Después de muchas horas de negociación se llegó a un acuerdo entre los países receptores directos de refugiados y el resto de la UE para rechazar mejor la inmigración.
Guillermo Ferrari Barcelona | @LLegui1968
Viernes 29 de junio de 2018 10:12
Europa tiene un “grave problema”: son los centenares de miles de refugiados que la “invaden”. Para ello se han reunido los 28 jefes de Gobierno. En la madrugada del viernes llegaron a un acuerdo relativo sobre cómo parar la inmigración que llega a Europa. Luego de la gestión desastrosa que se hizo con los refugiados sirios, Europa ha encontrado de una gestión “ordenada” para lograr resultados más “elegantes” a la hora de repeler a quienes huyen de la miseria económica y la guerra.
Este acuerdo demuestra que la Unión Europea está mucho más preocupada por parar la inmigración que acecha desesperada las puertas de Europa, que por parar las agresiones y el saqueo de los países que domina. Este es un aspecto central constitutivo de la UE ya que demuestra claramente su carácter reaccionario. No parará de ejercer su dominio militar en diferentes lugares del globo y el saqueo que sus grandes empresas ejecutan en ellos.
Para detener mejor el flujo migratorio han decidido “invertir” 500 millones en los países de origen y de tránsito. Esto sería el soborno con el cual esperan que las fuerzas represivas de dichos países “disuadan” a su población de iniciar el largo y riesgoso viaje a Europa. En dicho acuerdo, ni se menciona cómo parar la guerra en Siria y ayudar a un país destruido por los bombardeos de EEUU y la UE entre otros actores militares de la región.
Los cinco países del Mediterráneo plantearon la idea de transferir a la los inmigrantes a unos centros controlados dentro de Europa para evaluar si son refugiados o ‘inmigrantes económicos irregulares’. Claro está que a estos últimos les expulsarían. Quienes sean refugiados serían acogidos voluntariamente por los países europeos que así quisieren. Aunque aún no está claro qué país querría acogerlos.
Días antes de la cumbre migratoria, la discusión era que si esos centros se instalarían dentro del territorio de la UE o si se ponían en otros países mediante algún tipo de acuerdo. Algo parecido a lo que Europa hace con Turquía. Si se paró el alud migratorio de Siria, no fue por la “mejora en el país de origen” (menos aún en el de tránsito), sino porque los campos de refugiados se construyeron en el país Otomano, “gracias” a la inversión de 3.000 millones de euros procedente de la UE.
Esta idea es parte de los acuerdos forjados en Malta tres años antes. En dicho acuerdo se incrementaba la ayuda a los países africanos en su política de contención a la inmigración. Este es el modelo español que emprendió en 2006 bajo la dirección de Rodríguez Zapatero: le llaman cooperación, aunque en realidad significa aumentar el poder represivo de estos países. “Nuestra cooperación se ha mostrado como valiosa y eficaz” decía Mariano Rajoy en 2015. Y, ahora quien “exporta” éste modelo es Pedro Sánchez.
¿Cómo se puede hablar de cooperación entre Europa y África o Asia? Francia encabezó una intervención militar en Mali en 2013 que prosigue en la zona del Sahel, la UE participó activamente de los bombardeos a Siria, el Estado español es quien vende armas a Arabia Saudí para que controle manu militari la región, todos apoyaron al ejército Egipcio liderado por el golpista Al-Sisi que reprimió a su propio pueblo a sangre y fuego la primavera protagonizada en la plaza Tahrir. Y, etc., etc… Por no hablar de la invasión de Irak y Afganistán.
En su carta magna, la Unión Europea habla de unos valores que protege y fomenta. El de la dignidad humana, derecho a la vida y a la integridad de las personas. Esto hace referencia exclusivamente a quienes tienen papeles o hayan nacido en Europa -aunque la mayoría tampoco disfruta de ellos-, pero quienes atraviesen el Mediterráneo no “gozan” de dichos derechos. También se menciona el “derecho de asilo” que en el Estado española apenas si tiene efectos prácticos. El derecho que sí se aplica es el de “libertada de empresa”.
Todos esos derechos de la carta magna son pisoteados una y otra vez. No solo en relación a los refugiados que tratan de entrar a Europa, sino también en relación a los militantes y activistas sociales que luchan contra las injusticias y explotación de éste sistema. La Carta Magna es un paripé para dar la apariencia de valores democráticos. Pero la clave de la Unión Europea es el domino del capital.
Y, como tal se preocupan de fortalecer dicho dominio en toda ocasión. Tratan de permitir la inmigración ilegal en la medida en que le permite bajar los salarios. La limitan en la medida en que genere cierta pérdida de su base social. Merkel ha pasado de defender la inmigración a buscar “fórmulas” que la detengan antes de las fronteras, ¿por qué? porque se le hace más difícil estar a la cabeza de un gobierno sólido en Alemania. De hecho, está gobernando con una coalición inestable.
Pero los diferentes gobiernos europeos hacen todo así. No importa que sean de la “izquierda” (falsa) o la derecha. Son los representantes del Capital, de la Europa del Capital. Los partidos socialistas europeos hace varios decenios se han transformado en social-liberales y gestores de los intereses de las grandes empresas. No hay diferencias sustanciales entre el Partido Popular Europeo y la Alianza Progresista Socialista.
Incluso los partidos de la “nueva izquierda” como es el caso de Podemos en el Estado español, o Die Linke en Alemania o el Front de Gauche en Francia son propuestas plenamente impotentes ante el problema de la inmigración. Son parches que se ponen en el cielo. ¿De qué sirve acoger refugiados, si luego se les persigue cuando se ganan vendiendo productos con sus “mantas”?
¿O es que acaso tan solo se pretende acoger a ese minúsculo grupo que pasa por el estrecho aro de la UE? Barcelona proponer acoger a 1000 refugiados. Sin embargo, la oleada procedente de Siria son centenares de miles, por no hablar a quienes llegan desde otras rutas africanas. El Estado español tan solo acogió al 11% del cupo se había fijado (1.279 sobre 17.337 personas). Ya han pasado tres años de la triste y terrible imagen del niño muerto en las playas griegas.
La Europa del Capital no se puede reformar. El entramado institucional y el Parlamento creados es tan solo un enorme espacio teatral que no resuelve nada. Todo se hace tras bambalinas o en las reuniones de los gobiernos europeos a espaldas de los trabajadores y el pueblo.
Acoger, sí; pero es clave detener la guerra y el saqueo
La política de acoger y de salvar vidas en el Mediterráneo es completamente necesaria pero está muy lejos de resolver el asunto. Es como tratar de parar el viento con una mano. La inmigración de los países africanos y asiáticos es forzada por la guerra (de la cual la UE es parte) y por el saqueo económico (del cual las multinacionales europeas se benefician millonariamente).
Es encomiable la actitud de todas las personas que arriesgan sus vidas y enfrentan las autoridades europeas para evitar o reducir las muertes en las aguas que separan África de Europa. También lo es en el caso de las personas que abren las puertas de sus casas a los refugiados que pueden atravesar las estrechísimas fronteras blindadas de Europa. Sin embargo, el problema es mucho más grave.
Las oleadas inmigratorias son generadas por las potencias de la Unión Europea. Los países imperialistas del antiguo continente promueven el saqueo económico de sus antiguas colonias y generan guerras neocoloniales para acentuar o consolidar su dominio. El enemigo no son los refugiados, está claro. Son las empresas del Ibex 35 y los parqués europeos, son los gobiernos que nos explotan y que matan inmigrantes. En síntesis, es el capitalismo y está en casa también.
Hay que organizarse y luchar contra la Europa del capital para crear una Europa de los trabajadores y los pueblos, una Unión de Estados Socialistas de Europa. Una unión de los explotados y oprimidos es la única unión que no fomentará la guerra contra el resto de los pueblos, sino la paz y que no fomentará el saqueo económico, sino la cooperación libre y voluntaria.