La VIII Cumbre de las Américas, desarrollada en Lima, Perú, del 13 al 14 de abril, se dio en un contexto internacional caracterizado por las tensiones económicas y la inestabilidad geopolítica. Paradójicamente el lema fue "gobernalidad democrática contra la corrupción".
Lunes 16 de abril de 2018 16:23
Foto: CNN
La VIII Cumbre de las Américas, desarrollada en Lima – Perú del 13 al 14 de abril, se dio en un contexto internacional caracterizado por las tensiones económicas y la inestabilidad geopolítica. Como bien lo señala el documento sobre la situación mundial aprobado en la XI Conferencia de la FT-CI, “se abre un nuevo escenario de mayores rivalidades, amenazas de guerras comerciales y escalada de conflictos regionales en los que puedan verse involucradas grandes potencias”. Asistimos, por tanto, a un periodo en el cual se vuelven a poner en agenda las disputas entre los estados nacionales, esto ha sido condicionado por la crisis económica internacional abierta el 2008. A ello se debe la actual política injerencista de los EEUU, que busca por todos los medios recuperar terreno en lo que fuese considerado su patio trasero.
La nueva estrategia del imperialismo yanqui, para cumplir esta tarea, es la supuesta lucha contra la corrupción, por eso la actual Cumbre de las Américas se denomina “Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción”. Lo paradójico de todo esto es que precisamente en el Perú, hace unos días atrás el que fuera elegido como presidente de la República el 2016 - nos referimos a Pedro Pablo Kuczynski quien por cierto gozaba del apoyo de los EEUU - se vio obligado a renunciar porque salieron a la luz pública denuncias que lo involucraban con la corrupción de funcionarios promovida por la empresa constructora Odebrecht y porque trató de sobornar a través de intermediarios políticos a congresistas de la oposición para evitar su vacancia.
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Esta política injerencista de los EEUU en América Latina, la podemos apreciar con mucha claridad en el encarcelamiento reciente del ex presidente brasileño Lula Da Silva, valiéndose para ello del poder judicial y de un juez que fue entrenado por el departamento de Estado norteamericano. Fortalecer instituciones punitivas como el poder judicial o empoderar a jueces y fiscales que no fueron elegidos por la población, haciéndolos ver como los grandes salvadores de la ética y la moral pública, parece ser la receta que EEUU quiso dejar a esta VIII Cumbre de las Américas.
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Lo que se busca con todo esto es sacar de la agenda la discusión sobre el fracaso rotundo de las políticas neoliberales que desde los años 80 fueron promocionadas como las “alternativas más coherentes y únicas” para salir de la pobreza y del atraso secular que padecen nuestros países por su condición de semicolonialidad.
Los voceros del capital nos dicen, aprovechando la ocasión, que el problema del bajo crecimiento económico de nuestro país o del incremento del desempleo y la pobreza, se lo debemos a la corrupción y a la descomposición moral de una mal llamada “clase política”, por tanto, nos proponen una regeneración moral y un fortalecimiento de las instituciones a fin de hacer que las leyes se cumplan. Estos asalariados del capital olvidan decir que esa “clase política” no es otra que la casta de funcionarios y políticos, que sirvió dócilmente desde los cargos públicos a los requerimientos del gran capital imperialista, lo cual permitió la evasión tributaria de las grandes empresas mineras durante el periodo del boom primario exportador o la liquidación de los derechos laborales y beneficios sociales de la clase trabajadora, así como que se hayan privatizado empresas públicas y servicios sociales a partir del estrangulamiento financiero de sectores como la salud o la educación. Todo ello, en el Perú, se encuentra debidamente legislado y tiene amparo constitucional ya que se sostiene en la constitución de 1993 legada por Alberto Fujimori.
No será pues de la mano del Estado y del poder judicial o de jueces “probos” o de leyes más severas, que derrotaremos a la corrupción, sino más bien encarando su lucha como parte de la lucha contra el capitalismo y su régimen de dominación política, ya que la corrupción es inherente a este sistema, por eso Marx nos decía en el Manifiesto Comunista que el Estado capitalista “no es más que una junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa”.
Resistencia Sur de Perú es una organización con quiénes, desde la Fracción Trotkista Cuarta Internacional (FT-CI), venimos explorando posibles convergencias programáticas y estratégicas.