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Red Internacional
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Rosario. ¿La Ciudad Futura era una cárcel a cielo abierto?

Mientras crecen los preocupantes índices sociales en Santa Fe, partidos y medios de comunicación sostienen una agenda de militarización. Compañeros de Ciudad Futura se ofrecen como pata izquierda de esta agenda represiva.

Octavio Crivaro

Octavio Crivaro @OctavioCrivaro

Jueves 25 de agosto de 2016

La enorme crisis social que se va cocinando a fuego lento en Rosario se nos aparece con toda su brutalidad. Los mentirosos de las encuestas (kirchneristas, macristas y socialistas) no pueden tapar, con las cuadrículas de las estadísticas de una gélida planilla de Excel, la realidad que acogota a miles de santafesinos. Casi 12% de desocupación es la cifra, la realidad, la vida, de miles y miles de habitantes del Gran Rosario. Una bestialidad que pega una piña en el rostro de la política hipócrita.

Hoy el Gran Rosario es la región del país con la desocupación más alta del país y desnuda la gran farsa histórica del gobierno del Partido Socialista que, usurpando el nombre de la concepción e ideología que pelea por terminar con la desigualdad capitalista, garantiza mucho para pocos y nada para muchos.

Desigualdad, Policía y narco

El desarrollo del narcotráfico rosarino, que ha desplazado las melodías de nuestros trovadores, las picardías de nuestros comediantes y la sutileza del fútbol rosarigasino como marcas registradas que obligan a hablar de “lo rosarino”, muchos lo atribuyen al crecimiento de la pobreza. Pero esto es falso e injusto. El crecimiento de la narcocriminalidad se teje en los pliegues de la desigualdad de una Santa Fe que es una ensalada inaguantable de ricos muy ricos y trabajadores cada vez más pobres. El narcotráfico creció no como anomalía dentro del capitalismo sino como pérfida normalidad, como un negocio capitalista (aunque ilegal) que avanzó junto al boom sojero y de construcción.

El segundo ingrediente, claro, fue la descomposición policial, el involucramiento de “La Fuerza” con la organización del crimen organizado. La detención de Hugo Tognoli, jefe máximo de la Policía Santafesina, fue el punto máximo, pero no el único, de una serie de detenciones, desplazamientos y escándalos que involucraron a la jefatura “azul”, dejando a cualquier clásico cinematográfico de gángsters como un juego de niños.

La otra punta del ovillo de la impunidad policial fue la verdadera matanza de jóvenes trabajadores y de barrios populares en manos de agentes policiales que no cesa. Jonathan Herrera, Franco Casco y Pichón Escobar son los nombres propios de una realidad más extendida y sanguinaria.

Una agenda de derecha

La derecha y el conjunto de los partidos que defienden a los poderosos, incluido el gobierno provincial, palanqueados por una campaña mediática descollante, ocultan la responsabilidad estatal (policial) en el delito organizado, igualan pobreza a delincuencia y utilizan los casos de muertes en ocasión de robo, terribles expresiones de degradación social, como las excusas perfectas para endurecer el rebenque de un Estado responsable.

El mismo Estado que garantiza la desigualdad, que niega el derecho a la vivienda, a la salud y a la educación a generaciones y generaciones, y que apuesta a la marginalidad (la lumpenización) estructural de sectores de la clase trabajadora, ese Estado que ampara y administra toda la narcocriminalidad, se sube al tren de la agenda reaccionaria de los medios de comunicación, y al sufrimiento de familias que son objeto de hechos criminales, para imponer una agenda de mano dura y fortalecimiento represivo. Eso hablamos cuando se nos habla de “inseguridad”.

Que la izquierda se pinte de rojo y no se tiña de azul

Esta agenda la impone la derecha, la aceptan las fuerzas de centroizquierda y lamentablemente la compran incluso sectores de izquierda. Con la explícita voluntad inquebrantable de mostrarse como una izquierda potable, rasurada y “gobernable”, los compañeros de Ciudad Futura han dado pasos en falso que los alejó de su pretensión de “nueva izquierda” y los acercó a la “vieja agenda” conservadora de los partidos de siempre.

Estos días vimos a los principales referentes del Frente Ciudad Futura sumarse con ahínco a la línea de endurecimiento represivo. En una nota firmada por Pitu Salinas, el referente del M26 al que pertenecían Mono, Patom y Jere, pibes asesinados por bandas narcos protegidas por la Policía, Ciudad Futura propone crear un Comité de Crisis para la Seguridad Ciudadana junto a las autoridades municipales y provinciales. Sí, con los cómplices gubernamentales de la impunidad policial.

Tres utopías en torno a la Policía

Inquietantemente, en este comunicado firmado por un compañero con el que tantas veces denunciamos el alcance de la brutalidad policial, se apunta a “gobernar políticamente a la fuerza policial” cosa que, dicen, para la izquierda no es más que “una consigna” o “una estéril denuncia muy poco operativa para abordar una agenda de transformaciones en materia de Seguridad Pública”.

Con total desparpajo, atacan a sectores de izquierda diciendo que se trata de “ponerse a trabajar. De entender que la seguridad se aborda desde una óptica integral y que, aunque resulte menos simpático hablar de patrullajes que de centros de iniciación deportiva, una óptica integral debe comprender a ambos”.

Efectivamente resulta menos “simpático”. Sobre todo porque, parafraseando a Atahualpa, “rastrillajes son nuestros, los centros de iniciación deportiva son ajenos”.
En el afán de mostrarse como una izquierda razonable, realista y no utópica, Giros propone la utopía doble. La primera, que la izquierda reformista se propone desde hace siglos sin lograrlo en ningún país, es controlar a una fuerza represiva cuya función bajo el capitalismo no es ni puede ser otro que el de la represión y el control social. Segunda utopía de Ciudad Futura: hacerlo en curiosas comisiones con los que, directamente, tienen un compromiso militante e inequívoco con la impunidad policial. Reformar la Policía Santafesina y controlarla con el Partido Socialista es lo utópico. De estas se desprende una tercera utopía: la ilusión de que la policía combate el delito organizado cuando en realidad es la principal organizadora del delito.

Ciudad Cuadrilla

El comunicado de Ciudad Futura, que demuestra un lenguaje urgente que esta fuerza no mostró ante ninguno de los casos de gatillo fácil en el que otras fuerzas políticas nos movilizamos, no es un error o algo escrito en caliente. Ya vimos, dos años atrás, cuando la fuerza de Juan Monteverde, Caren Tepp y Salinas defendió el desembarco de miles de gendarmes y prefectos, reivindicando (sic) que busquen el “control del territorio”. Para la militancia de izquierda y popular, el “territorio” es el lugar de la defensa de determinados derechos. Para Ciudad Futura era el teatro de operaciones, justo y necesario, de tropas “libertadoras”. La gendarmería se apostó y las cifras que mejoraron no fueron las de la seguridad, sino las de pibes golpeados, las de la violencia homofóbica y las de la prepotencia milica.

Así las cosas, cuando las “cuadrículas” del Excel no pueden ocultar la miseria acumulada como basura debajo de la alfombra, entran las “cuadrillas”. Entrevistado por Leo Ricciardino en LT8, pudimos escuchar a Juan Monteverde hablar un lenguaje lejano a la izquierda, ajeno a los sectores populares. “Es increíble que en el siglo XXI tengamos que estar exigiendo que garanticen una media elemental como el patrullaje en la cuadrícula”. Condenan a millones a la miseria. Y a la miseria, mejor ponerle barrotes alrededor. Bah, cuadrillas.

Esto, sin embargo, no fueron meras declaraciones radiales o comunicados. Son realidades represivas concretas y palpables. En una reunión entre Mónica Fein, altos jefes policiales y varios concejales, entre ellos de Ciudad Futura, se definieron medidas para, supuestamente, atacar la inseguridad: perseguir más a motociclistas, comerciantes de celulares, operativos policiales. Radares, cámaras, retenes. Es decir, extender la militarización que ya se vive en los barrios populares al centro. No es lo que se dice la Ciudad Futura.

No en nuestro nombre

Los empresarios y las fuerzas represivas tienen, con creces, partidos que los defiendan y justifiquen. No necesitan a la izquierda más que para legitimar agendas derechistas. A la izquierda, a la izquierda en serio, la que no confunde banderas propias con la militarización como dogma, le corresponde defender los intereses pospuestos por décadas, los de la educación, los de viviendas dignas, la de la salud, la de un trabajo que cubra lo que cuesta vivir la vida. Por esos derechos militamos. El apriete de que “hay que responder a lo urgente”, es la invitación a militar la agenda de los partidos del orden. Pero nosotros rechazamos la demagogia que encubre el rol asesino de las fuerzas represivas. Nunca pediríamos más miembros ni autos para la fuerza que mata a nuestros jóvenes en los barrios. Lo de los compañeros de Ciudad Futura, lo decimos con pesar, no parece un paso en falso sino una orientación. No en nuestro nombre.


Octavio Crivaro

Sociólogo, dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en Santa Fe.

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