Trabajadores de la salud denunciaron en un documento público la situación que viven actualmente. Sectores como salud mental y la atención primaria de la salud son el último orejón del tarro.
Lunes 13 de abril de 2020 15:00
El Hospital José Ingenieros es un Hospital Especializado en Salud Mental, ubicado en el periférico barrio de Melchor Romero, en La Plata. En esa periferia del oeste platense donde hacer la cuarentena en condiciones es un lujo y los derechos se vulneran hace rato.
Fundado en 1956, como hospital especializado, asiste de manera permanente a medio centenar de usuarios que viven allí. Además, desde el año 2006, producto de la lucha de los vecinos por el acceso a la salud, se crearon los Consultorios Externos del hospital, que en los hechos funciona como una “salita” como la conocen en el barrio.
Allí se atienden todos los días cientos de demandas: controles de salud, controles prenatales, abordaje de enfermedades crónicas, acceso a la interrupción legal del embarazo, acceso a anticonceptivos, consultas de enfermería, salud mental, trabajo social, además de múltiples dispositivos grupales para el abordaje de situaciones complejas. El Hospital es sede de Residencia de Medicina General desde hace 10 años, y se lo caracteriza porque su equipo de salud es el que lucha, junto a la comunidad, por la conquista de sus derechos.
En Melchor Romero, precisamente en 161 y 514, la salud mental y la marginalidad se combinan para sumar complejidad a la crisis sanitaria. Desde el primer día de declarada la pandemia, sus trabajadores y trabajadoras se organizaron para reclamar los insumos necesarios para dar respuesta. Frente a la falta de insumos decidieron hacer pública la situación mediante un comunicado que desde La Izquierda Diario damos a conocer.
Andrea López, médica generalista de ese hospital y miembro del sindicato de profesionales de la Salud de la Pcia de Buenos Aires (CICOP) contaba, “como ustedes saben, esta situación no es nueva. Gobierno tras gobierno venimos denunciando la crítica situación del sistema de salud en su conjunto. La Pandemia dio cuenta de que somos esenciales, que la salud es un derecho, pero lo cierto es que seguimos precarizados, que trabajamos en condiciones no aptas, que la mayoría de los servicios de limpieza de los hospitales están tercerizados, ninguneados absolutamente. Además nuestro sistema de salud se encuentra fragmentado y dividido entre el sistema privado, de obras sociales y el público. En este momento deberíamos poder contar con un sistema Único de salud, público y de calidad, para dar respuesta a esta pandemia.”
Además agregó, “en nuestro caso, trabajamos en un centro de salud ubicado en una población muy vulnerable, donde los comedores comunitarios son la única garantía de alimentación de muchas familias, que viven el día a día, de changas. Para ellas, los diez mil pesos que ofrece el gobierno, y que aún no cobraron, alcanzan a penas a cubrir unos pocos días. Somos muy concientes de esta situación que vive nuestro barrio, y por eso decidimos organizarnos desde el primer día”.