El joven lonko mapuche responde desde la cárcel de Esquel. La desaparición de Santiago Maldonado, la represión sistemática a su pueblo y la lucha por la tierra que Benetton y Macri no quieren devolver.
Daniel Satur @saturnetroc
Jueves 10 de agosto de 2017
Desde hace días su nombre está en boca de todo el mundo. Los organismos de derechos humanos y los sectores populares lo rodean con amplia solidaridad. El Gobierno, el Poder Judicial y corporaciones como Benetton o Clarín, en cambio, ven en su figura un espectro temerario.
En rigor, Facundo Jones Huala hoy no hace más que bajar de peso y hablar pacientemente con quien quiera escucharlo. La huelga de hambre que inició hace diez días en su celda del pabellón 6 de la Unidad Penitenciaria 14 de Esquel ya se hace sentir. Su idea: ponerle el cuerpo a la protesta y a la vez compensar el esfuerzo que afuera viene realizando su comunidad por conseguir que lo liberen. “De a poco se van sintiendo los efectos, pero hay que mantener firmes las convicciones y seguir haciendo un llamado consecuente a la movilización y a la conciencia, principalmente del pueblo mapuche, del resto de los pueblos originarios y de las masas oprimidas en su totalidad”, dirá en el comienzo de la charla con La Izquierda Diario.
El joven de 31 años lleva cuarenta días detenido en la cárcel federal. La versión estatal, en la pluma del juez federal Gustavo Villanueva, es que por ser considerado “terrorista” por el Gobierno de Michele Bachelet debe ser extraditado a Chile tal como lo solicitó el Estado trasandino. Él plantea que todo es ilegal, que está siendo juzgado por segunda vez en una causa que ya había tenido un fallo a su favor y que no se le respetan garantías constitucionales básicas.
“Es evidente que esta es una situación política más que jurídica, parece que con este caso están queriendo inventar nueva jurisprudencia”, ironiza Huala. En verdad la situación por la que está preso es un engendro jurídico. Hasta hace casi un año estaba preso por el pedido del Estado chileno pero el 1° de septiembre pasado el juez federal de Chubut Guido Otranto lo liberó tras dar por “inválido el procedimiento” que lo había llevado tras las rejas.
Paradójicamente el juez Otranto es el mismo que hace poco más de una semana le pidió al Ministerio de Seguridad de la Nación que reprima a la comunidad que habita en la zona de Cushamen, hecho que derivó en la desaparición de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería. El día anterior, el lunes 31, una manifestación mapuche fue repelida a balazo limpio en Bariloche. Nueve detenidos y varias personas heridas. Habían marchado para pedirle al titular del juzgado federal de esa ciudad, Villanueva, que libere a Huala ya que no puede juzgarse a una persona dos veces por un mismo delito.
¿Hay una escalada represiva contra tu comunidad?
Dicen que son un grupo peligroso que aterroriza a la gente
¿Tu detención es una “venganza” contra la comunidad mapuche?
El juez Otranto era garantista pero terminó dándose vuelta por la presión de la Sociedad Rural, del gobierno de Chubut y del Ministerio de Seguridad nacional. En el juicio anterior contra mí ya sabíamos que él había sido apretado por la Sociedad Rural. Él mismo lo contó. De hecho, cuando me dio la libertad, el gobernador Das Neves le pidió el juicio político. Y del juez Villanueva se dice que ocultó pruebas en juicios a los militares de la dictadura. O sea que estoy en manos de un juez fascista y de otro que era garantista pero por las presiones y el miedo se dio vuelta.
Pero más allá de Otranto y Villanueva, hoy quien actúa y ordena es el Ministerio de Seguridad de la Nación.
Orden y desaparición
Facundo Jones Huala dialoga con serenidad y a la vez responde con la celeridad propia de quien está convencido de lo que piensa y siente. Sabiéndose preso político, arroja definiciones bien pensadas. Quizás con la intención de que este medio no tergiverse ni una de sus palabras, como sí lo vienen haciendo las empresas periodísticas que se suman a la campaña demonizadora de los gobiernos de Mauricio Macri y Mario Das Neves.
Sin celular y sin poder hablar más que con quienes lo visitan o lo llaman al teléfono del pabellón, se fue enterando de la última represión y de la desaparición de Maldonado a cuentagotas.
¿Qué sabés de los hechos del 1° de agosto?
¿Gendarmería entró directamente al campo?
¿Cómo quedó la gente de la comunidad tras la represión?
Huala agrega que la represión no fue sólo en el campo. Voceros de la comunidad mapuche que estaban en Esquel salieron para la zona apenas se enteraron de que estaban reprimiendo. En el camino fueron detenidos por la Policía provincial, que los requisó y les retuvo los teléfonos como condición para liberarlos.
¿La gente de la comunidad no duda que Gendarmería se llevó a Santiago?
Así y todo la gente se encuentra firme y dispuesta a seguir resistiendo y reconstruyendo nuestro mundo, pese a las brutalidades y represiones. Estamos en condiciones de resistir y de luchar.
Obviamente la violencia estatal y terrateniente no es nueva
Acá hay familias desaparecidas, como los Calfullanca en Cholila. A principios de este año un terrateniente mandó a matar a un chico de apellido Nahuelpan en Mallín Ahogado, cerca de El Bolsón. Lo mató un sicario frente a un contingente de sesenta turistas, en pleno día, y nadie hizo nada. Son muchos casos que nunca tuvieron justicia. Y están las torturas cotidianas. Nosotros decimos que así como en las ciudades es tan común el gatillo fácil, imagínense lo que es en el campo, sin infraestructura básica, sin comunicación, sin señal de celular. Los cuerpos terminan apareciendo días después, llenos de moscas.
Reclamo ancestral
Quienes quieren demonizar a Facundo Jones Huala y los suyos no se ahorran en gastos. Hasta Jorge Lanata produjo un amañado informe en su programa de domingo en Canal 13, donde el lonko aparece entrevistado en la cárcel por el periodista Nacho Otero. “Me tuvieron más de una hora hablando, gastando saliva, para pasar 30 segundos editados”, se queja.
La campaña parece orquestada. Al unísono la ministra Patricia Bullrich, el gobierno de Das Neves, Clarín, la Sociedad Rural y diversos “analistas” de “la cuestión” mapuche presentaron a Huala y a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) como fieles exponentes de una supuesta violencia política que “estaría volviendo” a regar suelo argentino.
¿Qué pensás cuando te dicen “terrorista”?
¿Qué tipo de reclamo concreto realizan al Estado
¿Quieren construir un Estado dentro de otro Estado, como dice Patricia Bullrich?
¿Y respecto al campo que compró Benetton y del que quieren echarlos?
El Gobierno no parece decidido a atender el reclamo ancestral
¿Qué quiere decir que están jugando con fuego?
Ya era grave lo de Julio López. Pero en ese caso se las arreglaron para hacerlo desaparecer de una manera más bien parapolicial, ocultando pruebas y demás. Ahora, en este caso la gente vio a la propia Gendarmería llevarse al compañero.
Creo que todo esto nos obliga a debatir más profundamente proyectos políticos más de base y más revolucionarios. Yo creo que los revolucionarios tienen que perder el miedo de decir que son revolucionarios. La revolución no es un jardín de infantes. Lamentablemente las revoluciones son así, son dolorosas. Pero son necesarias. A nosotros siempre nos golpearon, nos han detenido, nos han desaparecido. Lo que pasó con Santiago no es nuevo, pero en el contexto en que sucedió lo hace mucho más grave y más público.
Concepción colonial
Facundo Jones Huala está convencido de lo que habla. Por eso nunca pierde la serenidad y la paciencia para explicar todo, aún bajo los efectos de una huelga de hambre diez días. La dura reflexión que lanza, sobre el hecho de que los gendarmes pensaron que Maldonado era un mapuche más y por eso lo castigaron con total impunidad, grafica el pensamiento de su comunidad, acostumbrada al ninguneo y la marginación sistemáticos.
¿Cuánto de pensamiento racista y colonial hay en quienes los reprimen?
¿La desaparición de Maldonado entra en esa lógica?
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).