Viernes 4 de noviembre de 2016
La crisis política se instala en los tres poderes, y por primera vez dentro de la Corte Suprema (STF). A pesar del pedido de Michel Temer, la Corte sometió a juicio una acción para la impugnación del mandato de presidente del Senado Renan Calheiros (PMDB). La acción es continuidad de la que hace algunos meses sacó a Eduardo Cunha (también del PMDB) de la presidencia de la Cámara de Diputados, para sacar de la línea sucesoria de la presidencia a un reo de la Corte.
Temer temía que esa impugnación atrase la votación de la enmienda constitucional que impulsa para congelar los gastos sociales por 20 años (PEC 241), y abre además importantes brechas en su base aliada que pasaría a disputar la presidencia de la cámara alta del Congreso. La mayoría de la Corta Suprema no solo ignoró el pedido, sino que aprobó la impugnación, con 6 votos a favor y ninguno en contra del parecer del fiscal general de la República, Rodrigo Janot.
A pesar de esa mayoría, el juez Dias Toffoli, que siempre expresa las posiciones políticas del juez de la Corte Suprema y presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE) Gilmar Mendes, pidió el retiro del proceso para su análisis, interrumpiendo su ejecución y garantizando así un suspiro para Temer. Tal vez, como en el caso de Cunha, la Corte permita que el blanco de sus acciones realicen su “servicio” para después alcanzarlo. En el caso de Cunha se trataba del impeachment, en el de Renan, de la PEC 241 y de la reforma política para proscribir a la izquierda.
Con esta decisión de Dias Toffoli se instala una nueva fase de la crisis política nacional. Cinco ministros votaron por impugnar el poderoso miembro del PMDB. Mientras el juez Toffoli pidió tiempo para revisión, otro juez, Celso de Mello, pidió que se vote aun así para demostrar que ya hay mayoría (6) y que el pedido de Toffoli solo atrasa la ejecución del resultado ya alcanzado. La presión se instalará dentro de la Corte, además de abrir una situación de crisis institucional porque el presidente del Senado está inminentemente impugnado de su cargo, aunque no de su mandato, y cual zombi permanecerá así. La relación del gobierno de Temer con el Senado y con la Corte tendrá nuevos ires y venires.
El impasse y la presión queda sobre Toffoli y su ala dentro del poder judicial y del régimen político, capitaneada por Gilmar Mendes, que en repetidas veces se ha manifestado en contra de un ala más favorable a la operación Lava Jato, que investiga los entramados de corrupción en Petrobras.
En medio de la crisis que se abrió con la prisión de policías del Senado y las explosivas declaraciones de Renan Calheiros, Gilmar Mendes se ubicó como su interlocutor, y mostró que trabaja por una solución política más “consensuada” luego del golpe. Renan Calheiros, al invocar que “no se debe cocear a quien fue derribado” en la votación del impeachment de Dilma, separó esa votación de la pérdida de derechos políticos de la exmandataria, mostrándose un articulador del intento de “pacificación” del régimen político.
Las escuchas telefónicas de la operación Lava Jato que involucran a Calheiros así como al senador y presidente del PMDB Romero Jucá, al senador y expresidente José Sarney y al exsenador “arrepentido” Sérgio Machado indicaban cómo trabajaban juntos por el fin de la operación Lava Jato y por el “pacto” (e impunidad), desde que estuviese garantizado el impeachment de Dilma.
Calheiros ha provocado otras alas de las fuerzas que fueron activas en el impeachment al trabajar por la restricción a los poderes del judicial, con su ley “contra el abuso de autoridad”, entre otras propuestas y declaraciones. Por otro lado, con la cabeza a premio, se espera que empiece a priorizar su propio futuro político y no los intereses de Temer. Sea lo que sea votado, que se haga con rapidez pero legítimamente. Es decir, si sigue las prioridades de Temer puede que lo haga con rapidez y contundencia para mostrar su funcionalidad al régimen y no necesariamente los intereses del gobierno. Por un lado u otro, la decisión de la Corte genera problemas en el Senado y el gobierno, al presentarse una imprevisibilidad en el Congreso.
Las consecuencias de la decisión de hoy se verán en las próximas horas y días, pero ya anuncian nuevos capítulos de la crisis política nacional y que ésta está atravesando distintos poderes y volviendo a separar alas en el judicial y en el legislativo, que actuaron juntas a favor del golpe institucional del impeachment. El nuevo capítulo de la crisis política, ubicándose dentro del poder judicial, es una consecuencia del fortalecimiento de esa institución como gran árbitro de la política del país. Al ubicarse en el centro de la política nacional, comienza a expresar las contradicciones que ya veíamos en otras alas del régimen político.
Hasta el momento, la Corte ha conseguido actuar como implementador de ataques a los derechos de los trabajadores, como el ataque al derecho de huelga y a las jubilaciones entre otros, al ubicarse como una institución “limpia”, “por fuera de la política”. Al tomar tantas decisiones políticas, la Corte está arriesgando su propia imagen y poder.
Más allá del desenlace de este impasse, la división en la Corte Suprema es un anuncio de nuevas complicaciones para Temer, para la Lava Jato, para Renan y para el régimen político, que no se estabilizó con el impeachment ni con los resultados electorales de este mes.