En el reducido estadio de Obras Sanitarias, ante menos de 5 mil personas, Juan Carlos Schmid hizo un discurso corto y sin novedades. Carlos Acuña no estuvo presente.
Martes 2 de mayo de 2017
El gran historiador marxista Milcíades Peña definió al primer peronismo como el Gobierno del “como si”. Es decir una gestión que presentaba, bajo un discurso disruptivo, una política conservadora. Relato, para decirlo en términos de más actualidad.
La CGT, dirigida por el llamado triunvirato parece copiar, de manera bastante más degradada, el método. Así, en un nuevo Día Internacional de los Trabajadores, hizo “como si” hiciera un acto. A eso le agregó el hecho de hacer “como si” se opusiera al Gobierno.
El problema es que no logra engañar a nadie. La conducción cegetista hace ya tiempo que no tiene forma de, valga la redundancia, cuidar las formas. Lo que evidencia, dicho sea de paso, la profunda crisis que la atraviesa.
Eso se expresó en el acto “de juguete” que hicieron este lunes, para celebrar lo que en la liturgia peronista es el Día del Trabajo pero que, a nivel internacional, es el Día Internacional de los Trabajadores.
El acto tuvo todos los condimentos necesarios para demostrar que lo único que le sobra a la conducción sindical es voluntad de acordar con el Gobierno. Acordad qué cosa es lo único difícil de saber.
El reducido estadio de Obras Sanitarias fue el lugar elegido para reunir a una concurrencia que no pareció alcanzar a las 5.000 personas. Allí, Juan Carlos Schmid realizó un discurso breve que terminó pasadas las 11.20.
En ciertos anuncios, el acto había sido convocado a las 11 h. El pautado oficial de la conducción dio el horario de inicio a las 10.30 y la presentación empezó minutos después. Como sea, la alocución del titular de Dragado y Balizamiento no alcanzó a la media hora de duración.
De ausencias y "amenazas"
En la mesa no estuvo presente Carlos Acuña. El “hombre invisible”, que dirige el gremio de los trabajadores de las estaciones de servicio, prefirió tomarse su tiempo para acompañar a Sergio Massa en un acto en La Matanza. Un síntoma de que el acto no tendría implicancias.
Por su parte, Héctor Daer llegó sobre la hora, después de haber vuelto de una conferencia de la OIT. Su presencia no estaba en agenda, lo que muestra que tampoco consideraba esencial su asistencia.
Si adentro del estadio lo que primaba era el discurso conciliador, afuera se ensayaron “amenazas” contra el Momo Venegas, el dirigente sindical oficialista que avala el trabajo esclavo en el campo.
La “amenaza” fue la ya clásica “traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”. Hay que recordar que era ésta la canción que la izquierda peronista le cantaba a José Ignacio Rucci en los años 70. Escrita hoy, y firmada Juventud Sindical, suena bastante parecido a un “agarrame que lo mato”.
Un discurso para la negociación
En su discurso Schmid volvió a repetir las críticas que la conducción de la central viene repitiendo desde hace meses contra la política económica. Todo, como siempre, sin mayores resoluciones ni llamados a la acción.
La conducción sindical volvió a pedir "diálogo y acuerdo" y condenó la represión. ¿Cuál? Difícil saberlo. Por las dudas, Schmid también aclaró que la CGT soporta críticas “por izquierda y por derecha”.
“Recibimos ataques, difamaciones y cuestionamientos de todo tipo por haber mantenido esta madurez. No hay que confundir madurez y prudencia con resignación” agregó.
A esta altura, con un solo paro nacional frente a 16 meses de ajuste, solo un psicólogo podrá encontrar las diferencias entre una actitud y la otra. El resultado es el mismo en los hechos.
En un pasaje sorprendente, Schmid reivindicó “los héroes anónimos, los que perdieron la vida prestando servicios o fueron muertos por nuestros ideales”. Lo insólito fue escucharlo mencionar, renglón seguido, a Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló, como una suerte de referentes asociados a esa idea.
Moyano supo lograr un cierto prestigio por haber sido parte de los gremios que, recién en los últimos años, se opusieron al ataque de Menem y luego De la Rúa. Pero los otros nombres no resisten el archivo. Barrionuevo ha sido junto a Venegas, posiblemente, uno de los dirigentes más entreguistas de derechos y las conquistas obreras. A Caló, los afiliados de la UOM lo conocen de sobra. Despidos, suspensiones y caída del salario son un común entre los metalúrgicos. Nadie lo consideraría una especie de ícono.
Varias horas después, en el estadio de Ferro, un Macri eufórico “festejaba” el Día del Trabajador junto al Momo Venegas. La euforia presidencial tenía sus razones. La conducción de la CGT, luego del enorme paro del pasado 6 de abril que mostró la enorme fuerza de la clase obrera, le regaló un acto “de juguete” que muestra que la lucha contra el ajuste sigue muy lejos de su perspectiva.
En la tarde de este lunes, la oposición real tanto al ajuste del Gobierno como a la burocracia sindical que garantizar no enfrentarlo, estuvo en Plaza de Mayo.
Allí el Frente de Izquierda planteó la perspectiva estratégica de pelear por recuperar los sindicatos de manos de esta burocracia sindical que, en función de sus propios intereses, juega con la vida de la clase trabajadora y sus familias.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.