Un recorrido sobre algunos hechos que muestran que el problema no son algunos policías sueltos, sino toda la institución y sus objetivos. Informe emitido en el programa Mundo Conurbano de La Izquierda Diario Multimedia.
La desaparición de Facundo Astudillo Castro puso una vez más el foco sobre la Policía: hagamos un recorrido por algunos de los deplorables “hitos” de esta institución.
Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia le dieron origen a su primera formación y el peronismo le dio la forma que conocemos hoy: centralización, reforzamiento de la autoridad jerárquica y el sistema de escalafones para que respondiera exclusivamente a los dictados de la máxima autoridad provincial. También creó un fuero judicial especial para juzgar a los policías con reglas diferentes.
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En los ’70 sus agentes tuvieron un rol protagónico en la banda paraestatal Triple A, creada por López Rega a pedido de Perón pero fue en la dictadura cívico-militar en donde Ramón Camps y Miguel Etchecolatz la marcaron a fuego.
El reglamento interno actual es el creado en 1980 y a partir de ese momento, sus agentes integraron bandas de secuestros extorsivos y ejecutaron masacres como las de Budge, Dock Sud y Wilde.
En la década del ’90 también hubo desapariciones forzadas como la de Miguel Bru. Por aquel entonces, el gobernador Duhalde decidió controlar directamente a la fuerza, creando la Secretaría de Seguridad. De esta manera, con agentes heredados de la dictadura y nuevos reclutas, se fortaleció la “maldita policía”: un ejemplo de ello fue el secuestro y posterior asesinato de José Luis Cabezas en donde participaron un comisario y efectivos a las órdenes del empresario Alfredo Yabrán.
A fines de la década, en medio del “meta bala” del gobernador Ruckauf, un intento de asalto bancario en Ramallo derivó en una nueva masacre de la Bonaerense.
Durante las jornadas de diciembre de 2001 la fuerza mató a 11 personas. Luego, Duhalde como presidente y Solá como gobernador profundizaron la mano dura contra las movilizaciones: en el Puente Pueyrredón la Bonaerense asesinó a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán, hirió a más de 40 personas y detuvo a más de cien. Tras declarar como testigo clave en el juicio contra Etchecolatz, Julio López fue desaparecido. Pusieron a cargo de la “investigación” a la misma fuerza involucrada.
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En 2009, secuestraron a Luciano Arruga en La Matanza. El Poder Judicial y el gobernador Scioli dejaron en manos de la misma Bonaerense la investigación. Fue también esta gobernación la que llevó a más de 90 mil efectivos la tropa de la Bonaerense.
A partir del 2015, con la gobernación de María Eugenia Vidal siguieron las represiones ante los reclamos de los trabajadores: intentó legitimar a la fuerza y puso al frente a Fabián Perroni, involucrado en el caso de Miguel Bru. Al final de su mandato, la Bonaerense se convirtió en una de la fuerza policial más grandes de América Latina.
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El año pasado, con las masacres de las comisarías de Pergamino y Esteban Echeverría a cuestas, agentes persiguieron a tiros a un grupo de adolescentes en San Miguel del Monte, muriendo 4 de ellos. Hoy, durante la cuarentena el gatillo fácil y la violencia policial en manos de la Bonaerense liderada por Sergio Berni se multiplicaron en el conurbano.
La Bonaerense ejecutó miles de desapariciones, asesinatos y robos a las víctimas. Hoy sigue participando directamente del gran delito del narcotráfico, la trata, robos y desarmaderos de autos. La violencia de las fuerzas de seguridad crece mientras se profundiza la crisis económica y social. Desde hace 140 años la Bonaerense estuvo siempre al servicio del control social y de reprimir a sangre y fuego a quienes se rebelan contra la desocupación, el hambre y la miseria.
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