suspensión del juego, el gremio logró su objetivo: la Secretaría de Trabajo reconoció el convenio. No obstante, uno de los que se puso al frente de la protesta, José Omar Pastoriza, debió emigrar a Francia.
Durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, en 1975, la AFA, se negó a firmar el convenio colectivo de trabajo, por lo que Carlos Pandolfi (Santa Fe) y Carlos Della Savia (Gimnasia y Esgrima de La Plata) lideraron una exitosa huelga que pugnaba por la renegociación del convenio colectivo de trabajo.
La medida duró cuatro días y su logro fue que se declarara la conciliación obligatoria y quedó establecido el estatuto por la ley 430/75.
El 16 de noviembre de 1984, el FAA inició otra vez la huelga porque 10 jugadores de Boca pidieron la libertad de acción. Si bien ésta duró solo un día, la serie de suspensiones continuó en enero de 1985 cuando el gremio junto con Ricardo Gareca y Oscar Ruggeri encabezaron una huelga que se mantuvo durante 15 días, por la violación del convenio colectivo de trabajo que impedía ilegalmente que quedaran libres de Boca. Finalmente, el 2 de febrero la AFA los dejó libres.
Luego, en mayo de 1988, la actividad futbolística se paralizó una semana porque en Córdoba casi pierde la vida Claudio Zacarías, jugador de San Lorenzo. Antes de que comience un partido frente a Instituto, una bomba de estruendo rompió un vidrio del vestuario visitante que le cortó una arteria a la altura del hombro. En repudio a esta agresión se realizó un paro, que se levantó después de varias promesas de la aplicación de medidas que tenderían a garantizar la seguridad física de los jugadores en los campos de juego.
Casi 10 años más tarde, en agosto de 1997, Oscar Ruggeri (en ese momento jugador de San Lorenzo) lideró una nueva huelga que perseguía el objetivo de que seis futbolistas del Club Deportivo Español quedaran libres a pesar del recurso pedido a la justicia por parte del club.. Finalmente, tras 15 días de paro, el objetivo se cumplió pero la dirigencia de San Lorenzo despidió a Ruggeri, quien tuvo que finalizar su carrera en Lanús.
El 9 de diciembre del mismo año, a propuesta del FAA y por un fallo de la Justicia se suspendieron los torneos de ascenso, luego de los hechos de violencia registrados en el partido Chacarita-Morón. Esta fue la primera vez que la AFA avaló el cese de actividades propuesto por FAA.
En febrero de 1999, el juez Víctor Perrota, quien un año antes había paralizado durante diez días el fútbol por una presentación formulada por la Fundación Fair Play con el objetivo de frenar la violencia instalada en los escenarios deportivos, volvió a suspender la actividad del ascenso cuando se registraron nuevos episodios de violencia. Sin embargo, esta vez, los futbolistas de primera división se solidarizaron con sus colegas del ascenso y suspendieron la actividad por una semana.
Como vemos, tomando como punto de partida el conflicto, el fútbol argentino del siglo XX y sus protagonistas, los futbolistas, tienen una tradición de lucha semejante a la tradición de la clase obrera argentina. No obstante, hay un momento en el que la profesionalización y mercantilización del fútbol comienza a transformar la condición social de los jugadores y con ello alteran el rol de jugador/trabajador hasta convertirse en casta privilegiada y pequeños o grandes empresarios. Claro está que esta situación no ocurre en la inmensa mayoría de jugadores que intentan vivir del deporte, ni son equiparables las distintas categorías del fútbol argentino.