En el marco de una crisis sanitaria y social, nos toca despedir con bronca y dolor a una compañera de trabajo con quien dimos peleas cotidianas por mejores condiciones laborales. Sus compañeros de trabajo recordamos a Ana María Martínez, enfermera de años de corazón, amiga, madre y mujer trabajadora.
Domingo 6 de septiembre de 2020 19:45
Allá por el 2001, en plena crisis económica, me incorporé al Hospital Alende de Budge. Yo venía del dispensario de Temperley. Edgardo Di Dío estaba como intendente de Lomas de Zamora, desde su gestión sostenían que los enfermeros, un grupo de 14, eran ñoquis y por eso los daban de baja. Los despedían. Esto no pasaba solo en la gestión del hospital, sino en todo el municipio. En todo el país.
Los compañeros y compañeras los veíamos trabajar todos los días junto a nosotros. ¡No eran ñoquis!
El 2 de enero del 2002 reunidos en asamblea decidimos enfrentar esos despidos y luego de una dura lucha, logramos la reincorporación casi 3 meses después.
Poco tiempo después el Sindicato de Municipales de Lomas de Zamora llamó a elección de delegados, y fue la primera vez que salí electa como delegada del hospital. Todos los afiliados del hospital votaban 3 delegados, derecho que no existía para los trabajadores contratados. Esta injusticia nos llevo a dar más fervientemente una pelea, en donde llamábamos a asambleas unificada y realizamos acciones junto a la Cicop con mandato de asamblea, algo inédito en los pagos de esa podrida burocracia sindical.
Por supuesto el sindicato de municipales negaba estas acciones, rechazaba la asamblea y se unía a la dirección del hospital para atacarnos. Buscaban dividirnos. Luego de dos años y con una elección nueva de delegados, la única manera que tuvo el sindicato de municipales para que yo no pudiera ser delegada otra vez, fue dividir por área y que los contratados votaran.
Las y los compañeros de cocina, maestranza y mantenimiento votaban un delegado, los enfermeros e instrumentistas votaban otro, y las tecnicaturas (donde yo me desempeñaba) votaban a un tercero junto con los trabajadores administrativos, donde el sindicato de municipales tenia mas llegada y eran mas numerosos que los técnicos. Aunque sabíamos que no llegábamos a ganar era importante que los contratados votaran y que los delegados sean por área. Ese era ya un triunfo, la unidad entre efectivos y contratados.
¿Por qué hago toda esta introducción? Porque en esas elecciones dimos la pelea codo a codo junto a la querida Ana Maria Martinez. Se presentó como delegada para enfermería y yo en técnicos y administrativos. Con una gran campaña llamamos a votar a trabajadores y no a burócratas traidores. Otra gran lección que nos dejó esa lucha fue la de la necesaria unidad de los trabajadores, y eso nos llevó a apoyar y poner el cuerpo en luchas emblemáticas, cómo la de Jabón Federal. Ana nunca dudó en ir esas madrugadas frías a dar el apoyo a esos obreros.
Ana María no tuvo una vida simple. De joven vino de Jujuy, trabajó en casa de familia para sostener sus estudios. ¡Se superó a sí misma mil veces!
Tras atravesar violencia machista y patriarcal, se enfrentó a mucho en esta vida.
Pero siempre tuvo claro de qué lado estar, por qué pelear y a quién apoyar. A sus compañeros y compañeras, a su clase, la trabajadora.
Mi más sentido homenaje, con mucha tristeza, pero con la alegría de haber transitado junto a ella estos caminos de lucha. En este día quiero recordarte con esa gran sonrisa, quiero recordarte Anita, cómo esa una gran luchadora por tus hijos y nietos, y por enfrentar una enfermedad que nunca te hizo bajar los brazos.
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