Millones de trabajadores y trabajadoras precarias que hacen changas, se encuentran con el dilema que si hacen cuarentena no comen, si no la hacen, además de exponerse al contagio, les cae todo el peso del Estado y un humor social generado desde el gobierno y los medios que los culpabiliza y criminaliza. ¿Hay otra respuesta posible?
Domingo 22 de marzo de 2020 23:00
“Amigo querido, como va? Todo bien? Nosotros acá, no pudiendo hacer nada, había empezado a hacer unas changas y ahora se cortaron con todo esto, está todo parado y está bien, pero nosotros que salimos a laburar día a día, si no nos morimos de coronavirus nos vamos a morir de hambre”, dice un trabajador de esos millones, jefes de familia, que hacen changas diarias para sobrevivir.
En la Argentina más del 45% de los hogares tiene como jefe o jefa de hogar a alguien que trabaja en el sector informal, a ellos hay que agregar los casi 2 millones de desocupados y millones de jubilados y pensionados que cobran el haber mínimo.
Se trata de millones que van desde trabajadores de la construcción, de comercio, de servicio de casas particulares, de sectores de la industria hasta feriantes, trabajadoras de peluquerías, paseadores de perro, repartidores, profesores de educación física, masajistas, plomeros, electricistas, gasistas o carpinteros, instaladores de aires, mozos y lava copas, los que realizan venta callejera, los limpiavidrios de semáforos y cuida coches, y un largo etcétera entre las variadas actividades en las que se mueve la llamada economía informal. También han denunciado trans y travestis la agudización de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran a partir de la crisis.
El sector de la economía informal creció durante los cuatro años de macrismo y profundizó la precarización de la vida de millones.
En la Argentina más del 45% de los hogares tiene como jefe o jefa de hogar a alguien que trabaja en el sector informal
Muchos perdieron parte de sus bienes, otros están sobreendeudados y la gran mayoría viviendo hacinados en viviendas precarias o casillas de madera, cartón y nylon, sin agua, sin cloacas, tan lejano de las imágenes del #YoMeQuedoEnCasa que proyectan los medios masivos y personalidades políticas, de la cultura y el deporte desde las redes.
Eso ha generado un humor social en el que tanto al que tiene un trabajo dentro de los exceptuados hasta los que igual salen a hacer la changa para comer, son insultados y denunciados, muchas veces por propios vecinos, y bajo las luces de las cámaras de TV subidos a un patrullero. Un individualismo atroz, del sálvense quien pueda enmascarado en el que así nos salvamos todos, una mentira que deja a millones perdiendo, como siempre.
El gobierno nacional dice que evalúa medidas para monotributistas. Lanzaron la inscripción para un plan de ayuda de $5.000 para quienes no reciben ningún plan social. Una migaja completamente insuficiente pues es menos de un tercio de la línea de indigencia, calculada según el Indec en $16.700.
Los bonos anunciados antes del aislamiento obligatorio para jubilados, AUH y las tarjetas alimentarias, en medio de un parate total de la economía, ya tienen sabor a poquísimo además que no cubren a una parte importante de este sector social.
“Hola, cómo estás? Disculpa que te joda, se que hace muchos años estás en el Ministerio. Tengo una amiga que la está pasando mal, laburaba en un bar que cerró por todo esto y limpiaba casas, se quedó sin ningún ingreso. Hay alguna oficina en el ministerio que aunque sea le dé un bolso de comida, un subsidio, algo?”.
Lamentablemente no podría contestarle. A los trabajadores nos liberaron de tareas por la medida de aislamiento y no han socializado información acerca de ninguna acción, plan especial o articulación con organizaciones en medio de la emergencia.
Si uno ingresa a la página del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la PBA no hay información al respecto. Están entregando comida a Comedores escolares, a comedores barriales, ¿a cuáles y en que barrios? ¿A donde pueden ir las familias en situación de calle? ¿Qué hacer con las personas con discapacidad que ocupaban camas en hospitales públicos, sin una red de contención familiar, a los que les están dando de alta para liberar plazas ante la pandemia? ¿Qué hacen las personas adultas mayores que ni siquiera cobran las jubilaciones y pensiones de hambre? ¿Y con las que cobran la mínima y sobrevivían con la ayuda de sus hijos, que hoy no pueden hacer changas? ¿Cómo siguen trabajando las casas de cuidado (casas del niño, casas encuentro, etc.) a las que en los últimos días ni siquiera les llegó alimento?. Nada de esto ni siquiera está informado.
El despliegue de las distintas fuerzas represivas del Estado, con el ropaje de “ayuda humanitaria” está en relación con ello, prepara el terreno para cuando se torne más explosivo
Hay alertas sobre la situación social, si. El despliegue de las distintas fuerzas represivas del Estado, con el ropaje de “ayuda humanitaria” está en relación con ello, prepara el terreno para cuando se torne más explosivo.
El gobierno, el jueves pasado, anunció la medida de aislamiento social obligatorio. Esa medida no vino acompañada de información del plan más general. Como ya venimos planteando, se trata de una medida insuficiente si no va acompañada de test masivos para saber dónde está ese enemigo invisible y actuar en consecuencia.
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Tampoco se anuncio la centralización por parte del Estado de todo el sistema de salud sea público o privado, laboratorios, etc., ni la reconversión de la producción industrial en función de la emergencia por la pandemia, ahí las trabajadoras textiles de Neuquén o los trabajadores del Astillero Rio Santiago muestran el camino.
Pero todo eso además debe ir acompañado de medidas sociales urgentes. En cada barrio hay una escuela pública, en todas ellas debe haber asistencia alimentaria para todo el que la requiera mas allá de las familias que ya son parte de la comunidad educativa. Docentes y auxiliares de escuela ya mostraron que están al servicio de esa medida como acá y acá.
Debe salir YA un salario social al valor de la canasta familiar, pensemos que la línea de la pobreza está en casi $41.000, para todos los trabajadores y trabajadoras del sector informal que no tengan ningún plan social o un complemento del mismo que les permita llegar a lo que se necesita para vivir.
Debe anunciarse el no pago de monotributo, como si se hizo con los aportes patronales. Junto a la prohibición de despidos, y que se siga percibiendo la totalidad del salario.
Las empresas energéticas fueron las grandes ganadoras durante el gobierno de cambiemos. Se viene el frío, no hay que pagar las tarifas mientras dure la emergencia.
Prohibir desalojos y todo tipo de acción judicial hacia familias que perdieron ingresos por las medidas de aislamiento obligatorio y no puedan pagar alquiler y expensas.
Se deben fortalecer con presupuesto acorde a la emergencia todos los programas de cuidado de la niñez, jóvenes y adolescentes, de los adultos mayores y las personas con discapacidad de los ministerios de Desarrollo de la Comunidad o Desarrollo Social.
El presidente dice que no está peleando por la economía sino por las vidas. Las vidas están en juego no sólo por la pandemia sino por las terribles condiciones en las que viven millones. Hay que rechazar el pago de la ilegal y fraudulenta deuda para poner todos los recursos del Estado, afectando las ganancias de quienes se las llevaron en pala, en función de un plan integral durante la emergencia, que además del aislamiento vaya acompañado de estas medidas.