Si eres joven y debes sobrevivir a la precariedad acá van algunos consejos o un manual de uso.
Miércoles 19 de septiembre de 2018
Hoy volví del trabajo, aún con una gripa que se convirtió en una infección en las vías respiratorias, me duró dos semanas y debí trabajar. Hice dos horas a mi centro de trabajo. Me pregunté:
¿Pasas más tiempo en el trabajo que en tu casa? ¿Te enfermas y debes ir al trabajo? ¿Resulta que tienes un sindicato y no defiende tus derechos? ¿Te obligan a aumentar el ritmo de trabajo? En resumen, ¿Eres un joven, trabajador y precario?
Acá un manual de sobrevivencia.
Uno. Los milllenials sí piensan en política
La juventud en México es un sujeto vulnerable: además de ser víctima de la violencia de estado -como lo vimos con el caso de Ayotzinapa y recientemente con el ataque porril en la UNAM- los jóvenes tienen trabajo muy precario.
Es un consenso general que el año 2011–2012 fue el año de la irrupción de diversos movimientos juveniles en todo el mundo: del movimiento #15M, al #OWS, a la Primavera de Túnez y Egipto, al #YoSoy132.
A esta generación la llaman la “más preparada en la historia”. Usan redes sociales, estudiaron una licenciatura y un posgrado, hablan 3 o 4 idiomas (inglés, francés por lo menos), realizaron viajes de investigación en el extranjero. Son “millenials” y se consideran la generación más informada de las últimas décadas.
Sus expresiones generacionales más cercanas son las figuras de Edward Snowden (consultor del FBI en Estados Unidos que desnudó los aparatos de seguridad y espionaje de Obama) y Julian Assange de WikiLeaks.
Ellos muestran su indignación en redes sociales y se organizan a través de ellas. Son parte de la generación “indignada” que rechaza los planes de ajuste en Europa, repudian a Donald Trump a Peña Nieto, en el caso mexicano, y tomaron las plazas con acciones simbólicas: tomaron Televisa, ocuparon Wall Street.
Si esta generación piensa así. ¿Por qué no pensar que se puede organizar sindicalmente? Más tarde que temprano se organizará un sindicalismo para el Siglo XXI y para las nuevas generaciones.
Dos. Vida precaria, ni reir, ni llorar, comprender
Sólo el 14% de jóvenes en edad de estudiar en México, de entre 19 y 33, consigue un lugar en la universidad. A pesar de que la universidades continúan “como instituciones públicas” están por debajo de llenar la demanda. 1 de cada 10 estudiantes fue seleccionado por el CENEVAL para cursar una licenciatura en dichas instituciones.
Según el Instituto Mexicano de la Juventud, en su informe 2016, en el país viven cerca de 38.3 millones de jóvenes cuya edad promedio es 27 años de los 122 millones que habitamos México.
El grueso de la juventud trabajadora en México es parte de una generación sin futuro: no tienen derecho a jubilación, no generan seguridad social, ni conocen la estabilidad laboral. De los 38 millones de jóvenes 12 de ellos no encuentran trabajo según el informe de la Organización Internacional del Trabajo en su informe en 2015.
Tres. Politizar la precariedad
Para Adrián Sotelo Valencia: “El desempleo creciente y la expansión de la sub-ocupación permitirán la mayor explotación de la mano de obra juvenil y de la mujer trabajadora mediante la disminución de los salarios y el recorte de prestaciones” y según el estudio de Gustavo Garabito, de 2012, en el inicio del Siglo XXI de la totalidad de los jóvenes trabajadores el 35.8 % pertenece al sector servicios, 21.8 % a sector comercio, 17.3 % a la industria manufacturera, 14.7 % al sector agropecuario y 9.1 % a la industria de la construcción.
Del total de los jóvenes trabajadores sólo el 24% accedía a un salario mayor de dos mínimos diarios. El 22% está conforme con su trabajo porqué “le da experiencia para el futuro” y el 35% no está conforme con su salario y se siente indignado por sus condiciones laborales. Esta generación de jóvenes trabaja en malas condiciones: “es trabajo precario”.
En el caso de movimiento juvenil europeo del 2011, su condición de precariedad y su rechazo a los planes de ajuste configuraron un sujeto que retomó como suya la crítica a la desigualdad social: su punto más interesante se trasladó a Estados Unidos: la consigna “somos el 99%” del Occupy Wall Street.
Queremos decir que el movimiento juvenil mexicano debe recuperar algunos elementos que irrumpieron en Estados Unidos y Francia más recientemente: politizar la precariedad.
En el caso mexicano los movimientos juveniles integraron poco la crítica a la desigualdad social y la precariedad del trabajo: de hecho es un elemento ausente en el terreno discursivo y simbólico. El eje central de la denuncia es la violencia del estado y se explica por el peculiar régimen de dominación que se vive en el país desde 2006.
Cuatro. Posibles demandas de uso
Horas de trabajo, derecho a la seguridad social, sindicatos y organización. Según la Ley Federal de Trabajo (LFT) se debe respetar la jornada de 8 horas: trabajo, sueño y descanso. No se cumplen y debemos exigirlas.
Según la LFT cada patrón debe pagar su respectiva cuota del Seguro Social con lo que puedes tratar cualquier enfermedad en la salud pública. No se respeta pero debemos exigirlo. Según la LFT no existe ninguna limitación para la libre asociación sindical.
La realidad es que no tenemos sindicatos democráticos. O nos contratan por outsourcing o tenemos organizaciones charras propatronales. Debemos erigir sindicatos democráticos que representen nuestros intereses.
Recuerda: organizarse no es del agrado de los patrones. Hay que organizarse para exigir nuestros derechos, siempre con cuidado, como el topo, con paciencia pero contundentemente.