Jueves 6 de abril de 2017
Basada en un manga japonés homónimo, “Vigilante del futuro: Ghost in the Shell” la película dirigida por Rupert Sunders y protagonizada por Scarlett Johansson, muestra a la actriz en el rol de una Cyborg (la fusión entre un organismo humano con robótica), la primera de su tipo, que fruto de los experimentos de industrias Hanka, una organización de tecnología paraestatal, olvidó su pasado pero cuestiona constantemente quién es y su nueva biología pensada para combatir el terrorismo desde el grupo de elite denominado “Sección 9”.
La película que se desarrolla en una ciudad inteligente del futuro donde prima la tecnología avanzada pone en el centro el debate sobre la evolución humana y el culto a la máquina en esta época de grandes desarrollos tecnológicos.
Sobre dicha cuestión de los alcances del poder tecnológico puede citarse la obra del pensador estadounidense Lewis Mumford, “Técnica y evolución humana”, quien pone de relieve como las invenciones tecnológicas se desarrollaron a la par de invenciones como el lenguaje y la organización social y cómo puede hablarse de una tecnología totalitaria de la época moderna y sobre como el progreso ayudó a la aparición de la “megamáquina”: una máquina invisible para manejar a las masas en beneficio de una minoría privilegiada.
La película también advierte sobre la obsesión por el cuerpo utilizando la tecnología como prótesis para mejorar la estética tomando al cuerpo como un objeto perfeccionable según el gusto del consumidor, un cuerpo devenido como stock.
Como menciona Jürgen Habermas en “Un argumento contra la clonación de seres humanos”: “La ambivalencia gramatical de la cuestión ética fundamental – quiénes somos y quiénes queremos ser- se explica a partir del hecho de que nosotros nos encontramos ya a nosotros mismos, en cierto modo, como una persona determinada. Somos responsables de nuestras acciones y omisiones”, y algunos entienden esto como “un destino del que debemos “hacernos cargo”, otros ven en ello un reto, “llegar a ser lo que uno quisiera ser”.
En contraposición a este debate la protagonista recibe la enseñanza a lo largo del film de que “uno se define por sus acciones”. Y ante el debate de un cuerpo Cartesiano, contrapone la importancia del “Ghost” el “alma”, tan importante para la cultura japonesa, que prevalece en su cuerpo-máquina.