Agustina Chaves es una de las 900 trabajadoras que hacen funcionar el subte todos los días. Militante de la Agrupación Bordó del subte y de la Agrupación de mujeres Pan y Rosas. Su vida entre pañuelos verdes, burócratas con sotanas y la pelea por poner al transporte público al servicio de las grandes mayorías.
Evelin Cano Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH)
Jueves 28 de febrero de 2019 20:11
Fotografía: Enfoque Rojo
Jueves a la noche, 34° en Buenos Aires. En la casa de Agus, como le dicen sus compañeras, se puede escuchar el ruido de la gran ciudad. Había planeado una “noche de chicas” en su casa, las cinco preparan una ensalada, especial para una noche de calor. Las trabajadoras del Subte conversaban y tomaban una cerveza con estudiantes de Derecho, que no se conocían hasta esa noche.
-¿Y cómo se conocieron ustedes? – Indagaba, curiosa, una estudiante a las trabajadoras.
Las miradas de complicidad entre Florencia y Agus vibraban en el aire. Hay algo más que las une, algo más que ser mujeres. Plantarse, para Florencia, significaba exigirle paro al sindicato, levantar molinetes y no cobrar el boleto para perjudicar a sus patrones, Metrovías.
A pesar de que las mujeres son un tercio del personal del subterráneo, no es común que se armen redes entre las trabajadoras. Están repartidas entre todas las líneas, y la conducción no le interesa proponer espacios para que se conozcan, menos para que se organicen. ¡No vaya a ser que pinten de verde al transporte público más importante de la Ciudad! Igual ellas se plantan. Se acerca el 8 de Marzo y la idea de un paro internacional de mujeres.
“Primeros pasos subterráneos”
Corría el año 2003, empezaba el paro más largo de la historia del Subte. Agus recién entraba a trabajar con 21 años, junto a su hermana, mientras hacía malabares para seguir estudiando Licenciatura en Periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Fue un alivio para sus padres, a quienes la crisis del 2001 los había dejado sin trabajo, que sus hijas puedan entrar.
Era viernes, 16:30 hr se paran todas las líneas y el premetro, desde las 16:15 no se venden boletos. A la madrugada del sábado hay piquetes en las vías y la empresa entraba con escribanos a las cabeceras para presionar. Los huelguistas peleaban porque se aplicara la jornada de 6 horas en el sector de boleterías.
Agus se acuerda como la impactó esta unidad contra Metrovías y la UTA. Le puso nombre y apellido: "solidaridad de clase". La amenaza de despidos no los asustaron y la unidad fue creciendo con las horas hasta transformar a trabajadores boleteros, de tráfico y talleres en un mismo cuerpo y una misma voz. Fueron por el triunfo y lo consiguieron, dejando la enseñanza de una lucha ofensiva y ejemplar.
El 25 de junio del 2018 colectivos, subtes y trenes estuvieron totalmente paralizados. A las 7 de la mañana los vuelos fueron suspendidos por los aeronáuticos y los puertos parados. La huelga por el ajuste y los tarifazos inmovilizó el país de este a oeste y de norte a sur.
¡Somos mujeres trabajadoras, hoy vinimos a gritar aborto legal y todas juntas hacer que tiemble la burocracia sindical! – cantaban al unísono con la policía en frente.
Una trabajadora por el derecho al aborto
Una semana antes que se discutiera el proyecto de Ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito en el Senado, la bronca de muchas trabajadoras recorría los pasillos varios metros bajo tierra.
Mientras tanto, Pianelli y Segovia -conducción del sindicato la agrupación Roja y Negra- están en Roma. Se toman unos mates con el papa. Los peronistas que firmaron actas a espaldas de los trabajadores y aceptaron limitar el derecho a huelga de AGTSyP a principios del 2018 como quería Macri, ahora se ponen de la vereda de enfrente con el principal enemigo de todas las trabajadoras que salieron a ser una verdadera marea verde con estudiantes, docentes y mujeres de todo el país.
Con la lucha muchas trabajadoras lograron ingresar al sector tráfico y acceder a mejores categorías, pero aún se mantiene la desigualdad de género: siguen sin poder trabajar de noche cuando las horas son mejores pagas. De las guarderías? Ni hablemos.
Ellas no pelean sólo por sus problemas, entienden que cada paso es para el conjunto de las trabajadoras y contra un sistema que aprovecha las desigualdades para tener más ganancias. Las burocracias dividen. Agus y sus compañeras no se achican, con la fuerza que mostró el movimiento de mujeres saben que el desafío es pelearla, organizadas en los laburos y en las calles, más que nunca exigiendo paro nacional porque se mostraron enemigos poderosos de las mujeres. Ella lo vivió desde el primer día, por eso está convencida que el camino para vencer es la unidad en la lucha entre todos los trabajadores y las mujeres.
22 de febrero 2019. La ciudad arde y se avecina una tormenta. Agus toma el micrófono, se encuentra en la asamblea Ni Una Menos de cara al 8M, en el galpón de la Mutual. La bronca le recorre la voz
Su bronca tiene sus razones. Las tarifas del transporte aumentan, y las coimas de Metrovías a los gobiernos de turno, también. Otras empresas quieren parecer “víctimas de la crisis" para echar trabajadoras/es como Fate o Coca Cola . Más bronca.
Agus está convencida de que hay que patear la mesa y mostrar la fuerza que existe para derrotar el ajuste del FMI. Sabe que pagar la deuda implica sudor y lágrimas de millones de mujeres, hambre como la que pasó en el 2001 con su familia cuando arrasaba la crisis. Tanta que recuerda a la gente comiendo de la basura. ¿Cómo vamos a aceptar eso de nuevo?
Un paro internacional de mujeres
Es jueves, 10:30 de la mañana, Agustina recorre las estaciones de la Línea A. Desde Plaza de Mayo se fue a Congreso, por casualidad se encontró con una amiga del sector de limpieza, que al verla la abrazaba con una sonrisa.
Cuando Agustina apelaba a la imaginación de sus compañeras para organizarse lo hacía desde una fuerte convicción, su militancia excede las líneas subterráneas y llegan a la luz del día. Esa pelea es la que siente sus compañeras cuando la ven, y esa es la que se tiene que dar en cada comisión de mujeres, cada lugar de estudio y de trabajo.
El próximo 8 de marzo va a salir a las calles a pelear por el no pago de la deuda externa, para hacer sentir bien fuerte esa consigna que se debe hacer carne y gritar: fuera el FMI de América Latina. No es necesario imaginarse, es necesario pelear para que ese día ciento de miles de mujeres quieran salir a la calle para efectivamente: dar vuelta todo.