En este artículo se busca analizar la postura socialista de José Carlos Mariátegui, su categórico rechazo a la "necesaria" revolución liberal y burguesa en América Latina para un eventual desarrollo hacia el socialismo y las coincidencias de Mariátegui con la teoría del desarrollo desigual y combinado que desarrolla León Trotsky en su libro “Historia de la Revolución Rusa”.
Victoria Ruiz Bachiller en Derecho / Colaboradora de LID Perú
Jueves 20 de agosto de 2020
Diseño: LID Perú
José Carlos Mariátegui fue una de las primeras figuras en analizar las condiciones materiales de la lucha de clases en el Perú que tomaban lugar en el campo de tradición indígena, en la década de los años veinte del siglo XX, tomando distancia de las tradiciones paternalistas de carácter eclesial y el movimiento cultural del indigenismo que se limitaba a reformas de carácter administrativo. De igual forma, Mariátegui valora las particularidades del trabajo agrario del pueblo quechua fruto de su herencia cultural prehispánica, y su reivindicación social y colectiva por la tierra, en constante tensión con el sistema legal gamonal, sin que esta particularidad sudamericana sea obstáculo alguno para la transición proletaria hacia una sociedad socialista en la que se materialicen plenamente los valores de un intercambio solidario acorde a las necesidades de cada individuo, eliminando las instituciones jurídicas del derecho burgués, y con esto, los privilegios de clase.
Mariátegui es también uno de los primeros exponentes marxistas en discrepar con los postulados de la III internacional comunista o Cominterm, al introducir el análisis de las nacionalidades indígenas en América Latina y señalar el particular comunismo agrario en el Perú en su texto “El problema de las razas en América Latina”, tomando distancia del calificativo de “países semi-coloniales” [1]. De igual forma, Mariátegui no está de acuerdo con las denuncias públicas que hizo la Cominterm a la oposición de izquierda como Andrés Nin en las conferencias en Buenos Aires [2]. En este articulo queremos analizar la postura socialista de José Carlos Mariátegui, su categórico rechazo a la "necesaria" revolución liberal y burguesa en América Latina para un eventual desarrollo hacia el socialismo y las coincidencias de Mariátegui con la teoría del desarrollo desigual y combinado que desarrolla León Trotsky en su libro “Historia de la Revolución Rusa”.
Es importante señalar que Marx tiene una clara admiración por la sociedad andina, que Mariátegui logra comprender y acuerda plenamente. Marx menciona a la sociedad prehispánica del Perú en “Contribución a la crítica de la economía política” y en los Fragmentos de la versión original de Contribución a la crítica conocida como “Urtext”, en los que señala que la sociedad inca es una sociedad muy desarrollada, en la que se encuentran las formas más elevadas de la economía y citamos “por ejemplo, la cooperación, una división desarrollada del trabajo, etc, sin que exista tipo alguno de dinero” [3]. Utiliza de ejemplo a esta sociedad (que Marx llama a secas la sociedad peruana) para contradecir la falacia de los economistas liberales, quienes sostenían que todo intercambio sólo es posible si existe el concepto jurídico de propiedad privada, pues sólo la propiedad privada puede fomentar una división del trabajo ordenado. Citamos a Marx “tan incorrecto - es decir- que la división del trabajo presupone el intercambio privado. Entre los peruanos, por ejemplo, el trabajo se hallaba extraordinariamente dividido, pese a que no tenía lugar un intercambio privado, un intercambio de los productos en cuanto mercancías.” [4]
Marx también menciona a la sociedad prehispánica del Perú en el Capital, señalando que la comunidad inca es un factor alienante del intercambio privado [5] que ha desarrollado un excelente intercambio económico y una industria del transporte prescindiendo de un mercado en torno a mercancías (“ausencia de mercado”) [6] y que el Estado inca es un ejemplo de economía natural cerrada [7] Contrariamente a las afirmaciones de la Comintern, Marx no afirma de forma textual que la sociedad prehispánica del Perú sea una economía asiática. La definición de economía oriental es abordada y desarrollada en los escritos de Marx sobre la India, “El futuro de la dominación británica en la India” y la correspondencia que sostiene Marx con Engels, además de sus escritos en el Daily Tribune de Nueva York sobre China, identificando elementos de despotismo estatal, ausencia de propiedad privada individual, y una suerte de esclavitud individual sometida al grupo agrario, que no necesariamente era una familia. Aunque algunas características pueden ser similares, estos no son elementos sine qua non de la sociedad inca, en la que Marx identifica un “comunismo tributario” sui generis con niveles elevados de desarrollo de la producción agraria, pero inmaduro por el carácter cerrado del intercambio, debido en buena parte por la existencia de una élite bélica y religiosa que se apropiaba del excedente de producción y de las técnicas hidráulicas y metalúrgicas a su favor, apartándose del fetiche romántico “preburgués” que caracterizó a algunos exponentes de la época como Mijail Bakunin. Como dice Juan Dal Maso [8], Marx no era un “orientalista”, en el sentido que no consideró a las civilizaciones no occidentales como sociedades “atrasadas” todo lo contrario, se esforzó por comprender la particularidad social y económica de cada una para combatir las falacias desarrollistas y supremacistas en torno al capitalismo y la economía liberal burguesa en auge como “la mejor de las economías”.
De forma análoga, la sociedad de la Rusia Tsarista tenía también una gran diversidad de étnias y culturas en constante tensión con el poder terrateniente, que habían sufrido históricas expropiaciones e imposiciones religiosas. Una de estas son las comunidades agrarias rusas (llamadas “Mir” o “общи́на”), cuyo rol en el socialismo era sujeto de debate, y que Vera Zasulich consulta a Marx; él responde en una carta considerando valiosa su observación, pues se afirma la idea que no existe un desarrollo lineal y homogéneo en todas las sociedades.
Marx señala en la carta de respuesta que la característica del capitalismo es la separación radical de los medios de producción de sus productores, y que esto ha sido posible gracias a una expropiación histórica de los campesinos. En sociedades en las que no existe este radical divorcio, y que son manifestaciones sociales “preburguesas” que han subsistido en el tiempo en el sistema capitalista, como las comunidades agrarias rusas, éstas pueden ser claramente un aliado de los obreros hacia el socialismo proletario, descartando de facto la transformación hacia una democracia burguesa y capitalista como etapa previa. [9] En ese sentido, Marx toma cierta distancia de los postulados de Engels en su escrito “Sobre las condiciones sociales en Rusia”, que Engels elabora a modo de respuesta a Tkachov en relación a los “Mir” campesinos. Para Engels, es necesario tener un gran desarrollo de la industria y contar con la existencia de proletarios y burgueses para poder aspirar hacia el socialismo, y descarta que el comunismo pueda nacer en alianza con los “Mir” rusos, menos aún en sociedades aisladas en las que no existe forma alguna de capitalismo. Engels discrepa con Tkachov respecto al carácter económico de Rusia, pues considera que Rusia es una sociedad capitalista, pero con un capitalismo retardado, por lo que descarta la posibilidad que en Rusia pueda surgir una revolución de carácter socialista. Engels descarta de esta forma, todo “salto” hacia el socialismo, que Marx parece aprobar en la carta de respuesta a Vera Zasulich. Ambos, sin embargo, coinciden que Rusia es una sociedad capitalista, con un estado burgués, y que el carácter de la revolución internacional debe ser obrera y socialista, pues los obreros conocen la técnica más avanzada de la industria y la pueden socializar. El gran aporte de Trotsky en “Historia de la Revolución Rusa” fue demostrar que aquel salto hacia el socialismo sí fue posible, a pesar de la lamentable deriva.
En el Grundrisse, Marx enfatiza la idea que toda etapa social, sea cual fuera su disposición geográfica, tiene formas no homogéneas de desarrollo, y alberga en su seno muchas contradicciones sociales de corte económico. Las formas económicas “preburguesas” que han sobrevivido, son utilizadas por las nuevas élites burguesas a su favor. Tal es el caso de la figura legal del “yanaconaje” que describe Mariátegui en el campo peruano de la década de los años 20, y el derecho de servidumbre en las fincas rusas bajo instituciones claramente feudales que albergaba también comunas agrarias (o “Mir”).
En ese sentido, en las fincas rusas existía un derecho feudal, muy parecido a las instituciones gamonales en el campo peruano en la misma época. El derecho de propiedad de las tierras del señor terrateniente en la Rusia Tsarista comprendía el derecho de propiedad sobre los campesinos, la movilidad libre de los siervos estaba prohibida y el trabajo gratuito era frecuente. Sólo un pequeño porcentaje de campesinos eran hombres libres y propietarios de sus tierras. Trotsky, en la polémica que sostiene con los funcionarios estalinistas de la URSS y que reproduce en su libro “La Revolución Permanente” distingue distintas formaciones sociales y económicas en el campo ruso de carácter feudal, un limitado desarrollo de los campesinos libres que han podido acceder a financiamiento y crecer por la dinámica de la producción parcelera (kulaks) y que normalmente protestaban por el trato leonino del sistema financiero, de aquellos que vivían como siervos en las fincas sin representación gremial, además de mencionar la realidad de las comunidades agrarias rusas autóctonas supeditadas al trabajo en las fincas. Sin embargo, a pesar de esta amalgama de formas económicas en el campo, Trotsky considera que Rusia es capitalista, y su sistema capitalista está limitado por los intereses de clase de la élite terrateniente legitimada por leyes feudales, como en efecto pasa en los países de un modo de producción oriental como la India, sin que esto sea impedimento para dar un salto hacia el socialismo, sea en Rusia o en otros países [10]. Para Trotsky, la diferencia entre países capitalistas “avanzados y atrasados” radica en el grado de dominación de la clase dominante burguesa con diferentes conexiones con el capital financiero foráneo, y cuya dominación es muy variada en cada país. Para Trotsky, como para Marx y ciertamente también Mariátegui, la transición hacia el socialismo pasaba necesariamente por la liquidación de las instituciones feudales en el campo. Sin embargo, esta tarea no la va a hacer la débil burguesía nacional, sino los propios campesinos conducidos por un programa socialista de conducción obrera, en la que la apropiación de los medios de producción se materialice para el beneficio de la sociedad. En la Revolución Permanente, Trotsky lamenta que todos los congresos de la Internacional Comunista se haya tergiversado la alianza “obrero-campesino” como una mera batalla democrática, como si el salto al socialismo de economías tan desiguales en el campo se limitara a la modernización burguesa.
En 1932, Trotsky publica “Historia de la Revolución Rusa”, y en esta obra da un mayor desarrollo a la ley del desarrollo económico desigual de las civilizaciones de la siguiente forma: “a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado.” [11]
Estos lineamientos desarrollados por Trotsky en 1932 coinciden con algunos postulados de Mariátegui respecto a la realidad peruana en el campo, distanciándose de otros. Mariátegui analiza en los Siete ensayos que el sistema feudal del campo gamonal en Perú no ha logrado eliminar el concepto de comunidad agraria quechua, sin embargo, ha destruido sus instituciones de reciprocidad, impuesto su monopolio latifundista, su religión, y ha eliminado todo tipo de acceso a la técnica y desarrollo agrario al campesino y su comunidad. Citamos: “en el Perú actual coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la conquista subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la Costa sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que por lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada” [12] De esta forma, Mariátegui distingue la realidad de la sierra peruana, de fuerte presencia indígena en el agro, del trabajo esclavo y migrante presente en las haciendas costeñas del norte, y enfatiza la idea que no será la clase terrateniente de ascendencia hispana, envuelto en tradiciones feudales tan arcaicas como el derecho de pernada sobre niñas y mujeres y los castigos corporales quien realizará esa tarea [13], sino que la liquidación del latifundismo y el debido acceso a la técnica sólo puede venir de un gobierno obrero y socialista, sin ningún tipo de etapa burguesa previa. En esto coincide plenamente con Trotsky.
Mariátegui no logra conocer la teoría del desarrollo desigual y combinado que desarrolla Trotsky pues fallece intempestivamente en 1930, sin embargo, sus coincidencias teóricas son muy elocuentes. En el Programa del Partido Socialista Peruano, Mariátegui señala el carácter internacional del movimiento revolucionario proletario, y que el partido socialista responde a las circunstancias particulares del proletariado peruano, pero se adecúa a una dinámica de luchas obreras internacionales, y en esto nuevamente coincide con las tesis de Trotsky en la Revolución Permanente. Trotsky considera que la teoría del desarrollo desigual y combinado, acorde a los postulados marxistas de un desarrollo no homogéneo de las civilizaciones, permite concebir un salto hacia el socialismo en sociedades económicamente desiguales y capitalistamente inmaduras, siendo esto uno de los postulados característicos de Mariátegui en los Siete Ensayos y en el Programa del Partido Socialista Peruano. Sin embargo, a diferencia de Mariátegui, Trotsky propone claramente la tesis de la colectivización socialista en el campo en la Revolución Permanente. Trotsky considera que el campesino ruso es un aliado pero no directamente socialista. Mariátegui, en cambio, considera importante reivindicar la sociedad agraria indígena cuya herencia cultural, el ayllu, era un factor decisivo hacia el socialismo, pues consideró a la comunidad agraria indígena un excelente aliado en la lucha proletaria, siendo esta una propuesta novedosa para las corrientes marxistas de la época. Mariátegui es mucho más cercano a Marx que a Trotsky en este punto.
Esta necesaria concepción del desarrollo desigual y combinado de las civilizaciones y su transformación en una sociedad socialista que Trotsky desarrolla años después al fallecimiento de Mariátegui, se materializa en todos los pueblos, sin importar su tradición feudal, esclavista, modo de producción oriental o burgués. Engels, en el Anti-Dühring critica la concepción supremacista, que él cataloga como “fantasía” o especulación económica, de los postulados de superioridad que el Economista Eugenio Dühring atribuía a la economía de las sociedades occidentales y europeas, fundamentalmente por el mayor desarrollo tecnológico. Considerar que en el desarrollo de las sociedades existen leyes “naturales” y necesarias para su adecuado progreso, que se materializan en frases como “La productividad de los medios económicos, las fuentes naturales y la fuerza humana se aumenta por los inventos y los descubrimientos” eran para Marx falacias que intentaban ocultar la dinámica del trabajo colectivo en toda sociedad, tanto en las asiáticas como en las occidentales, la violenta e histórica apropiación de tierras sui generis en cada sociedad por una clase acomodada, y posteriormente la violenta apropiación de los medios de producción adaptados al sistema capitalista y el desarrollo de la técnica para tal fin.
El carácter de la revolución permanente permitiría materializar la revolución hacia el socialismo en sociedades tan económicamente desordenadas en su funcionamiento como Perú en la década de los años 20, o Rusia en 1917, prescindiendo de una revolución democrática de corte liberal, y bajo dirección obrera.
A modo de conclusión, podemos señalar que El marxismo que desarrolla Mariátegui en el análisis concreto de la realidad peruana en la década de los años 20, es una ciencia no positivista que coincide con algunos postulados de Trotsky de un desarrollo no homogéneo de las civilizaciones, y cómo esta amalgama de formas arcaicas y modernas no son obstáculo alguno para la conducción obrera hacia el socialismo, a pesar de las diferencias particulares de cada uno, claramente, en el programa del Partido Socialista que propone Mariátegui en la que no menciona expresamente una intervención obrera de los medios de producción, a diferencia de la propuesta de Trotsky. Coinciden, ambos exponentes, en criticar toda forma oscurantista, dogmática e incluso religiosa de concebir los problemas en el campo y del campesino indígena. Contra la visión uniforme de “pueblos semicolonizados” de la III internacional, Mariátegui utiliza la ciencia marxista, entendida como el método del análisis, información, crítica y error de las realidades materiales de las clases sociales particulares en el campo indígena. La teoría del desarrollo desigual identificada por Trotsky es especialmente aplicable en Perú y en los países andinos de Latinoamérica.
Referencias:
1. “Ideología y Política”. Capítulo I. “El problema de las razas en América Latina” José Carlos Mariátegui. 1929. Revista Amauta, N° 25.
2. Julio Portocarrero, militante del Partido Socialista que fundó José Carlos Mariátegui, participó en la delegación peruana del congreso de la Comintern que se desarrolló en Buenos Aires, él relata que los representantes del Partido Comunista de la URSS solicitaron a los presentes adherirse al manifiesto de rechazo y condena a Andrés Nin. Mariátegui sugiere no firmar ese manifiesto. Alberto Flores Galindo. “Mariategui y la Kominterm”. Disponible en https://www.catedramariategui.com/anteriores/2015/14_Flores_Galindo.pdf 6 de Agosto de 2020.
3. Contribución a la crítica de la economía política. Siglo XXI Editores: México. Novena edición 2008.
4. Ibídem.
5. K. Marx. El capital. Tomo I. “El proceso de producción del capital” Siglo XXI Editores: México. 1975.
6. K. Marx El capital. Tomo II. “El proceso de circulación del capital” Siglo XXI Editores: México. 1975.
7. Ibídem.
8. Juan dal Maso. “Los combates del último Marx” Disponible en https://www.laizquierdadiario.com/Los-combates-del-ultimo-Marx
9. Respuesta a Vera I. Zasulich. Marx. Publicado por Engels (1881) Disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm Visto el 11 de agosto del 2020. 10 am.
10. Leon Trotsky. La Revolución Permanente. (1931) Fundación Federico Engels. Madrid. Edición 2001.
11. Leon Trotsky. Historia de la Revolución Rusa (1932). Tomo I y II. Disponible en Marxist.com
12. 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Biblioteca Amauta-Lima. Perú. 1928.
13. Ibídem.