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Efemérides. Huxley, London y Burgess: tres autores claves en la ciencia ficción

El 22 de noviembre se cumplió un aniversario más desde que Jack London, Aldous Huxley y Anthony Burgess dejaron este mundo. Estos tres grandes escritores tienen algo más en común: escribieron algunas de las novelas más emblemáticas de la ciencia ficción. Acá las reseñamos.

Viernes 22 de noviembre de 2019 23:00

Un mundo feliz (1932) – Aldous Huxley

En esta Londres del futuro que imagina Huxley la sociedad aparentemente es feliz. Luego vemos que no es más que el efecto de la Soma, una droga que todos toman y que funciona para mantener controlada a la población. Otro tipo de control que se ejerce es el de la reproducción, que es totalmente artificial. Se crean castas que se distinguen entre sí por la conducta de sus individuos, condicionada desde antes de nacer. En este mundo feliz se dejan de lado la literatura, la sensibilidad, el amor, todo aquello que para ellos podría traer malestar. Más tarde otros autores también tomarían el tema del control reproductivo, como Margaret Atwood en El cuento de la criada.

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Podríamos dividir la novela en dos partes. En la primera el protagonista es Bernard Marx, un hombre extrañamente peludo que no encaja en la sociedad. Era mal visto por ser casto mientras todos tenían una vida sexual sin inhibiciones. En la segunda parte el protagonista es John, un “salvaje” que vivía a las afueras de la ciudad pero que en realidad era muy culto. A través de estos personajes se cuestiona a la civilización y nos preguntamos quién es salvaje realmente. En el fondo se trata del eterno conflicto de la búsqueda de libertad para poder ser feliz.

Se ha comparado esta novela con 1984 de George Orwell, debate que el propio Huxley inauguró al escribirle una carta dándole las razones por las que él consideraba que su propia distopía era mejor. Huxley tenía una visión pesimista de la humanidad. Si bien condenaba al nazismo y a las dictaduras como Orwell, también estaba contra el comunismo sin distinguir lo que significó el estalinismo para la revolución rusa. Surge la pregunta: ¿hoy en día la sociedad es controlada por el terror y la violencia como en 1984 o por el placer y el consumo como en Un mundo feliz?

Desde una perspectiva que tiene en cuenta la lucha de clases, esa sería una falsa dicotomía ya que sería como postular que en democracia no existiera más la violencia por parte de los gobiernos y que a las personas solo se las controla a través de distracciones, propaganda y fake news utilizando las nuevas tecnologías. Esto sin dudas existe, pero también lo otro. Alcanza con ver lo que ha sucedido en Chile en el último mes para darnos cuenta de que los gobiernos siguen utilizando la violencia para controlar a quienes se rebelan. Muy lejos están de gasearnos con Soma para adormecernos. Chile despertó, a pesar de las lacrimógenas y los palos. En Argentina está por verse.

Compartimos aquí una playlist basada en Un mundo feliz:

La peste escarlata (1912) – Jack London

Jack London es más reconocido por sus relatos de aventuras pero también fue un brillante escritor de distopías. Su novela más reconocida en el género es El talón de hierro, pero hoy quiero comentar esta pequeña joya. La peste escarlata es una novela corta llena de acción y aventura, que nada tiene para envidiarle a cualquier película postapocalíptica, al estilo Bird Box.

El protagonista es un viejo profesor de literatura llamado James Howard Smith que en el año 2073 le cuenta a sus nietos el comienzo de la peste escarlata y de cómo ese virus terminó con la civilización tal y como la conocemos en el 2013, dando paso a la barbarie. Sin embargo, la humanidad sobrevive y vuelve a empezar desde cero. Puede notarse el pensamiento de London de que para él solo sobreviven los más fuertes, pero también aquellos que conservan su humanidad.

La peste escarlata, como una de las primeras novelas postapocalípticas, abre el camino a todo un subgénero que alienta la idea de que parece más fácil pensar en el fin del mundo antes que pensar en el fin del capitalismo. Paradójicamente y por suerte, London tiene también otros relatos más optimistas en este sentido, como el cuento “La huelga general”.

London era un escritor socialista. Si bien muchas de sus ideas sobre género y raza necesitarían hoy una revisión, gran parte de su obra preserva su actualidad. Como indica el historiador Pablo Pozzi en la presentación de la antología La fuerza de los fuertes (Ediciones IPS, 2016), London “escribía sobre y para trabajadores. (…) Sus historias contrastaban fuertemente con la literatura popular difundida por la burguesía. (…) Su literatura es intensamente humana ya que rescata al individuo del marasmo del individualismo. Más aún, tiene una visión profundamente anticapitalista”.

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La naranja mecánica (1962) - Anthony Burgess

En La naranja mecánica el narrador es Alex, nuestro protagonista, que cuenta a sus "hermanos" cómo ha sido su vida. Utiliza el nadsat, una jerga juvenil creada por Burgess mezclando palabras del ruso y lenguas eslavas, cuestión que puede dificultar un poco la lectura al principio.

En la primera parte de la novela se narran distintos episodios de violencia protagonizados por Alex. Esto hace imposible sentir empatía por el narrador-protagonista. Sin embargo, en la segunda parte se narran las torturas que sufre Alex al ser encarcelado y sometido a un método de tortura con el objetivo de forzar un cambio radical de conducta. Acá sí sentimos empatía por este adolescente, que va perdiendo su libertad, libre albedrío e identidad. La tercera parte de la novela ya nos muestra a Alex fuera de la cárcel. Se supone que es libre y apto para ser reinsertado en la sociedad (incapaz de ser violento) pero es violentado por su familia, por la policía, por unos viejos y por un grupo de políticos oportunistas. Finalmente, de nuevo en manos del Gobierno, lo someten a otro tratamiento donde recobra su anterior forma de ser.

Después está el polémico capítulo 21. Dejo a su criterio si estuvo bien agregarlo o hubiese quedado mejor sin ese final. En la película no aparece esta escena final. El escritor parece haber escrito ese capítulo final influenciado por su religión. Él fue católico toda su vida. No obstante, esta novela trasciende lo que su autor hubiese querido transmitir. El libro permite reflexionar sobre la mano dura del Estado, sobre la Justicia, sobre la conformidad/inconformidad con el sistema, el papel represor del Estado, el Gobierno y la policía. También hay un juego de meta-literatura ya que aparece un personaje que es el escritor mismo de La naranja mecánica.

Tienen que leerlo para entender el porqué del título: se trata de una crítica mordaz al Estado y sus instituciones. Esta novela, además de haber inspirado una película, inspiró también a muchos músicos.

Compartimos aquí una playlist basada en La naranja mecánica: