Un recorrido por las investigaciones, estudios y vivencias de Facundo Nazareno Saxe, investigador del Centro Interdisciplinario de Investigaciones de Género de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata.
Miércoles 24 de abril de 2019 14:58
Para empezar, ¿qué estás investigando y cuál es el eje de tu trabajo?
En ese contexto, ahora también trabajo desde una perspectiva comparada pensando la memoria y cómo se ficcionalizó la situación de las disidencias sexuales en el contexto del nazismo y los campos de concentración.
Como no hubo testimonios, o fueron tardíos, aparecen voces más interesantes dentro de la literatura, el cómic y el cine. Y ahí comparo esa situación, que ya es canónica dentro de los textos sexo disidentes, un momento icónico, con lo que pasa en argentina. Esa relación entre los textos ficcionalizados argentinos, que por un lado piensan la persecución a minorías o disidencias sexuales y el contexto. Hay textos de uruguayos y argentinos que hablan de persecución en la dictadura y de golpe aparecen imágenes como el triángulo rosa…que decís, está mediado por activismo y un montón de cosas, pero aparece como un momento simbólico de lo que fue la persecución a las disidencias, también en el nazismo.
Comparo cómo aparecen las disidencias en textos de ficción o autoficcionales respecto a contextos represivos, pero no en el momento, sino a posteriori. Eso se cruza a veces con pensar testimonios, cómo aparecen, pensar la cultura. También trabajo todo eso pensando en lo teórico, viendo cómo se ficcionaliza o puede aparecer la memoria colectiva de la disidencia sexual, en un sentido colectivo, pero también qué pasa con la subjetividad, qué pasa con enunciar en primera persona, o el recuerdo micropolítico en las vidas sexo disidentes. Es por un lado recuerdo y, por otro, memoria, para pensar de lo micro a lo macro.
¿Qué hizo que te intereses por estos temas para tus investigaciones?
Me parecía que tenía que ser algo que me movilice. Y yo me identifico, aquí, ahora, hoy, como marica. Habría que ver si en ese momento me identificaba como marica, no me acuerdo. Trabajar con disidencia me interpelaba, me hacía pensar en muchas cosas que, en esa época (yo fui alumno de la carrera de letras de 1999 al 2006), no eran temas que se decían mucho, no se mencionaban.
El activismo era distinto, hay otras cosas hoy en día, y necesitaba algo que me moviera y que hablara de lo que me parecía que era importante políticamente, porque yo no tenía una gran trayectoria política, y eso me hizo pensar en trabajar con disidencias.
¿Cómo fue tu trayectoria en la academia después de recibirte, o incluso mientras cursabas la carrera?
Como si una persona pudiese tener la verdad de una obra literaria, una verdad absoluta, cuando no hay una sola interpretación.
En el 2009 abrieron unas jornadas con temas de testimonios de sobrevivientes homosexuales en campos de concentración, donde me bardeó una mujer del público, porque “¿por qué estás hablando de esto en un congreso de historia de las mujeres?” y yo le dije “bueno no sé, a mí me aceptaron, hablá con la coordinadora del eje”. En ese momento en los congresos estaba la tensión de que se empezaba a trabajar con disidencias, pero había ciertas reticencias. No es que esos temas eran aceptados, pero sí entran a tensionar más que antes, cuando no había lugar para tensionar.
Eran los congresos queer por un lado, y por otro los de literatura. Me acuerdo de un congreso en el que estaba con una mujer que investigaba la literatura china infantil y otro que estudiaba la sumeria, éramos un rejunte de todo lo que no sabían dónde meter.
¿De qué trata el texto que mostró Feinmann en televisión?
Eso se recorta porque decir la palabra “culo”, la palabra “anal” o “historieta” es visto como si fuera algo poco serio, algo degenerado. Y está ese lugar común de “con la plata de nuestros impuestos financiamos degenerades”. Yo no creo que tenga que defender mi trabajo, me parece que se defiende por sí mismo. CONICET es un organismo que tiene formas de evaluación por las que yo pasé, y hace muchos años que trabajo.
Desde el 2007 vengo haciendo ponencias, cursos, y desde que me doctoré en el 2014 empecé a dar seminarios de teoría queer, tengo muchas cosas hechas que son mi trabajo, que me gusta. No creo que tenga que defender algo, pero sí creo que recortar información genera un discurso confuso. El trabajo particular al que se refiere lo presenté dos o tres veces, y que justamente tiene que ver con este proyecto que contaba antes. Habla por un lado, de qué sucede con los testimonios y la memoria de la disidencia sexual en la literatura y la historieta, qué pasa con la producción de conocimiento desde esos lugares, tensionando desde ese lugar de pensar la memoria y la disidencia sexual. Cómo producimos conocimiento sobre eso y desde subjetividades sexo disidentes. Y desde ahí, cómo podemos producir conocimiento desde lo anal. Hay un escándalo al decir la palabra “anal” y la palabra “culo”.
Podemos hacer referencias teóricas, eso es algo que no es original mío, no es la primera vez que se habla del culo en lo académico, ni de lo anal, “Terror anal” es el texto más trillado que se podría citar. Hay muchos otros textos que piensan qué sucede en la enunciación desde lugares contrahegemónicos, y algo de eso hay en lo anal o del culo.
También es una forma de tensionar con cómo se construye el conocimiento, que se ha construido históricamente desde el heteropatriarcado. ¿Cuánto les ha costado a las teóricas feministas, a las mujeres, producir conocimiento desde otros lugares? ¿Cuánto les ha costado a las disidencias? A eso se refiere con la enunciación desde el culo, a cómo se puede abrir a otros temas el sistema científico.
El trabajo piensa la memoria, la producción de conocimiento, el recuerdo y las producciones de teoría desde la reflexión autoteórica, que es toda una línea de teorización, que viene desde Gloria Anzaldúa hasta Val Flores.
Esos tipos de trabajos tienen que ver con el recuerdo en la subjetividad infantil, la memoria en la disidencia sexual y la producción de conocimiento. Hay un eje que cruza todo eso, porque todo tiene que ver con modos de disciplinamiento, de los lugares de las disidencias en la academia, en el conocimiento científico y en cómo dejar de ser objeto de la ciencia para convertirse en sujeto. Que no es algo que esté haciendo solo yo, sino que es parte de una oleada de muchas otras personas. No soy la única marica del CONICET, hay que abrir ese sistema, abrir el culo del sistema científico, para que puedan entrar todas las personas que no están allí.
Viendo esta comparación que vos hiciste con el 2006 más o menos, ¿qué lugar ves que ocupan las disidencias actualmente en la academia?
Yo no vengo a traer “la verdad de lo queer”, no soy ni fanático de la teoría queer. Me asocian con eso pero hay cosas que me gustan y otras que no. No es que sea defensor de una teoría como si fuese una sola cosa, es muy complicado decir qué es la teoría queer.
Y ahí las disidencias, o por lo menos la versión que a mí me gusta, viene a desarmar ese sistema de jerarquías y hegemonía, y no a convertirse en un eslabón más. Eso genera tensiones en la academia que no son tan simples de procesar, hay un ingreso relativo pero, ¿cuántas investigadoras trans tenemos?
Hay un espacio para las disidencias, pero eso significa un principio para intentar que lleguen más. ¿Quiénes no llegan a la universidad? Hablamos de baños sin asignación de género, del cupo laboral trans, que no salió todavía, pero ¿cuánto se hace realmente para que después se lleve a la práctica? ¿Cuánto queda en lo discursivo?
Por eso es importante no enunciar en nombre de otras personas, no se trata de hablar en nombre de las trans travestis, sino de que ellas, ellos o elles hablen en la universidad.
Creo que hay avances, que vienen más de las nuevas generaciones. Hay algo ahí, de la movida de las estructuras de conocimiento, académicas, universitarias, que viene más de abajo que de arriba, que generan una movida de cambio cultural. Muchas cosas que han surgido acá fue por el movimiento de los estudiantes. Y ahora hay toda una generación de alumnes que no tiene problema en visibilizar quiénes son, y eso era más complejo en otros momentos.
Por eso para mí es tan importante la visibilidad. A mí me sorprende ver la visibilidad de lxs estudiantes hoy en día, ojalá yo lo hubiese vivido y está buenísimo que esté pasando. Está bueno, de los pronunciamientos de estos días, la frase que salió del comunicado que armó un colectivo de investigadoras feministas sexo disidentes, que dice “al closet académico no volvemos nunca más”. No quiere decir que sea sencillo, porque nos están queriendo meter en el clóset muchas veces. Sería más sencillo que yo no dijera “anal” ni “culo” y que trabajara otras cosas.
Claro, incluso lxs usan de excusa para los recortes que están haciendo en el CONICET.
¿ Cómo ves la entrada de las disidencias a la academia, en relación a la marea verde y las luchas que se están dando en el último tiempo?
Bueno, empecemos por lo negativo. Lo que puede ser un horizonte que no está tan bueno son algunos discursos dentro del feminismo. En los movimientos sexo disidentes siempre ha habido tensiones, hoy en día es como un colectivo de coaliciones y alianzas multiformes.
El feminismo no es una sola cosa, como lo queer no lo es, ni las sexo disidencias, y está bueno que sea heterogéneo y complejo, es parte de su riqueza. Lo que no me gusta es cuando aparecen estos micro giros conservadores internos, que pasan en todos los movimientos. Hay que prestar atención a qué nos pasa cuando tenemos discursos antisexo o trans-odiantes. Lo que me hace ruido es pensar que el discurso de algunxs, no voy a decir todxs, feministas terf, tienen el mismo discurso que Feinmann, aunque piensen distinto. Saben que Feinmann es un misógino anti feminista, ¿qué pasa si tenemos el mismo discurso que sectores que históricamente han estado en contra nuestra? Eso es una llamada de atención, que no creo que sea masivo, pero que es un horizonte del que habría que escapar.
Lo positivo es que la marea verde, la inclusión del femicidio como figura legal, pasando por el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, la media sanción por la legalización del aborto, tienen que ver con una movida cultural y política potente, que viene de la mano de nuevas generaciones, que incluso piensan todo como una gran coalición. Va por el lado la idea de ampliar libertades, de construir vidas vivibles. ¿Cómo construimos vidas que se puedan vivir? Toda esa movida va por este lado.
A veces no tengo noción de mi edad y pienso cómo nos ha costado construir vidas que podamos habitar, que capaz que ahora sí podemos. Yo tengo un montón de privilegios, pero vengo de una familia precarizada pobre, a la que le costó mucho que yo estudie, no fue sencillo pensar en llegar a la universidad.
A mí me daba miedo salir a la calle y besarme con mi compañerx en el año 2002, y ahora salgo y no tengo tanto miedo, y está bueno eso. No es algo que pasó toda la vida y es importante ver el cambio cultural que implica que una persona pueda tener una infancia, una adolescencia y entrar a la universidad siendo torta, marica o trans. Eso se trata de libertad, no de compulsión, no queremos convertir a alguien en algo.
Como si se pudiera convertir o cambiar la sexualidad de alguien con la mera voluntad. Está bueno pensar los temas que siguen siendo invisibilizados. Lo que se me viene a la cabeza es la esperanza de vida de una persona trans, que creo que es de 35 años.
Claro, sobre todo ahora con un avance de los discursos conservadores.
Hay un texto de la década del ’30 de Klauss Mann, un autor marica hijo de Thomas Mann, que dice que los nazis usaban la figura del homosexual para pegarle a los aliados, los judíos, los rusos, etc. Y que los aliados utilizaban la figura del homosexual para pegarle a los nazis. Acá se usó la figura de la marica visible para pegarle a CONICET, es un uso político odiante y homofóbico. Los estudios de género, sexualidades y feminismos son más fácilmente utilizados como chivo expiatorio, porque hay una sociedad y sectores de poder que ven eso como algo superfluo sobre lo que no hay que trabajar.
Está bueno mostrar cómo los están usando como chivo expiatorio para justificar un recorte enorme.