Comenzó el juicio contra represores de la zona norte bonaerense, por el secuestro de una militante del PRT de 16 años, embaraza de dos meses. Ocurrido bajo el gobierno penosita de Isabel Perón.
Miércoles 19 de noviembre de 2014
Dos prefectos y un médico policial imputados
Dos ex oficiales de la Prefectura Naval y un médico jubilado de la Policía Bonaerense son juzgados por el secuestro de la militante del PRT. El juicio comenzó el día de ayer, en el edificio de la calle Villate, de Olivos. Los genocidas imputados son: Carlos Ramón José Schaller, ex jefe de Prefectura Naval en la ciudad de Campana; Oscar Rubén Montagano, ex oficial auxiliar de la Prefectura Naval en Campana; y Carlos Antonio Quetglas, médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en Campana.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 del partido bonaerense de San Martín, está integrado por los jueces Marta Milloc, Diego Barroetaveña y Héctor Sagretti. Se prevé que durante el juicio oral y público, asistan 26 testigos.
Los cargos
Los represores, tanto los dos prefectos, como el médico, están imputados bajo los cargos de allanamiento ilegal, privación ilegítima de la libertad cometida por abuso funcional e imposición de tormentos agravados por ser la víctima un perseguido político. Se prevé que el juicio será corto.
Secuestrada en 1974
Marta Querejeta militaba en el PRT, tenía 17 años cuando la secuestraron en diciembre de 1974. Su embarazo de dos meses no impidió que la torturaran reiteradamente durante su detención. Hoy, después de 40 años, las cicatrices de las torturas permanecen en su cuerpo. El secuestro y detención de Querejeta en 1974 vuelve a mostrar que la violencia institucional comenzó mucho antes que los militares dieran el golpe en marzo de 1976. Peronistas y radicales le abrieron la puerta al golpe, pero antes aplicaron leyes que suspenden todas las garantías democráticas. El 6 de noviembre de 1974 el gobierno de Isabel Perón decreta el estado de sitio.
Bajo este contexto secuestran a Marta Querejeta, un 5 de diciembre de 1974, en la Ciudad bonaerense de Campana, cuando buscaba refugio en la casa de la abuela. En esta misma ciudad en la que actualmente vive Querejeta ofreció una conferencia de prensa en la que señalo “Me tuvieron casi una semana y me liberan con signos claros de haber sido víctima de torturas. Ese día el Prefecto Carlos Schaller lo llama a mi viejo y lo primero que le dice es ‘¡Lo felicito va a ser abuelo!’. Mi padre no sabía de mi embarazo”. Schaller pidió que antes que recupere la libertad el médico de la policía, Carlos Quetglas, emitiera un informe sobre el estado físico de Querejeta y el ‘prestigioso’ médico de Campana expresó que ella no tenía nada y se negó a dejar constancia de las marcas de tortura, que nunca se borraran de su cuerpo.
En esta conferencia de prensa Marta Querejeta se refirió al rol del sobreviviente, y sus reiteradas preguntas por qué la dejaron con vida y aclara que con el tiempo encontró respuesta “Nos dejaron vivos para que dijéramos que no había que seguir luchando por un mundo mejor”. Durante la conferencia también se refirió a cómo llegan los querellantes a los juicios de lesa humanidad y fue implacable al sostener que “pensar en justicia cuarenta años después es hasta ridículo”. Reseñó cual era el contexto político al momento en que fue secuestrada y dijo “hoy sólo están sentados los autores materiales de mi secuestro. Falta Isabel Perón. Porque hubo terrorismo de Estado, con grupos de tares que implemento la AAA.” Y agrega que “Isabel Perón fue citada en varias causas y que siempre salió impune. Parece que a los peronistas no se los puede juzgar”. Concluyó refiriéndose que no quiere ser tratada como víctima.
El juicio recién comienza, y en el transcursos de las audiencias se conocerá más sobre cómo actuaban los grupos de tarea en la industrial zona norte. Como sentenció Querejeta: pensar en justicia cuarenta años después es ridículo, y más cuando quedan impunes los responsables políticos del gobierno constitucional de Isabel Perón, que aplicaron el terrorismo de Estado sobre una clase trabajadora que ganaba en experiencia y combatividad.