Ocupó la presidencia desde julio de 1974 a marzo de 1976, entre la muerte de Juan Domingo Perón y el inicio de la dictadura genocida.
Claudia Ferri @clau.ferriok
Jueves 4 de febrero de 2021 14:30
María Estela Martínez Cartas, más conocida como "Isabelita", nació el 4 de febrero de 1931 en la provincia de La Rioja. Hoy, 90 años después, se encuentra recluida en su mansión ubicada a unos 30 kilómetros de Madrid donde prácticamente no recibe a nadie y desde donde decidió no brindar declaraciones ni información sobre su rol como jefa de Estado de Argentina entre los años 1974 y 1976.
Isabel inició su carrera como actriz y bailarina a los 20 años y recorrió varios países de América Latina hasta que entre fines de 1955 y comienzos de 1956 conoció en Republica Dominicana a Perón, quien había sido invitado por el dictador Trujillo luego de ser derrocado en Argentina por la dictadura pro imperialista dirigida por Lonardi y Aramburu. Años más tarde, ambos se instalarían en la famosa residencia de Puerta de Hierro, en Madrid, donde permanecieron hasta su regreso al país.
A lo largo de los años 60, Isabel se convertió en la representante de los intereses de Perón ganando influencia política entre allegados y peronistas a nivel local. Viajó a Argentina y se entrevistó con dirigentes políticos y sindicales en calidad de su delegada personal. Ya desde esos años tanto Isabel como López Rega -quien había llegado a Madrid gracias a contactos previos con ella- comenzaron a aparecer en numerosas fotografías de la época como el “entorno más cercano” del ex presidente.
Años más tarde, luego de 18 años de proscripción el matrimonio Perón regresaron al país. Tras un fallido gobierno de Héctor Cámpora se convierten en presidente y vicepresidente, respectivamente, luego de ganar las elecciones realizadas en septiembre de 1973.
Aunque la formula hacía mucho ruido, sobre todo entre los sectores del peronismo de base, nadie cuestionó la decisión de su principal dirigente quien no sólo se apoyó en Isabel y el “brujo” sino también en la derecha peronista con quien gobernó aliado hasta sus últimos días.
Con la muerte de Perón el 1 de julio de 1974, Isabel se convirtió en la primera mujer presidente de la historia argentina. Si durante la primera mitad de ese año se vio un giro represivo en las políticas de Estado de la mano de Perón, con su muerte la situación se agudizó.
Su gobierno inició con el Pacto Social cuestionadísimo, con una crisis social y económica que se profundizaba y con conflictos obrero por mejoras salariales y condiciones laborales que se multiplicaban en todo el país. Además los ataques de la Tiple A aumentaron exponencialmente y también la guerrilla realizó más acciones.
En el transcurso de su mandato Isabel Perón fue entregando cada vez más poder por un lado a la burocracia sindical, representada por la cúpula de la CGT, y por otro lado a las Fuerzas Armadas. Hay dos decretos que firma en el transcurso de tres meses que marcarían las líneas directrices de su política. El primero fue firmado el 6 de noviembre de 1974 y estableció el Estado de Sitio en todo el país; medida que recién se levantaría en 1983 con la vuelta de la democracia constitucional.
El otro fue firmado el 5 de febrero de 1975 y pasó a ser conocido como el decreto “S” o secreto (261/75) que aprobaba el urgente lanzamiento de una operación militar en la provincia de Tucumán con el fin de “aniquilar el accionar subversivo”. Para ello el Comando General del Ejército “procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias”. Este documento que permaneció oculto y recién lo publicó el diario La Opinión en septiembre de 1983, fue la prueba contundente de la responsabilidad del gobierno peronista en el ensayo general del genocidio que comenzó con el Operativo Independencia en Tucumán y se extendería al resto del país en forma sistemática desde 1976.
En este tenso contexto, Isabel fue presidente cuando se produjo la primera huelga general política a un gobierno peronista. Se produjo entre junio y julio de 1975, cuando el movimiento obrero organizado rechazó el plan de ajusta brutal (de Shock) que quería implementar el nuevo ministro de Economía Celestino Rodrigo. No sólo los paros fueron activos, es decir con movilizaciones masivas, sino que también en esos días se armaron coordinadoras interfabriles con fuerte peso del peronismo de base y de la izquierda. Creció el cuestionamiento a Isabel y a la dirigencia sindical que la defendía y entre las multitudes solía escucharse “Conteste, conteste, conteste Isabel: cuánto gana un obrero, cuando gana un coronel”. 1
La debilidad de Isabel para frenar esta situación crítica -que de fondo cuestionaba las bases del poder capitalista- provocó que las Fuerzas Armadas, empresarios, la Iglesia y los partidos políticos orquestaran un golpe de estado que fuera a “poner orden” definitivamente y apagar el movimiento insurgente que con mayor o menor fuerza estaba presente en Argentina desde el Cordobazo de 1969.
Cuando estalló el golpe, fue detenida y llevada bajo arresto domiciliario a un lugar que lejísimos estaba de las pésimas y degradantes condiciones a las que fueron sometidas miles de personas secuestradas y asesinadas en esos años. Estuvo primero en un pequeño castillo de estilo francés llamado “El Messidor” ubicado a metros del Nahuel Huapi en las afueras de Villa La Angostura y luego fue trasladada a la Base Naval de Azul donde contó con la protección de Massera.
En el año 1981 fue liberada y viajó a Madrid donde volvió a establecer residencia y allí vive hasta la actualidad. Fue invitada en varias oportunidades al país. La primera en 1983 por Alfonsín para que participe de su asunción y su última vez fue en 1994, cuando participó con Carlos Menem en un Tedeum por la Revolución de Mayo.
Con 90 años nunca dio explicaciones serias sobre todo lo que sabía acerca de las acciones cometidas por la banda paraestatal Triple A que funcionó durante todo el gobierno peronista. Tampoco por los decretos de aniquilación, ni por la estrecha relación que sostenía con López Rega. Aunque en 2007 fue convocada por tribunales argentinos para declarar, sólo participó de algunas audiencias en España hasta que este país falló a su favor para no extraditarla.
Sus abogados aseguran que está enferma y que perdió muchos de sus bienes, sin embargo,"Isabelita" vive actualmente en un lujoso chalet, en un barrio cerrado. La periodista Hebe Schmidt informó a Télam que este cuenta con nada menos que 250 metros y tiene tres plantas, además de un jardín, que suma otros 50 metros de fondo. Eso sí, la propiedad no figuraría a su nombre. La acompañarían una cuidadora y un chofer, que la pasea en su Audi por las calles de Madrid (según consigna el diario Perfil). Como si fuera poco, no solo recibe la pensión por expresidenta, sino también una pensión por el Instituto de Ayuda Financiera (IAF) del Ejército, desde la muerte de Perón (un total de cientos de miles de pesos).
Isabel fue homenajeada en diferentes oportunidades por la CGT e incluso en 1985 fue elegida como presidenta nominal del Partido Justicialista en el marco de la llamada “Renovación”, a pesar de ser la cara visible de un gobierno que impulsó una clara política ajustadora y represiva. Pero los homenajes no sólo son cosas del pasado. En julio del año pasado el Papa Francisco le envió de regalo un Rosario y en noviembre fue nuevamente reivindicada con dos libros y una placa por la central sindical. En esta oportunidad participaron su sobrina (en su representación), Julio Piumato y del padre Pepe de Paola.
Resaltan su vida discreta, su reclusión y su silencio. Tres características que le permiten mantenerse en la mas absoluta impunidad y evitar todas las responsabilidades políticas que le caben por haber dirigido los destinos del país en años claves de la historia argentina, en beneficio de los más poderosos.
Claudia Ferri
Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.