El sábado a la madrugada fueron atacados dos jóvenes por más de 20 adolescentes varones mientras esperaban el colectivo en calle 6 y Diagonal 80. La historia se conoció por la publicación en Facebook de una de las víctimas. Ambos recibieron golpes e insultos homofóbicos y racistas y uno de ellos fue hospitalizado por un corte en la cabeza.
Eve Espósito Redacción deportes
Lunes 4 de septiembre de 2017 18:48
Una simple espera de un bondi en el centro de la ciudad se puede transformar en una pesadilla si no respondes a la heteronorma impuesta por este sistema. Esto fue lo que le sucedió a Jhonan y a Joel, dos adolescentes que son pareja y sufrieron un brutal ataque con golpes y agresiones verbales por parte de un grupo de jóvenes que, actuando en patota, dejaron a los chicos heridos en la calle solicitando ayuda. Uno de ellos, Joel, sufrió un golpe con una piedra en la cabeza y tuvieron que darle 5 puntos de sutura. La pareja contó en la publicación realizada en una red social que permanecen doloridos y recuperándose por la cobarde agresión. Todo quedó registrado por las cámaras de seguridad de la Municipalidad de La Plata.
En todo momento Jhonan, uno de los denunciantes, hace énfasis en el por què del comienzo del ataque: "¿Qué haces puchero puto de mierda?" le gritaron y lo atacaron por la espalda a su novio. Mientras a èl lo embistieron a golpes luego de vociferar un nítido “negro puto de mierda”. En la desesperación de la situación y ante el no accionar policial (tal cual relatan) solo fueron ayudados por dos hombres que iban en una camioneta particular y los llevaron a una guardia, y por una chica que les dio dinero.
Lejos de entender el caso como un simple robo o pelea callejera (le quitaron el celular y la billetera a uno de los chicos violentados), el rol fundamental de los agravios verbales da cuenta de un ataque homofóbico y racial a los que lamentablemente està acostumbrada la comunidad LGBTTTIQ en nuestro país y el mundo.
El ataque fue perpetrado, como declara Jhonan, por un grupo de “chicos bien”, de esos que lxs disientes sexuales de La Plata conocemos bastante y que se caracterizan por este tipo de ataques cobardes y que siempre quedan impunes, desde lo judicial y desde lo social.
Parece que en la ciudad de las diagonales y en todas partes del país ser gay, lesbiana, trans, bisexual, puede ser una condena a muerte, o mínimo una paliza disciplinadora o un abuso. Nada más cercano a un intento de subordinación.
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Ese discurso de odio que se propaga y se nos enseña desde que nacemos està totalmente arraigado a la religión. Y nuestra ciudad tiene a un estandarte en la construcción de estigmatización y criminalización hacia la comunidad como es Monseñor Aguer, aliado de los medios de comunicación locales más masivos.
Esas imágenes de la brutal golpiza a esta pareja de chicos que todxs van a poder ver recorriendo los medios de comunicación no son conductas aisladas, responden directamente a un contexto de un Estado y un gobierno sumamente conservador que reprime cualquier manifestación por fuera de la heteronormatividad y alimenta el esquema disciplinador.
No hay estadísticas de los casos de violencia hacia la disidencia sexual, lo cual constituye uno de los retrasos màs significativos en pos de la lucha por alcanzar nuestros derechos. Algo que se nos niega desde hace años a pesar de que existe la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. Si bien estas leyes permiten mejorar algunas cuestiones, quedan en una mera sanción que no se ve reflejada en la vida de cada una de las personas que salen a enfrentar al sistema a diario.
Solicitar la implementación de la ley de Educación Sexual integral y la implementación efectiva y real del Cupo Laboral Trans, por una implementación de un Programa Nacional de atención a víctimas de violencia por orientación sexual e identidad de género y la elaboración de un protocolo de actuación para las fuerzas de seguridad ante situaciones de discriminación o violencia, sería una herramienta fundamental para la lucha y reivindicación de los derechos de la Comunidad LGBTTTIQ, y para articularla a instituciones como el colegio, los hospitales, la justicia.
El odio desplegado hacia Jhonan y Joel se enmarca en una violencia estructural, regulada por un estado que reprime, que engendra desempleo, pobreza y desigualdad a través de las políticas que fomenta y ejecuta. Estos gobiernos que, funcionales a la iglesia, nos coaccionan y nos quieren conformar solo con leyes sin mencionar los cambios políticos y sociales necesarios, son cómplices de los padecimientos que sufre la disidencia sexual en el país.