Cada año miles de temporeros llegan al Estado español para trabajar en las explotaciones agrícolas y en las campañas de recogida. Las condiciones de explotación, precariedad y abandono institucional hacen que cientos se queden en la calle mientras tratan de conseguir un puesto de trabajo, como estos días en la provincia jienense.
Jaime Castán @JaimeCastanCRT
Martes 24 de noviembre de 2020
Ha arrancado la campaña de recogida de la aceituna en Jaén con más de 400 temporeros durmiendo en la calle ante la falta de solución habitacional, en plena pandemia y con la llegada de los meses de frío. Una realidad que no es nueva en el campo andaluz y del resto del Estado.
Las explotaciones agrícolas dependen cada año del trabajo realizado por miles de temporeros y temporeras bajo condiciones durísimas, tanto por el esfuerzo físico de largas jornadas y escasos salarios, como por las irregularidades y la falta de medios de alojamiento y de vida durante las campañas de recogida. La gran mayoría de estos trabajadores son migrantes cuya situación es aprovechada por las patronales agrícolas para imponerles esas condiciones de explotación.
Muchos de estos temporeros tardan varios días hasta que consiguen un puesto de trabajo en alguna explotación, y ante la situación de que quedaran en la calle durante ese tiempo, las instituciones levantaron redes de albergue para darles alojamiento en ese período. Redes que se han mostrado insuficientes y que este año están siendo recortadas por la Junta de Andalucía, que además llega tarde con los protocolos para la campaña de la aceituna.
De los 18 albergues con los que contaba la red de Jaén, solo 13 se han podido habilitar con las medidas exidas por el Covid, debido al recorte presupuestario (150.000 euros frente a los 309.000 euros de 2019). Esto ha significado que la provincia ha comenzado la campaña con sólo 300 plazas disponibles en lugar de las 656 del año pasado. Lo que ha llevado a que las distintas instituciones y organismos sociales hayan tenido que improvisar estos días nuevos alojamientos, como las 30 plazas habilitadas en el Jaén Arena.
La concejala delgada de Políticas Sociales, Vivienda y Rehabilitación del Ayuntamiento de Jáen, Ángeles Díaz, señalaba que la semana pasada: “había 150 personas al raso en Villanueva del Arzobispo, más de 90 en Mancha Real y unas 50 en Jaén capital. Puede haber unas 400 personas durmiendo en la calle en la provincia". Paco Lendínez de Cruz Roja en Jaén, también denunciaba en los medios que “en otros años no hay tanta gente en situación de calle por lo que este aumento está marcado por la reducción de la capacidad de los albergues por las medidas Covid".
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La situación de los temporeros y temporeras es reflejo de la explotación capitalista del campo, así como del racismo institucional. Mientras la patronal agrícola y los grandes propietarios de tierra hacen negocio de estos abusos, las instituciones públicas no sólo lo permiten, sino que deben hacerse cargo de un alojamiento que ni siquiera garantizan, dejando en la calle a cientos de personas con el frío y en plena pandemia. Y, por si fuera poco, una vez en las explotaciones agrícolas, las condiciones de estas trabajadoras migrantes resultan inaceptables, con hacinamientos y falta de instalaciones higiénicas y de medios que hacen que ni siquiera se pueda hablar en modo alguno de alojamientos. Lo que evidentemente ha sido foco de contagios del coronavirus, como vimos este verano en los campos de Lleida y Huesca.
Como denunciaba en el mes de julio la declaración Las Vidas Precarias y Migrantes Importan, a la que adhirieron decenas de referentes sociales, sindicalistas, intelectuales, periodistas y organizaciones sociales y políticas, "las condiciones de explotación, hacinamiento e insalubridad de estos centros de trabajo y residenciales están detrás de esta situación. La legislación de extranjería y el racismo institucional son su telón de fondo."
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Los grandes terratenientes se benefician de estas explotaciones agrícolas e incluso de fondos públicos y europeos, mientras las trabajadoras y trabajadores del campo no tienen solución habitacional. Frente a los ataques reaccionarios de Vox contra las ayudas sociales para las personas migrantes, hay que decir claramente que son las patronales las que acaparan los recursos y las riquezas que genera el sudor de las temporeras cada mañana en los campos. Pero también que el racismo institucional sigue plenamente vigente con el Gobierno Progresista. La lucha contra las condiciones de trabajo precarias y la super explotación en el campo, porque se garanticen viviendas dignas para todas aquellas personas migrantes o sin recursos que lo necesiten, la regularización inmediata y permanente de todas las personas migrantes, la derogación de la Ley de Extranjería y el cierre definitivo de los CIEs, está más vigente que nunca.
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