La joven estudiante de la Universidad de Los Andes se quito la vida tras denunciar reiteradamente acoso y malos tratos de parte de docentes durante las prácticas laborales de su carrera, sin tener respuesta y siendo amedrentada por las autoridades de dicha universidad.
Viernes 5 de abril de 2024
Mediante una carta abierta, la madre de la estudiante de Terapia Ocupacional Catalina Cayazaya, titulada “A Catalina le arrebataron las ganas de vivir”, denunciaba todas las situaciones de acoso y violencia sufridas dentro de la Universidad de Los Andes por parte de diversas autoridades y académicos.
Según la publicación realizada a través de sus redes sociales, la estudiante Catalina habría comenzado a recibir hostigamiento y acoso durante su internado a inicios del 2022, lugar donde comenta que estaría “normalizado el maltrato a los internos de las carreras de la salud”, donde refiere que recibió distintas agresiones verbales y simbólicas por parte de su profesora tutora. Finalmente reprobó el internado, aún teniendo un desempeño que muchos felicitaron, sin transparentarle ninguna calificación al respecto, y casualmente posterior a una evaluación supuestamente confidencial que había exigido a Catalina hacerle a su tutora.
Frente a esto Catalina denuncio la situación con la dirección de la carrera, juntando firmas de más de la mitad de sus compañerxs, quienes, sin ser escuchados, fueron citados uno a uno por parte de la dirección, amedrentándolos, acusándolos de injurias y amenazándoles con la suspensión del internado. Frente a este amedrentamiento y intenciones de acallar cualquier situación, Catalina resulto muy afectada y solicito ayuda psiquiátrica.
En su segundo internado, volvió a vivir amedrentamientos con una sobrecarga de trabajo, llegando a atender entre 8 a 12 pacientes cada 45 minutos, en un lapsus de 11 horas continuas, donde después de estas jornadas muchas veces debía quedarse a llenar fichas, sin supervisión en la atención de pacientes, escapándose de todo protocolo del reglamento del internado. Tuvo evaluaciones preliminares bien calificadas, pero en un momento tuvo la necesidad de alzar una licencia por salud mental, tras esto, un día antes de su examen final, su tutora le informa que no podría presentarse por encontrarla deficiente.
Tras apelar en dirección le dieron el derecho a rendir su examen, pero tal como en el primer internado, le exigieron evaluar antes a su tutora, y la volvieron a reprobar sin entregarle su nota de desempeño.
Luego de esta situación familiares de Catalina apelaron a las autoridades de la universidad, donde nuevamente no obtuvieron ninguna respuesta concreta, solo promesas de una posible investigación.
El 16 de marzo Catalina se suicidó por el autoritarismo y negligencia de las autoridades universitarias, que responden a las lógicas de la educación de mercado, donde cada universidad es una empresa que solo es servil a engrosas las billeteras de los dueños y sostenedores de los establecimientos educativos, sin importarle las situaciones de acoso y salud mental de quienes conforman la comunidad educativa.
No es casual que según un estudio realizado el 2020 por académicos de la misma universidad de Los Andes y la Universidad de Talca, en colaboración con investigadores del Núcleo Milenio, a partir de una encuesta realizada a mas de 5 mil estudiantes de distintas carreras, informara que, de estos, el 56,4% tuviera altos índices de estrés, 37,9% ansiedad, 37,1% depresión, 32,5% insomnio y un 20,4% riesgos suicidas.
Este caso no es para nada aislado, y refleja una situación de crisis en la educación que abarca todos los niveles, y estamentos, desde funcionarios, académicos y estudiantes.
Tal fue el lamentable caso de Katherine Yoma, profesora de la Escuela D68 José Papic Rendic, quién tras denunciar reiterados malos tratos, y acoso por parte de las jefaturas del colegio, fue trasladada a otro establecimiento, con una considerable reducción de horas y por ende de salario. Ante esta situación cientos de docentes se han venido movilizando en la región de Antofagasta para ponerle fin al autoritarismo por parte de las corporaciones y en general en los recintos educativos.
Para enfrentar el autoritarismo en la educación, es necesaria la unidad de estamentos, mediante asambleas democráticas, abiertas a la comunidad y que busque coordinar a distintos sectores para impulsar un pliego único de demandas; que incluyan salud mental, alimentación, democratización y fin al autoritarismo, revocabilidad de las autoridades escolares, y elección democrática de altos cargos donde toda la comunidad tenga el mismo derecho a elegirlos.