La Argentina registró su primer caso positivo de coronavirus el 3 de marzo. Pasaron más de quince días y recién ahora los rectores de las universidades nacionales se proponen empezar un relevamiento de los recursos con los que cuentan las instituciones que dirigen. ¿Qué esperaban?
Virginia Gómez @mavirginiagomez
Viernes 20 de marzo de 2020 03:03
La crisis por el coronavirus se conoce desde diciembre, con epicentro en China. Desde allí empezó a recorrer el mundo, generando crisis sanitarias de envergadura en países como Italia y el Estado Español, entre otros.
A principios de marzo se detectó en Argentina el primer caso confirmado. Hoy hay casi 130. El virus empezó a expandirse, creciendo en casos día a día, y ya son tres las personas fallecidas.
Desde entonces, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que aglutina a todos los rectores de las universidades nacionales, no tomó ni una sola medida para enfrentar con sus recursos, y de manera unificada, la pandemia.
Al principio se limitó a debatir y resolver medidas como la suspensión de actividades académicas y de otro tipo. Junto con las primeras estrategias para mantener la continuidad pedagógica.
Pero las universidades nacionales cuentan con laboratorios, centros de tecnología e investigación, hospitales universitarios, equipamiento, producción de diversos insumos, prácticas que realizan los estudiantes en diversas instituciones públicas, entre otro sin fin de recursos técnicos, científicos y humanos.
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Pero a diario (a excepción de algún mes) funcionan permitiendo la injerencia de las grandes empresas y laboratorios, que con la excusa de generar “recursos propios” (frente al desfinanciamiento estatal), se entromete en los contenidos de lo que se estudia e investiga. Junto con “reclutar” mano de obra barata para las empresas con las que tienen convenios. Son cientos de miles de estudiantes desesperados por un primer empleo, que trabajan para ellas, por lo general sin salario y sin derechos laborales. Un gran negocio.
Ahora, cuando era momento de prepararse y adelantarse a la crisis del coronavirus, lo primero que debatieron fue la suspensión de actividades académicas o de las clases. Recién el día 19 de marzo, cuando Alberto Fernández decretaba la cuarentena obligatoria, los rectores informaron que “se encuentran trabajando en un relevamiento de las capacidades del sistema universitario público para colaborar con las medidas de prevención y contención de la pandemia, por ejemplo, en materia de camas disponibles en hospitales universitarios y en las capacidades científico tecnológicas para la producción de insumos de interés”. Los que estaban en cuarentena eran ellos. Unos verdaderos adelantados.
Como hemos denunciado y exigido en diversos artículos publicados en La Izquierda Diario, tenemos derecho a la información. A que sea de público conocimiento para la comunidad universitaria los recursos con los que cuentan las universidades nacionales, y cómo se van a utilizar.
La prioridad es establecer el desarrollo de test masivos de detección temprana del virus, que es la medida más urgente y necesaria para evitar una crisis superior, como lo demuestran los vastos ejemplos de otros países.
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Pero no podemos dejar en manos de los rectores, esos dinosaurios que se perpetúan en sus sillones amparados por un sistema de elección antidemocrático, que decidan qué rol van a jugar las universidades en esta crisis. Por ejemplo, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza (que se dispone a trabajar en común con las universidades) declaró que el plan que diseñaron permitiría tener recién los primeros 50 mil test en ¡dos meses! Esto demuestra que en sus manos, la crisis se agudizará.
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Los docentes, investigadores y estudiantes son quienes pueden tomar esos recursos en sus propias manos, y ponerlos en función de los intereses de las grandes mayorías. Quitando las garras de las grandes empresas que digitan los destinos de las instituciones educativas y de investigación. Junto a la clase trabajadora que produce todas las riquezas, para comenzar a combatir en común esta pandemia, y emprender un camino para superar este sistema capitalista que en todo el mundo está mostrando su verdadero rostro de barbarie.
Virginia Gómez
Nació en Buenos Aires en 1982. Es Licenciada y Profesora en Enseñanza Media y Superior en Ciencia Política (UBA). Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en la zona Oeste del Gran Buenos Aires.