×
×
Red Internacional
lid bot

MÚSICA // OPINIÓN. Johnny Lydon, el más revulsivo de todos

A propósito de la visita de Public Image Limited (PIL) en Argentina.

Miércoles 17 de agosto de 2016

John Lydon es sin duda un personaje sin paralelo en su rubro, ya que ostenta el título de haber encabezado dos intentos de cambio violento de los standards musicales contemporáneos, que de algún modo fueron triunfantes, y en cierto modo, derrotados. Con la particularidad de que su segunda embestida artística, fue contra los cánones que la industria de la música había impuesto a raíz del primer sacudón del que Lydon había sido la cara visible.

La primera gran revuelta que Lydon encabezó fue, allá por 1976, por la democratización de la música. Era amante de Pink Floyd, pero no sabía tocar, no tenía plata para comprar el mínimo instrumento, no tenía plata para ir a verlo siquiera. La música estaba absolutamente dominada por los gigantes progresivos, que elaboraban virtuosas piezas con costosísimos instrumentos. Lydon, con un cóctel explosivo de ropas de feria americana totalmente destrozadas, dientes podridos, pelos parados y diatribas furibundas contra las compañías de discos, contra la política liberal que comenzaba a aflorar en Reino Unido, contra el régimen monárquico (God Save The Queen, el himno a la reina, mutó a la descalificación socarrona a la reina con alaridos del calibre de “Dios salve a la reina, y a su régimen fascista”.) ¿La música? El rock’n’roll más básico de veinte años antes, de la mínima cantidad posible de acordes, todo lo desprolijos, furiosos y básicos posibles.

Sex Pistols hizo explotar por el aire las reglas de juego de la industria de la música vigente hasta ese momento, pero como siempre, el capitalismo fagocita y escupe en forma de producto todo aquel intento artístico de cuestionarlo. Dos años, shows como batallas campales, arrestos varios y un disco después de haber nacido, Lydon disuelve Sex Pistols. Como iba a hacer una cosa así, si había “logrado lo que quería”? Eran la banda más famosa del Reino Unido y Europa toda, y el disco y los simples se vendían más que las clásicas “fish and chips” de los pubs. Lydon había tomado “el poder por asalto”, pero la industria discográfica y el gran capital habían invisibilizado el núcleo de su poderío transformador, incorporando como una oferta más, la estética punk y el rock acelerado.

Democratizaron parcialmente los Pistols la música. Sólo se trataba de agarrar un instrumento y aporrearlo como uno pudiera y decir lo que uno quería. Pero más allá de las formas, y de la democratización de la música, el contenido de rabia que quería transmitir a los sectores de jóvenes pobres y parados del Reino Unido, quedó diluido. El hecho de que Johnny Rotten se hubiese convertido en remera tan rápidamente hizo que Lydon de un volantazo inesperado.

En 1978 sale el primer grito de guerra de Public Image Limited (PIL). Desde lo musical, terminó siendo transicional respecto a Sex Pistols, una vez que se desarrolló el devenir de la banda, pero ya empezaban a aparecer texturas experimentales que confrontaban con el sonido característico de la banda emblema del Punk Rock. ¿Y contra quien cantaba ahora Lydon? Contra sus propios seguidores, y claro, contra la industria discográfica, contra la Iglesia como institución y como idea, y contra todo lo moral y socialmente establecido que se nos pueda ocurrir.

Public Image, fue, precisamente, su primer simple. Desde ahí escupía el reclamo: “Nunca escuchaste una palabra de lo que dije, solo me prestaste atención por la ropa que llevaba. O acaso tu interés fue más profundo? Debió ser el color de mi pelo…” Un lamento rabioso, y una declaración de guerra a aquello en lo que el punk rock se había terminado convirtiendo rápidamente. Musicalmente, era la canción más “convencional”, si se puede llamar. El resto, de larga duración, arpegios que comenzaban a afilar, y sonido de bajo muy al frente que comenzaba a inundarlo todo en extensos manifiestos antireligiosos (por ejemplo) de ocho minutos.

Un año después, una jugada aún más radical. Metal Box salía a la venta, y era literalmente eso: una caja de metal, de esas en las que venían los rollos de películas, con tres vinilos de 45 rpm, para doce canciones larguísimas en seis lados, llenas de alaridos de rabia, de bajos rimbombantes, capas de sonido, guiños al krautrock y al dub; en el que Lydon empezaba a sumergirse en su nueva casa alquilada de Brixton, donde daba fiestas interminables para todo el barrio y siempre todo terminaba de la peor manera, con las razzias ilegales en su domicilio. La compañía de discos se negó a editar el disco en semejante packaging, que simulaba la cinta de películas, entonces Johnny puso el dinero (30 mil libras).

Dos años después de haber sido la cara de un estilo que aún es un gran referente de una contracultura juvenil en todo el mundo, el punk rock, Lydon le hacía un enorme fuck you y se convertía en el emblema de un nuevo género que cuestionó a su anterior obra: el post-punk, del que surgieron innumerables tendencias dentro del mismo movimiento, siempre independiente, siempre contra-cultural, aunque mucho menos estridente, mucho menos violento, y mucho más complejo, elitista y marginal.

Desde ese momento en adelante Lydon ha mirado hacia adelante y hacia atrás, y ha ido mutando de piel, siempre dentro de la filosofía del post-punk, ha armado y desarmado la banda innumerables veces y ha seguido trazando un camino propio y singular, desparejo pero siempre polémico, siempre desde una barricada, desde donde le gusta disparar.

En la retina y la memoria de muchos de nosotros queda el beligerante show que dio en 1992 en el Estadio de Obras, literalmente enfrentando a hordas de punkys enardecidos que lo silbaban y le reclamaban por los Sex Pistols. Luego de ello, Lydon disolvió PIL durante algo más de 15 años, para volver con dos grandes discos en los últimos cuatro años, plagados de la irreverencia imposible de etiquetar habitual, que son los que lo trajeron ésta semana pasada a nuestro país.

Algunos de sus mejores estiletazos en distintas entrevistas: - “Cada vez que alguien dice que algo es sagrado y no debe ser tocado, quiero tocarlo”

  •  “La gente no quiere a la gente pobre, y en vez de culpar a los responsables, se culpan mutuamente”
  •  “Entiendo el movimiento Trump porque la gente está cansada de los políticos, y él al no serlo se convirtió en algo de interés. Pero es un hombre de negocios, y si creés que reemplazando a un político con un hombre de negocios el mundo va a ser un lugar mejor, tenés que pensar de nuevo! Porque los empresarios son los que están impulsando a los políticos. Eso sólo va rumbo al desastre”.