En casa Rosada y con la mitad de los Gobernadores presentes, Guzmán y Fernández revelaron que hay diferencias con el FMI sobre el "sendero fiscal", es decir, sobre el camino del ajuste. Buscando apoyos políticos admitieron que no hay acuerdos “buenos”, sino “posibles”. Nada bueno para las grandes mayorías puede salir de ese acuerdo con el Fondo.
Miércoles 5 de enero de 2022 20:04
Foto: Télam
Con la mitad de los gobernadores presentes, Martín Guzmán y Alberto Fernández brindaron información sobre las negociaciones con el FMI para lograr un acuerdo por la deuda contraída bajo el Gobierno de Macri. Comunicaron que han llegado a acuerdos en relación a algunos aspectos centrales como el crecimiento de las reservas internacionales, la reducción de financiamiento del Banco Central al Estado por la vía de la emisión monetaria y la determinación de políticas sobre "precios e ingresos".
Sin embargo, la madre de todas las batallas y que estaría empantanando las negociaciones es el ritmo de reducción del gasto público y el déficit fiscal, el “sendero fiscal” en palabras de Guzmán. A diferencia de lo que decían tiempo atrás, el FMI no cambió y la exigencia de un plan para llegar al equilibrio fiscal, al déficit cero, es central.
Esto no sorprende, el país tiene una larga historia de programas con el FMI, sus consecuencias son conocidas. Días atrás, la economista Candelaria Botto decía al respecto a este medio: “Si bien se ha dicho que el Fondo cambió, sigue siendo un organismo multilateral muy burocrático y con reglas muy claras que abogan por una macroeconomía donde lo más importante es el equilibrio fiscal. Más allá de lo que se diga discursivamente, se busca ese equilibrio y la discusión es cuando se llega. Si se mira el paso del 6,4 % del déficit del PBI en 2020 -teniendo en cuenta que fue el año de la pandemia y hubo programas específicos como el ATP o el IFE- de la reducción al 3,5 % para 2021 y un 3,3 % para 2022, es un sendero claramente de reducción del déficit fiscal.”
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En esta tónica, el ministro de Economía admitió: "En términos absolutos no existe un buen acuerdo porque el mundo no cuenta con opciones para suavizar los pagos en el tiempo. Lo que existe es un acuerdo bueno en términos relativos". La realidad es que dentro de esos parámetros no hay salida para la profunda crisis social abierta en el país que ya sumergió a más del 40 % de la población bajo la línea de pobreza que estima el Indec.
Además, Guzmán agregó: "El sendero fiscal es el punto en el que hoy no hay acuerdo. Es esencialmente un programa de ajuste versus un programa que le dé continuidad a esta recuperación fuerte de la Argentina." Alberto Fernández declaró, en el mismo sentido, que es necesario desterrar la palabra ajuste, pero el ajuste ya está en curso y se profundizará durante el 2022. Según estimaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), se observa que en cuatro años hubo una reducción del gasto público primario del 6,7%. Los más afectados son los jubilados, al haber caído un 17 % lo destinado al pago de sus haberes, en comparación con 2017.
La deuda con el Fondo es impagable, como explicó Guzmán de no llegar a un acuerdo durante 2022 deberían abonarse más de US$ 19.000 mil millones y en 2023 más de US$ 20.000 millones, cifras superiores a todo el superávit comercial, extraordinario, del 2021. Un nuevo acuerdo, sólo atrasaría el estallido de la crisis de deuda por unos años y profundizaría el sometimiento del país al FMI. El mismo ministro advirtió sobre las consecuencias a largo plazo: “Lo que se acuerde ahora no tiene consecuencias solamente para el 2022 y el 2023. Tiene consecuencias para el 2024, 2025, etc. Va a tener consecuencias por años, por más de una década”.
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El encuentro realizado en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada fue un intento del Frente de Todos de mostrar unidad para las negociaciones. Pero debieron aceptar una asistencia de menor relieve a la buscada, el Presidente expresó que su intención original era una convocatoria más amplia que incluya a empresarios y sindicalistas. Finalmente sólo estuvieron presentes la mitad de los gobernadores, los demás enviaron a otros funcionarios en su representación y Rodriguez Larreta rechazó participar por cualquier medio de la reunión.
Las ausencias marcan un nuevo capítulo en la disputa abierta por quién paga menos costo político por cumplir con las exigencias del Fondo. En el peronismo y la oposición de Juntos no hay grieta a la hora de pagar la deuda externa, pero se pasan de un lado al otro la responsabilidad de haberla generado. Aun así, son las fuerzas políticas que han gobernado en las últimas décadas y la deuda nunca ha dejado de crecer. Es un mecanismo de sometimiento que genera crisis de forma cíclica, del cual no han buscado salir.
Los acuerdos ya alcanzados con el FMI, según Guzmán, no son un dato menor. Garantizar el aumento de las reservas internacionales, continuar bajando la emisión monetaria y regular precios e ingresos en función de cumplir con los pagos de la deuda, sólo pueden ser parte de un plan para que el costo de la crisis recaiga sobre las familias trabajadoras. La única alternativa que permitiría evitar estos sufrimientos es la declaración del no pago soberano de la deuda externa, tomando las medidas necesarias para destinar esos recursos a generar empleo y revertir el ajuste del gasto público, para garantizar ingresos al conjunto de la población que le permitan cubrir sus necesidades.
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