Jeremy Corbyn, representante de la izquierda del Partido Laborista, se impuso en la interna con más del 59% de los votos, derrotando diferentes candidatos identificados con las políticas del ex-primer ministro Tony Blair.
Sábado 12 de septiembre de 2015
Jeremy Corbyn fue elegido el sábado líder del Partido Laborista británico, ganó con el 59,5 por ciento de los votos emitidos, o 251.417 votos, en la primera ronda. Cuando se anunciaron los resultados, fue ovacionado y abrazado, incluso por algunos de sus rivales.
Corbyn, un vegetariano y de barba canosa que nunca esperó ganar la elección, llegó a muchos seguidores laboristas al repudiar el consenso pro-mercado del ex líder Tony Blair. En cambio, ofreció impuestos a la riqueza, desarme nuclear y ambigüedad sobre la membresía a la UE.
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"Las cosas pueden cambiar y cambiarán", dijo Corbyn, de 66 años, en un discurso que comenzó con críticas a los medios británicos por su cobertura invasiva.
"Les digo gracias anticipadamente para que trabajemos todos juntos para lograr grandes victorias, no sólo electoralmente para los laboristas, sino emocionalmente para toda la sociedad, para demostrar que no tenemos que ser desiguales, no tiene que ser injusto, la pobreza no es inevitable", agregó.
"Los tories han usado la crisis económica de 2008 para imponer una carga terrible sobre las personas más pobres de este país", dijo Corbyn, vestido con un traje oscuro y una camisa azul desabotonada, a sus seguidores.
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"Estoy harto de la limpieza social de Londres por este gobierno tory", agregó en referencia a los conservadores del primer ministro David Cameron.
Corbyn derrotó a dos ex ministros laboristas, Yvette Cooper y Andy Burnham, y a Liz Kendall, considerada como la representante de las políticas defendidas por Blair. Andy Burnham, ha quedado en segundo lugar con el 19% de los votos. Yvette Cooper ha sido tercera, con el 17%. Y Liz Kendall, la candidata favorita de los blairistas, ha ocupado el último lugar con un 4.5%.
El torbellino de inscripciones para votar en la interna a partir de la candidatura de Corbyn, que le permitieron ganar, es sin duda una expresión de hartazgo con la clase política y las políticas de austeridad.
Corbyn, quién cuenta con una trayectoria de oposición a los planes de austeridad y a la invasión a Irak, triunfó con un mensaje en el que prometió aumentar la inversión gubernamental mediante la impresión de dinero y la renacionalización de vastos sectores de la economía.
La victoria de Corbyn plantea una crisis, ya que es quién va a encabezar uno de los partidos que históricamente es uno de los garantes de mantener la "gobernabilidad" del estado imperialista británico.
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