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Red Internacional
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Educación. Huertos escolares y el magisterio: alternativas pedagógicas y crisis ecológica

Además de ser una alternativa pedagógica, los huertos escolares pueden ser socialmente significativos si desde el magisterio se vinculan a una perspectiva socialista.

Miércoles 4 de septiembre de 2019

Los huertos escolares han crecido en todo el país. Se considera una alternativa pedagógica y un espacio de encuentro y organización con padres y madres de familia, estudiantes y maestros.

Los beneficios de estos huertos son muchos: aportan en la producción de oxígeno, fomentan la cooperación, la solidaridad, el trabajo mutuo y producen alimentos sanos en medio de la crisis climática.

Semillas, bioreactores, fertilizantes orgánicos, sistemas de riego, el composteo, son algunos de los aspectos centrales de esta experiencia alternativa. Para quienes ponen en pie estas experiencias, los huertos escolares son una alternativa para la crisis ecológica en el siglo XXI.

Al mismo tiempo, para quienes apuestan a este tipo de proyectos, la creación de huertos es una forma para transitar a una sociedad sustentable en el terreno alimentario, biocultural y ecológico.

La Secretaría de Educación Pública ha admitido estas experiencias y las ha integrado en la currícula del nivel básico. Clubes, talleres y seminarios son impulsados bajo el aparo de la Secretaría.

Alternativa pedagógica: dos narraciones, el individuo y el sistema

Los huertos escolares son una alternativa pedagógica ante el tradicionalismo del aula homogénea y cerrada. Los huertos fomentan el conocimiento de un modo práctico, por medio de la indagación, científica y crítica. Fomenta la participación colectiva, solidaria y comunitaria entre estudiantes, padres de familia y maestros.

Definitivamente la pedagogía implícita en la construcción de huertos es divergente de la pedagogía tradicional del aula pasiva en la que el estudiante solo repite datos, información y trabaja de modo memorístico los contenidos clave.

Es un casi un consenso -salvo por personajes reaccionarios como Donald Trump y Jair Bolsonaro- que la crisis climática es muy grave: extinción de especies animales, polinizadores, sobrecalentamiento global, aumento de la producción de alimentos con agrotóxicos, producción infinita de mercancías de obsolescencia programada y la carestía del agua en las ciudades.

Como estrategia pedagógica, en los huertos escolares pueden existir dos grandes narrativas: la primera que considera que la crisis ecológica es consecuencia de las acciones individuales y la segunda, que consideramos la correcta, que plantea que la catástrofe es consecuencia del sistema económico y social en el que vivimos (el capitalismo).

En la primera narrativa la construcción de huertos es en sí misma una forma, una propuesta de transición, a una sociedad sustentable. Las acciones individuales son suficientes para la construcción de una sociedad sin crisis ecológica. De ahí que la responsabilidad de la crisis está enfocada en el individuo, cada uno de nosotros somos responsables de la catástrofe: la posibilidad de cambiar el modelo es la participación individual. Esta es la propuesta que tiene la SEP sobre los huertos escolares.

Para la segunda, que creemos la apropiada, los huertos son una herramienta de organización en la que se ponen pequeños granitos de arena en el cambio de paradigma ecológico. Sin embargo, a diferencia de la idea del individuo como responsable de la huella ecológica, no todos somos responsables de la crisis ecológica. Esta es la propuesta que debería impulsar el magisterio democrático y crítico del país.

Está comprobado que son las grandes empresas capitalistas las que contaminan el planeta con la producción infinita de gases de efecto invernadero. No es la misma la huella ecológica de las familias de las ciudades que la de las grandes empresas que producen gases de efecto invernadero.

A ello se suman las grandes empresas del agronegocio que, por ejemplo, están detrás del avance de la frontera agrícola en Brasil y de los devastadores incendios en la selva del Amazonas.

Leer: Amazonia: hay que parar la saña predatoria de Bolsonaro y los capitalistas

Los huertos por sí solos no lograrán revertir la crisis, son pequeñas y valiosas aportaciones que construyen comunidad, siempre y cuando estén acompañadas de una crítica al sistema capitalista.

De ahí que para esta segunda narrativa los huertos son solo un instrumento de organización, de difusión pedagógica, para explicar de un modo sencillo que debemos de cambiar el sistema social que impera, la producción irracional de mercancías, por un sistema planificado de solución de necesidades sociales en armonía con la naturaleza, es decir un sistema socialista.

Contra el capitalismo

El capitalismo es el principal responsable de la crisis climática. Por más que quieran convencernos de que el individuo es responsable, son las grandes empresas con la emisión de gases de efecto invernadero y la depredación de la naturaleza las que están llevando al mundo al borde de la catástrofe.

Es el capitalismo que con su sed de ganancia produce mercancías de obsolescencia programada (celulares que no duran más de 3 años, tablets, televisores), que succiona el agua virtual del planeta (el automóvil individual requiere más de mil litros de agua para su producción), que destruye la biodiversidad con los megaproyectos (minería a cielo abierto, agricultura intensiva, agrotóxicos), el que destruye la naturaleza (por ejemplo lo sucedido con el derrame de arsénico por Grupo México en Sonora).

Contra el capitalismo hay que imaginar una sociedad enteramente distinta. Karl Marx sugirió que el socialismo es un sistema ecológicamente responsable. La naturaleza no es una “cosa”, no es una mercancía, es el lugar en el que nos desarrollamos y vivimos.

Debemos superar esta sociedad de la obsolescencia y transitar –mediante una transformación revolucionaria- a una sociedad de bienes duraderos. Esto quiere decir que debemos poner un freno de emergencia a la producción indiscriminada de mercancías.

Karl Marx opinaba que en el capitalismo existe la anarquía de la producción por la lógica de la ganancia. Sólo una economía planificada, comunista, podría garantizar que los bienes sean duraderos

El comunismo propone que la producción se realice para la resolución de las necesidades sociales de un modo planificado, y no para la ganancia de los empresarios capitalistas, lo cual, junto al desarrollo de la ciencia en beneficio de una relación armónica entre la humanidad y el planeta, podría evitar la destrucción ambiental.