El periodista deportivo criticó en el editorial de su programa radial a la publicidad del canal pero también a las expresiones de repudio. ¿Contra quién discute Varsky?
Augusto Dorado @AugustoDorado
Viernes 11 de mayo de 2018
El bochornoso comercial de TyC Sports titulado “Putin” cosechó todo tipo de críticas en redes sociales y en los medios. El rechazo que generó –particularmente por su banalización de la homofobia- fue tal que el canal que es parte del multimedios del Grupo Clarín se vio obligado a tomar la decisión de sacarlo del aire y hasta borrarlo de su sitio web y de sus canales oficiales de Youtube o Twitter, por ejemplo.
El periodista Juan Pablo Varsky le dedicó a este debate nada menos que un editorial de su programa No somos nadie (que se emite por FM Metro 95.1 de 6 a 9 hs). Aunque arrancó expresando su valoración negativa sobre el comercial de TyC -sobre todo por apelar a la trillada “pasión del hincha”- y reconocer que hasta resultaba aburrido, apuntó su crítica más bien a la reacción que generó la publicidad fallida apelando a conceptos sorprendentes.
“Hay un público de TyCSports (…) que vio el comercial y no detectó nada. O no le importó nada de lo que presentó la "Policía ético-moral" de Twitter Argentina, o de "el círculo rojo" o de "a espuma de la espuma"”, sostuvo Varsky. “Porque a mí me pareció horrible el comercial, ahora ¿¡pedir que lo saquen!? ¿Quién carajo soy yo para pedir que lo saquen, para decir "saquen ese comercial de mierda"?”, continuó visiblemente ofuscado.
“Hay como una (…) policía ético-moral intelectual que te dice "esto es pensar bien" y "esto es pensar mal", si vos o un comercial se animan a "no pensar bien" tiene que estar excluido, afuera… ¿De dónde salió esa supremacía ético-moral intelectual?¿Y la libertad de expresión? (…) ¡Pedir sacarlo del aire! (…) Yo lo veo a eso cada vez más intenso, sobre todo en la Policía de alta intensidad llamada Twitter Argentina donde hay un concepto de elite (…) En nombre de esa supremacía ético-intelectual te convertís en algo peor que aquel que quería hacer un chiste con Putin (…), es cortar la libertad de expresión”, concluyó el periodista que también es figura del canal TNT Sports.
Varsky parte para denunciar un aparente recorte de la “libertad de expresión”, de un supuesto no enunciado ni confirmado: que alguien pidió o exigió que TyC retire esa publicidad. Sin embargo, ninguna persona o entidad reconocible hizo un pedido de levantar la publicidad; simplemente hubo una lluvia de expresiones de repudio, incluyendo a instituciones como la Fundación Huésped o el colectivo de la Coordinadora de Hinchas, repudio por el cual el propio TyC definió levantar el comercial. La “Policía ético-moral” que acusa Varsky no tiene cara, ni nombre ni apellido. ¿Contra quién discute en su editorial? Difícil determinarlo porque fue una diatriba abstracta (apenas la localiza en Twitter Argentina).
¡Arriba, arriba! 🆙 @nadie951 ya está al AIRE y vos lo escuchás en https://t.co/WbsSesDLle@JPVarsky y todo el equipo te acompañan hasta las 9 AM pic.twitter.com/eanmXtl6bL
— Metro 95.1 (@Metro951) 10 de mayo de 2018
Por otra parte, el contenido cuestionado era una publicidad institucional nada menos que de TyC Sports, empresa dueña de un canal que transmite 24 hs ininterrumpidas, dueña en parte de los derechos de televisación del fútbol argentino (porque TNT Sports –donde trabaja Juan Pablo- y Fox Sports tienen los derechos de transmisión pero TyC aporta en el aspecto técnico y de producción de las transmisiones), que además son mayormente codificadas (¿Y la libertad de expresión? ¡¡Horror!!), produciendo el extraño fenómeno de poder disfrutar de un clásico de Manchester en la Premier League inglesa con el abono básico pero tener que pagar extra para ver Chacarita-San Martín de San Juan. Sin traer nuevamente a cuento que TyC Sports es parte del conglomerado de medios del Grupo Clarín, al que si algo le sobra son “canales de expresión” para expresarse con total libertad (de empresa, lógicamente).
El periodista en ningún momento menciona la particular situación de persecución que sufre la comunidad LGTBI en el Estado Ruso dirigido por Putin, aspecto principal de la crítica de banalización al comercial. ¿A dónde está la Policía? ¿En quienes alzamos la voz de protesta contra esta banalización o en los centros clandestinos de detención en lugares como Chechenia, en los que por el sólo hecho de manifestar “propaganda homosexual” alguien está condenado a la tortura o la muerte? Sería bueno que el ofuscado comunicador colocara la lupa en este grave atropello a la libertad de expresión para conocer realmente qué es la Policía y medir mejor sus palabras.
Si una fuerza apoya, masifica y amplifica el repudio a las expresiones machistas, misóginas, homofóbicas, etc., es justamente la fuerza de movimientos como el de mujeres (con imponentes movilizaciones por #NiUnaMenos, el 8 de Marzo o por el derecho al aborto libre y gratuito) o del propio colectivo LGTBI; la fuerza de una lucha histórica contra la opresión de género y por la diversidad sexual que a esta altura del siglo XXI está logrando comenzar a moldear en alguna medida nuevos valores sociales y pautas culturales (que es en definitiva lo que “obligó” a TyC a autoreprimirse); fuerza que logrará más potencia y efectividad a medida que logre mayor inserción e influencia entre la clase trabajadora y el pueblo pobre, “casualmente” sectores muy influenciados por el impresionante fenómeno cultural que es el fútbol. Entonces, ¿porqué cuestionar esa fuerza abstrayéndola y bautizándola “Policía ético-moral”? ¿a quién o a qué tipo de valores beneficia –involuntariamente arriesgamos a pensar- el cuestionamiento de Varsky?
Alguna vez en su programa No somos nadie, Juan Pablo Varsky criticó entre risas una nota de La Izquierda Diario en la que intentamos problematizar y poner en cuestión expresiones misóginas, al menos para abrir una reflexión (aunque quizá el disparador de aquella nota haya sido un poco forzado, podemos conceder). Esta vez la reflexión no está teñida de risas pero sí de ofuscación, y los sentimientos del protagonista siempre van para el mismo lado: el no cuestionar profundamente sentidos comunes reaccionarios, de esos que abundan en las mismas tribunas que amamos visitar porque son nuestra segunda casa. Ojalá el muy buen periodista deportivo que es Juan Pablo Varsky logre correr el velo de los prejuicios o el temor a quedar “en minoría” en un campo (tomando prestado el término al sociólogo francés Pierre Bourdieu) todavía muy machista, misógino y homofóbico. Cuando lo haga, será de gran ayuda en esta batalla por descartar aquello que ensucia y distorsiona a nuestro deporte más amado.