Cientos de refugiados has sido expulsados este lunes desde Grecia hacia Turquía, trasladados en tres embarcaciones con fuerte presencia policial.
Martes 5 de abril de 2016
Foto: EFE/Tolga Bozoglu
Una mañana fría y oscura en las costas del Egeo. Dos barcos con bandera turca zarparon desde la isla de Lesbos, en Grecia, con destino al puerto de Dikili en Turquía. La primera embarcación, custodiada por dos barcos de la guardia costera turca y un helicóptero, trasladaba a 131 inmigrantes, en su mayoría paquistaníes. Un poco más tarde se sumó otra con 66 refugiados expulsados desde la isla griega de Chios. El operativo ha contado con una fuerte presencia de policías europeos: uno por cada inmigrante deportado.
Para deportar a 202 personas, en los barcos iban 180 policías europeos (Frontex) + agentes de la policía griega pic.twitter.com/5mPJWYucv0
— Principia Marsupia (@pmarsupia) 4 de abril de 2016
Este lunes ha comenzado a implementarse el pacto entre la Unión Europea y Turquía, con la expulsión masiva de refugiados. En total son 132 ciudadanos de Pakistán, 42 afganos, 10 iraníes y nacionales de hasta siete países más, entre los que hay dos sirios que "por razones personales" supuestamente pidieron volver a Turquía, según autoridades griegas.
"Sólo vamos a probar nuestra suerte. De todas formas, ya estamos muertos"
En las islas del Egeo acampan más de 6.000 personas mientras que en el campo de detención de Moria, en la isla de Lesbos, se hacinan ya más de 3350 personas y diversas ONG han denunciado las condiciones insalubres en las que tienen que vivir juntos hombres, mujeres y niños.
La situación es parecida en la isla de Quíos, en cuyo centro de detención siguen encerrados más de 1.800 migrantes a los que hay que sumar los 600 que escaparon derribando una valla el viernes y que luego fueron reprimidos por la policía.
Alrededor de 300 de estos migrantes se instalaron en un campo abierto propiedad del Ayuntamiento y otros 300 están en el puerto de la capital de la isla esperando tomar un barco hacia Atenas.
Al puerto ateniense del Pireo, donde ya se acumulan más de 4.800 personas que el Gobierno griego espera reubicar en otros campos organizados durante esta semana, llegaron el domingo por la noche 73 refugiados más procedentes de la isla de Samos, y el lunes por la mañana 25 adicionales desde Lesbos.
A pesar de que el acuerdo de la UE con Turquía refuerza los controles en las fronteras, las llegadas a Grecia no se han detenido: más de 300 personas llegaron en 24 horas entre domingo y lunes, a las que hay que sumar las 1.400 que arribaron el fin de semana. Los refugiados siguen buscando la manera de huir de la guerra en Siria y no se resignan a quedarse en Turquía.
Unas pocas horas después de que el primer barco zarpó desde la isla de Lesbos, la guardia costera griega rescató al menos a dos lanchas que llevaban a más de 50 migrantes y refugiados que trataban de llegar a la isla.
También el lunes, la guardia costera turca rescató y llevó a un centro cerca de Dikili a un grupo de 47 personas, en su mayoría paquistaníes, informó un testigo a Reuters. "Sólo vamos a probar nuestra suerte. De todas formas, ya estamos muertos", dijo Firaz, de 31 años, sirio kurdo que viajaba con su primo.
Durante el fin de semana tanto en los centros de registro de las islas como en los campos de Idomeni y el puerto del Pireo ha aumentado ostensiblemente la tensión. Ha habido numerosas protestas y choques con la policía.
Un video se muestra uno de esos momentos de tensión y desesperación entre los refugiados, que terminan gritando “shame” (vergüenza) a los policías griegos que los amenazan.
El Gobierno griego dijo el domingo que estaba “preparado para posibles brotes de violencia por parte de los refugiados” cuando empezaran las devoluciones, según admitió el portavoz del centro de gestión de refugiados, Yorgos Kyritsis. La UE prometió hasta 1.500 policías de diversos Estados miembros para reforzar a las fuerzas de seguridad de Grecia.
Expulsiones, xenofobia y represión, la respuesta de la Unión Europea a los refugiados que huyen de la guerra.