En ese momento donde poco importa. Ni la circunstancia ni el entorno. Si el espacio y el tiempo, salimos y entramos de ellos. Los combinamos en una síntesis de movimientos desatados. ¿Fuera de control? ¿Quién mueve el cuerpo? ¿Por qué hace lo que esta haciendo? ¿Nosotros manejamos esto?
Jueves 2 de febrero de 2017
¿Quién manda acá? Se siente como si no hubiera parámetros o reglas. Opera algo que escapa a nuestra voluntad. La intuición, la improvisación, la musa. Que llega cuando lo planeado o el conocimiento previo ya no alcanzan. Se inspira sola, en si misma, escindida de nuestra finitud. Si llega, la merecimos, y si no, hay que mantener el temple y no desesperar. Sería contraproducente a que logre manifestarse. Solo busca superar ese momento, donde las voluntades de otros seres entran en conflicto con la nuestra. Todo este esfuerzo por un simple lapso de tiempo. Más vale que valga la pena.
Giros, contra giros, amagues, malabares, engaños. Se acaban los recursos. Las piernas ya no sienten, zigzaguean de acá para allá buscando una salida. El torso se contornea, los dorsales resisten los embates de esos súbitos movimientos. La cadera va hacia un lado y a otro. Los brazos sueltos, tirando toda la magia disponible a su alcance y a la vez equilibrando esa maraña de contracciones y movimientos. Los tobillos y las rodillas, al límite. Los ojos no ven, solo distinguen formas que decodifican como amenazas a su voluntad. Todo se vuelve una danza alocada, a veces torpe, otras tantas, distinguida.
¿No me había esforzado lo suficiente hoy? ¿Por qué otra vez me metí en este brete? Girando como un trompo, perseguido por quienes quieren destruir esta creación en tiempo real. Que nadie sabe cómo va a terminar.
Me olvidaba de los pulmones…”tampoco te abuses”…parecen decir. Lo mismo que el compañero que palpita y bombea, acelerado y sin pausa. Hay que resolver esto, más pronto que tarde. El espacio se contrae, otras voluntades parecen ensanchar su volumen. Ya es tiempo. Otro giro, otro amague, esto no da para más! Saltemos! Esperemos que no alcancen nuestro brinco. Tenemos suerte, no llegan. ¿Y ahora? Hay que finalizar la faena, ¡lancemos!
Algunos brazos y manos chocan en el aire, justo antes de haber lanzado esa esfera naranja. Que ya nos quemaba las manos. También colisionan los cuerpos cuando inician el descenso. De reojo vemos cumplida nuestra misión, tuvimos éxito, esa bola ingresó por donde debía. Nos dejamos caer, nuestros miembros inferiores tiene otra tarea. Amortiguar esa caída. Ya hacía rato habíamos perdido el equilibrio. Aprovechando la inercia de la caída hacemos una “media vuelta carnero para atrás”, levantándonos sanos del parquet.
Mientras, unos asombrados por esta heroica gesta de haber concretado una simple anotación, otros refunfuñan por no haber podido evitarla. Con una sonrisa volvemos al trotecito a posiciones de defensa. Se escuchan comentarios por lo recién sucedido, los oponentes muestran sus respetos y listo. Hay que seguir. Solo fue un instante.