Presentamos la traducción del inglés de la discusión que León Trotsky mantuvo con un miembro de La Liga Comunista Norteamericana (CLA, en inglés) sobre la “cuestión negra” en EE. UU. Swabeck fue al encuentro con Trotsky en Turquía para discutir diversos temas; parte de este grupo había sido expulsado del Partido Comunista (PC) norteamericano y adhería a la Oposición de Izquierda Internacional.
En su viaje atravesó Berlín, a poco de que Hitler fuera nombrado Canciller. Norteamérica estaba gobernada por el demócrata Roosevelt. Todavía se sentían los efectos de la gran depresión de 1929. Pero en 1933 comenzó a reaccionar el movimiento obrero donde los trabajadores negros eran un sector importante. No estaba en discusión que era un sector oprimido por los blancos. Sin embargo, como manifiesta Swabeck, todavía la CLA no “había formulado un programa”.
Trotsky vivió en Nueva York entre enero y marzo de 1917, cuando zarpó hacia la Revolución rusa. En Mi vida recuerda la anécdota sobre el portero de la casa que alquiló a su llegada en el Bronx como su primer contacto con la “cuestión negra”. Luego de la Revolución rusa y su impacto en todo el mundo, cuando forma la Tercera Internacional (IC) junto a Lenin, la ”cuestión negra” no solo en EE. UU. sino en todo el mundo (empezando por África) y el problema de las nacionalidades oprimidas por los distintos imperialismos como la lucha por su liberación, fueron una preocupación constante para él. La política bolchevique de “autodeterminación” (incluso su separación) para las nacionalidades oprimidas por el zarismo fue clave en la Revolución Rusa para ganarlas para la revolución. Aunque Trotsky considera que en EEUU “los negros son una raza y no una nación”, tiende a tomarlo desde el punto de vista programático como una nación oprimida. La política de “Igualdad económica, política y social” que plantea Swabeck le parece totalmente insuficiente.
Es sobre estas “consideraciones generales” con las que discute con Swabeck y las posiciones de la CLA. En primer lugar los llama a un estudio serio de la situación de los negros en Norteamérica y las reivindicaciones de sus movimientos. Al igual que Lenin, plantea que en cuanto a las nacionalidades oprimidas: “Un criterio abstracto no es decisivo en este asunto, mucho más decisiva es la conciencia histórica, sus sentimientos y sus deseos”. Para Trotsky, “la dialéctica de estos desarrollos muestra que donde existió un estrecho centralismo, el Estado estalló en pedazos, y que donde se propuso la completa autodeterminación, surgió un Estado real que permaneció unido”. La socialdemocracia austríaca (y en general toda la socialdemocracia) es un ejemplo del “estrecho centralismo”.
En 1933 los negros estaban lejos de ser asimilados, como plantea Swabeck. En el Sur habían proliferado los linchamientos, el Ku Klux Klan, amparados por la ley y los Estados. Cuando cuatro millones migraron hacia los centros urbanos en el Norte, continuaron los linchamientos y fueron a vivir a los peores lugares en condiciones de hacinamiento.
Para Trotsky la autodeterminación no tiene que estar restringida a un sector de EEUU., como planteaba el PC adjudicándoles el “cordón negro” del Sur. Para él, ellos debían decidir qué querían y dónde, y eso era lo más importante: “Nosotros, por supuesto, no obligamos a los negros a convertirse en una nación; si lo son, entonces esa es una cuestión de su conciencia, es decir, qué desean y por qué luchan”. Solo de esta forma los revolucionarios podrían ganarse a los negros trabajadores y los más pobres. Dándole confianza en sí mismos, lo que los llevaría a enfrentarse con el imperialismo.
Sobre la clase obrera blanca dice: “El 99.9 % de los trabajadores norteamericanos son chauvinistas, son verdugos con relación a los negros y también respecto a los chinos. [...] Es necesario hacerles entender que el Estado norteamericano no es su Estado y que ellos no tienen que ser los guardianes de este Estado. Los trabajadores norteamericanos que dicen: ‘Los negros deben separarse cuando lo deseen y los defenderemos en contra de nuestra policía norteamericana’, esos son revolucionarios, tengo confianza en ellos”. De no darse este cambio en la conciencia de los trabajadores blancos, para Trotsky no había unidad posible con los negros.
En las charlas que mantuvo con CRL James en México, durante abril de 1939, reafirmó la necesidad de levantar esta consigna, ya que en 1933 no los había convencido. Una última discusión se dio en 1940 poco antes del asesinato de Trotsky.
En la actualidad, hubo avances en la situación de las y los negros con relación a la que vivió Trotsky. En 1964, la ley de derechos civiles prohibía la discriminación racial en el empleo y en 1965 la Ley de Derechos Electorales creó derechos de voto para todos, independientemente de su raza. Pero más allá de las leyes la vida de los negros seguía condenada a la miseria. En 1967 y 1968 se dieron las mayores revueltas del movimiento negro. La represión y la guerra de Vietnam los llevó a una mayor radicalización. Al mismo tiempo la burguesía norteamericana, especialmente el Partido Demócrata, tuvo una política de coptación generando un sector de clase media negra, con acceso a distintas profesiones y un muy pequeño sector que podía incluso convertirse en burgués. Esto permitió que el neoliberalismo implantado por Reagan en los 80 avanzara sobre un movimiento negro dividido. Pero así como se mantuvo y acrecentó la diferencia salarial, el ingreso a los peores trabajos, ser mayoría entre los desocupados así como entre los detenidos y asesinados, también crecieron otros inmigrantes oprimidos como los latinos o asiáticos. Y de conjunto hubo una gran precarización laboral que afectó en gran parte a los jóvenes blancos. Los jóvenes que hoy se manifiestan por el asesinato de Floyd no son solo negros. Hay latinos, asiáticos, blancos. Incluso despiertan los oprimidos en otros imperialismos como Gran Bretaña y Francia. Es un gran paso para terminar con el racismo y la división impuesta.
Publicamos este artículo de 1933 que ayuda a la reflexión de los problemas actuales como parte de un compilado realizado por el trotskista norteamericano George Breitman en 1962. Fuente: marxists.org.
LA CUESTIÓN NEGRA EN LOS ESTADOS UNIDOS
Prinkipo, Turquía
28 de febrero de 1933
Swabeck [1]: En la Liga Norteamericana no tenemos diferencias importantes en torno a esta cuestión y tampoco hemos formulado un programa. Presento por lo tanto las opiniones generales que hemos desarrollado. Cómo debemos ver la posición del negro norteamericano: ¿cómo una minoría nacional o como una minoría racial? Esto es de gran importancia para nuestro programa.
Los estalinistas mantienen como su principal consigna “autodeterminación para los negros” y exigen ligado a esto un Estado separado y derechos estatales para los negros en el cinturón negro. La aplicación práctica de esta última demanda ha mostrado mucho oportunismo. Por otro lado, reconozco que en la actividad práctica entre los negros, pese a numerosos errores, el Partido [Comunista] [NdT] puede mostrar también algunos logros. Por ejemplo en las huelgas textiles del Sur, donde en gran medida se rompieron las divisiones de color.
Weisbord [2] está de acuerdo con la consigna de “autodeterminación” y derechos estatales separados. Sostiene que es la aplicación de la teoría de la revolución permanente en Estados Unidos.
Nosotros partimos de la situación actual: hay aproximadamente trece millones de negros en Estados Unidos; la mayoría viven en los estados del Sur (cinturón negro). En los estados del Norte los negros viven concentrados en las comunidades industriales como trabajadores industriales; en el Sur son principalmente agricultores o aparceros.
Trotsky: ¿Alquilan la tierra del Estado o de propietarios privados?
Swabeck: De propietarios privados, de granjeros blancos y propietarios de plantaciones; algunos negros poseen la tierra que cultivan.
La población negra en el Norte se mantiene en un nivel inferior: económica, social y culturalmente; en el Sur está bajo las opresivas condiciones de Jim Crow [3]. Están excluidos de muchos sindicatos importantes. Durante y después de la guerra la migración desde el Sur ha aumentado; quizás alrededor de cuatro a cinco millones de negros viven ahora en el Norte. La población negra del Norte es abrumadoramente proletaria, pero la proletarización también está avanzando en el Sur.
Ninguno de los estados del Sur tiene hoy una mayoría negra. Esto da énfasis a la fuerte migración al Norte. Nos plantemos la pregunta así: ¿son los negros, en un sentido político, una minoría nacional o una minoría racial? Los negros han sido asimilados, norteamericanizados, y su vida en Estados Unidos desequilibró las tradiciones del pasado, las modificó y cambió. No podemos considerarlos una minoría nacional en el sentido de tener su propio idioma. No tienen costumbres nacionales, cultura nacional ni religión especiales; ni tienen intereses especiales como minoría nacional. En este sentido es imposible hablar de ellos como una minoría nacional.
Para nosotros, los negros representan un importante factor en la lucha de clases, casi un factor decisivo. Son una sección importante del proletariado. También hay una pequeña burguesía negra en Estados Unidos pero no es tan poderosa ni tan influyente como el papel de la pequeña burguesía y burguesía entre los pueblos oprimidos a nivel nacional (colonial).
La consigna estalinista de “autodeterminación” se basa principalmente en una estimación de los negros norteamericanos como una minoría nacional, para ganarlos como aliados. Nosotros nos preguntamos: ¿queremos ganar a los negros como aliados sobre esa base y a quién queremos ganar, al proletariado negro o a la pequeña burguesía negra? ¿Nos ganaremos con esta consigna a la pequeña burguesía principalmente y no tenemos mucho interés en ganarlos como aliados sobre esta base? Reconocemos que los agricultores pobres y los aparceros son los aliados más cercanos al proletariado pero creemos que pueden ser ganados como tales en base a la lucha de clases. Comprometernos en esta cuestión de principios pondría a los aliados pequeñoburgueses por delante del proletariado y también de los campesinos pobres.
Reconocemos la existencia de etapas definidas de desarrollo que requieren consignas específicas. Pero la consigna estalinista nos parece que lleva directamente a la “dictadura democrática del proletariado y el campesinado”. La unidad de los trabajadores, negros y blancos, debemos prepararla en base a la unidad como clase pero también es necesario reconocer los problemas raciales y además de las consignas de clase, también hay que avanzar consignas sobre los problemas raciales. Opinamos al respecto que la consigna principal debe ser “igualdad social, política y económica para los negros”, así como consignas derivadas de ello. Esta consigna es naturalmente muy diferente de la consigna estalinista de “autodeterminación” para una minoría nacional. Los dirigentes del Partido [Comunista, N. del T.] mantienen que los trabajadores y agricultores negros pueden ser ganados solamente en base a esta consigna. Al principio fue lanzada para los negros del todo el país, pero hoy solamente es usada en los estados del Sur. Nuestra opinión es que podemos ganar a los trabajadores negros solo en base a su carácter de clase y usar consignas de carácter racial para las etapas intermedias necesarias de desarrollo. De esta manera creemos que también los agricultores pobres negros pueden ser ganados mejor como aliados directos.
En general, el problema de las consignas con respecto a la cuestión de los negros es el problema de un programa práctico.
Trotsky: El punto de vista de los camaradas norteamericanos me parece poco convincente. La “autodeterminación” es una demanda democrática. Nuestros camaradas norteamericanos promueven frente a esta demanda democrática la demanda liberal. Esta demanda liberal es además complicada. Entiendo lo que significa “igualdad política”. ¿Pero cuál es el significado de igualdad económica y social dentro de la sociedad capitalista? ¿Significa una demanda a la opinión pública para que todos disfruten de la protección igualitaria de las leyes? Pero eso es igualdad política. La consigna “igualdad política, económica y social” suena equívoca y aunque no lo tengo muy claro, sin embargo, parece que es fácil malinterpretarla.
Los negros son una raza y no una nación; las naciones se desarrollan a partir de una base racial bajo determinadas condiciones. Los negros en África no son todavía una nación pero están en el proceso de construir una. Los negros norteamericanos tienen un nivel cultural más alto. Pero mientras están bajo la presión de los norteamericanos se interesan en el desarrollo de los negros en África. Los negros norteamericanos desarrollarán dirigentes para África, eso uno puede decirlo con certeza, y eso a su vez influirá en el desarrollo de la conciencia política en Estados Unidos.
Nosotros, por supuesto, no obligamos a los negros a convertirse en una nación; si lo son, entonces esa es una cuestión de su conciencia, es decir, qué desean y por qué luchan. Nosotros decimos: si los negros quieren eso, entonces nosotros debemos combatir en contra del imperialismo hasta la última gota de sangre, para que ellos ganen ese derecho, dónde y cómo quieran, de tomar un pedazo de tierra para ellos. Que hoy no sean mayoría en ningún estado no importa. No se trata de la autoridad de los Estados sino de los negros. Que en el territorio abrumadoramente negro también hayan existido blancos y que éstos vayan a permanecer ahí, no es el problema. Y no debemos rompernos las cabezas ahora ante la posibilidad de que los negros repriman a los blancos. En todo caso, la opresión de los negros los empuja hacia la unidad política y nacional.
Que la consigna de “autodeterminación” ganará más bien a la pequeña burguesía que a los trabajadores es un argumento también válido para la consigna de igualdad. Es claro que los negros más visibles a la opinión pública (hombres de negocios, intelectuales, abogados, etc.) son más activos y reaccionan más activamente contra la desigualdad. Es posible decir que tanto la demanda liberal como la democrática atraerán en primera instancia a la pequeña burguesía y solamente más tarde a los trabajadores.
Si la situación fuera tal que en Estados Unidos se llevaran a cabo acciones comunes entre los trabajadores blancos y los de color, si la fraternidad de clase ya fuera un hecho, entonces tal vez los argumentos de nuestros camaradas tendrían una base –no digo que fueran correctos–, entonces quizás separaríamos a los trabajadores de color de los blancos si nosotros comenzamos con la consigna de autodeterminación”.
Pero hoy los trabajadores blancos son los opresores con relación a los negros, sinvergüenzas, que persiguen a los negros y amarillos, los desprecian y los linchan. Cuando los trabajadores negros se unen hoy con su propia pequeña burguesía es porque no están todavía suficientemente desarrollados para defender sus derechos elementales. Para los trabajadores de los estados del Sur la demanda liberal de “igualdad social, política y económica” indudablemente significaría sin duda un progreso, pero la demanda por “autodeterminación” sería un progreso mayor. Sin embargo, con la consigna “igualdad social, política y económica” pueden ser engañados mucho más fácilmente (“según la ley, usted tiene esta igualdad”).
Cuando lleguemos al punto en que los negros digan “queremos la autonomía”, ellos tomarán una posición hostil al imperialismo norteamericano. En esa etapa los trabajadores estarán mucho más decididos que la pequeña burguesía. Los trabajadores verán entonces que la pequeña burguesía es incapaz de luchar y no llega a ninguna parte, pero también reconocerán que los trabajadores comunistas blancos luchan por sus demandas y eso los empujará, a los proletarios negros, hacia el comunismo.
Weisbord tiene razón en cierto sentido, en que la “autodeterminación” de los negros es parte de la cuestión de la revolución permanente en Estados Unidos. Los negros, a través de su despertar, de su demanda por autonomía y mediante la movilización democrática de sus fuerzas serán empujados a pensar en términos de clases. La pequeña burguesía tomará la demanda por “igualdad social, política y económica” y por “autodeterminación”, pero demostrará ser absolutamente incapaz en la lucha; el proletariado negro propagará a la pequeña burguesía en la dirección de la revolución proletaria. Ese es quizás para ellos el camino más importante. Por eso no veo ninguna razón por la que no debamos avanzar en la demanda de “autodeterminación”.
No estoy seguro tampoco de que en los estados del Sur los negros no hablen su propio idioma negro. Ahora que están siendo linchados por el simple hecho de ser negros naturalmente temen hablar su idioma negro; pero cuando sean liberados su idioma volverá a revivir. Aconsejaría a los camaradas norteamericanos que estudien esta cuestión muy seriamente, incluido el idioma en los estados del Sur. Sobre este problema y por todas estas razones yo tendería más bien hacia el punto de vista del Partido [Comunista]; teniendo en cuenta, claro, que nunca he estudiado la cuestión y que parto de consideraciones generales. Me baso solamente en los argumentos de los camaradas norteamericanos. Los encuentro insuficientes y los considero una cierta concesión al chauvinismo norteamericano, lo que me parece peligroso.
¿Qué podemos perder en esta cuestión si seguimos adelante con nuestras demandas y qué pueden que perder los negros de hoy?
Nosotros no los obligamos a separarse de Estados Unidos, pero ellos tienen el pleno derecho a la autodeterminación, si lo desean, y nosotros los apoyaremos y defenderemos con todos los medios a nuestra disposición en la conquista de este derecho, como defendemos a todos los pueblos oprimidos.
Swabeck: Admito que usted tiene argumentos poderosos, pero todavía no estoy completamente convencido. La existencia de un idioma específico negro en los estados del Sur es posible; pero en general todos los negros norteamericanos hablan inglés. Están totalmente asimilados. Su religión es la bautista norteamericana y, asimismo, el lenguaje en sus iglesias es el inglés.
Nosotros no entendemos para nada la igualdad económica en el sentido de la ley. En el Norte (como por supuesto en los estados sureños también) los salarios de los negros son siempre más bajos que los de los trabajadores blancos y en la mayoría de los casos trabajan más horas; esto es, digamos, aceptado como algo natural. Además, a los negros se les asignan los trabajos más desagradables. Es debido a estas condiciones que nosotros demandamos igualdad económica para los trabajadores negros.
No cuestionamos el derecho de los negros a la libre determinación. Ese no es el punto de desacuerdo con los estalinistas. Pero cuestionamos la justeza de la consigna de “autodeterminación” como medio para ganar a las masas negras. Las aspiraciones de la población negra es ante todo la aspiración a la igualdad en el sentido social, político y económico del término. En este momento el partido presenta la consigna de autodeterminación solo para los estados sureños. Por supuesto, uno difícilmente puede esperar que los negros de las industrias del Norte quieran retornar al Sur y nada indica que tal deseo exista. Al contrario. Su demanda no formulada es por “igualdad social, política y económica” basada en las condiciones en las que viven. Ese es también el caso del Sur. Es por eso que creemos que ésta es la consigna racial importante. No consideramos que los negros estén bajo una opresión nacional similar a la de los pueblos coloniales oprimidos. Opinamos que la consigna de los estalinistas tiende a alejar a los negros de posiciones de clase y los acerca más a posiciones de raza. Esa es la razón principal por la que nos oponemos. Estamos convencidos la consigna racial, en el sentido que la presentamos, lleva directamente hacia una posición de clase.
Pierre Frank: ¿Existen movimientos específicamente negros en Norteamérica?
Swabeck: Sí, varios. Primero tenemos el movimiento de Garvey que tenía como objetivo volver a África. Tenía muchos seguidores pero se desmoronó. Ahora queda poco de él. Su consigna fue la creación de una república negra en África. Otros movimientos negros se basan primordialmente en demandas de igualdad social y política como, por ejemplo, la Liga [Asociación Nacional] para el Progreso de la Gente de Color. Este es un gran movimiento racial.
Trotsky: Yo también creo que la demanda por “igualdad social, política y económica” debe mantenerse y no hablo en contra de esta demanda. Es progresiva en la medida en que no se ha realizado. La explicación del camarada Swabeck con respecto al punto de igualdad económica es muy importante. Pero eso solo no decide todavía el problema del destino del negro como tal, el problema de la “nación”, etc. Según los argumentos de los camaradas norteamericanos se podría decir, por ejemplo, que Bélgica tampoco tiene derecho a ser “nación”. Los belgas son católicos y una gran parte de ellos habla francés. ¿Qué pasaría si Francia los anexara con ese argumento? También los suizos, a través de su relación histórica, se sienten, a pesar de los diferentes idiomas y religiones, como una nación. Un criterio abstracto no es decisivo en este asunto, mucho más decisiva es la conciencia histórica, sus sentimientos y sus deseos. Pero eso tampoco es determinado accidentalmente, sino por las condiciones generales. La cuestión de la religión no tiene absolutamente nada que ver con la cuestión de la nación. El bautismo de un negro es algo totalmente diferente al bautismo de un Rockefeller. Éstas son dos religiones diferentes.
El argumento político que rechaza la demanda de “autodeterminación” es el doctrinarismo. Eso es lo que siempre oímos en Rusia con respecto a la cuestión de la “autodeterminación”. La experiencia rusa nos ha mostrado que los grupos que viven en un ambiente campesino conservan peculiaridades, sus costumbres, su idioma, etc., y se les da la oportunidad se desarrollan nuevamente.
Los negros todavía no se han despertado y aún no están unidos con los trabajadores blancos. El 99.9 % de los trabajadores norteamericanos son chauvinistas, son verdugos con relación a los negros y también respecto a los chinos. Hay que enseñarles a las bestias norteamericanas. Es necesario hacerles entender que el Estado norteamericano no es su Estado y que ellos no tienen que ser los guardianes de este Estado. Los trabajadores norteamericanos que dicen: “Los negros deben separarse cuando lo deseen y los defenderemos en contra de nuestra policía norteamericana”, esos son revolucionarios, tengo confianza en ellos.
El argumento de que la consigna de “autodeterminación” los aleja de la conciencia de clases es una adaptación a la ideología de los trabajadores blancos. Los negros pueden desarrollar un punto de vista de clase solo cuando el trabajador blanco esté educado. En general, la cuestión del pueblo colonial es, en primera instancia, una cuestión del desarrollo del trabajador metropolitano. En general, la cuestión del pueblo colonial es, en primera instancia, una cuestión del desarrollo del trabajador metropolitano.
El trabajador norteamericano es indescriptiblemente reaccionario. Esto se manifiesta en el hecho que aún hoy no cree en la idea del seguro social. Debido a esto los comunistas norteamericanos están obligados a avanzar en demandas por reformas.
Si hoy los negros no exigen la autodeterminación es naturalmente por la misma razón por la que los trabajadores blancos no luchan por la consigna de dictadura del proletariado. Los negros aún no se han atrevido a recortarse un pedazo de los grandes y poderosos Estados Unidos. Pero el trabajador blanco debe ir a encontrar a los negros a medio camino y decirles: “Cuando se quieran separar tendrán nuestro apoyo”. También los trabajadores checos llegaron al comunismo después de haber perdido las ilusiones con su propio Estado.
Creo que debido al inaudito retraso político y teórico, y al inaudito avance económico, el despertar de la clase obrera ocurrirá muy rápidamente. La vieja cobertura ideológica estallará, todas las preguntas surgirán de inmediato, y dado que el país es económicamente tan maduro, la adaptación de lo político y lo teórico al nivel económico se logrará muy rápidamente. Es posible entonces que los negros se conviertan en la sección más avanzada. Ya tenemos un ejemplo similar en Rusia. Los rusos eran los negros europeos. Es muy posible que también los negros a través de la autodeterminación lleguen a la dictadura del proletariado en un par de pasos gigantescos, por delante del gran bloque de los trabajadores blancos. Entonces ellos serán la vanguardia. Estoy absolutamente seguro de que, en todo caso, lucharán mejor que los trabajadores blancos. Eso, sin embargo, solo puede ocurrir a condición de que el partido comunista lleve a cabo una lucha despiadada e intransigente, no contra los supuestos prejuicios nacionales de los negros, sino en contra de los colosales prejuicios de los trabajadores blancos, no haciendo ninguna concesión.
Swabeck: ¿Entonces usted opina que la consigna de “autodeterminación” será un medio para poner a los negros en movimiento en contra del imperialismo norteamericano?
Trotsky: Naturalmente, de ese modo los negros pueden extraer su propio Estado del poderoso Estados Unidos y con el apoyo de los trabajadores blancos, hacer que la confianza en sus propias fuerzas se desarrolle enormemente.
Los reformistas y los revisionistas han vertido mucha tinta sobre la obra de civilización que el capitalismo está llevando a África, y que si los pueblos de África son librados a sí mismos serán más explotados por los hombres de negocios, etc., mucho más que ahora en que al menos tienen una cierta protección legal.
En cierta medida este argumento puede ser correcto. Pero en este caso es también ante todo un asunto de los trabajadores europeos: sin su liberación, la verdadera liberación colonial tampoco es posible. Cuando el trabajador blanco desempeña el papel de opresor no puede liberarse a sí mismo, mucho menos a los pueblos coloniales. La autodeterminación de los pueblos coloniales puede llevar en ciertos períodos a diferentes resultados; pero al final, sin embargo, llevará a la lucha en contra del imperialismo y a la liberación de los pueblos coloniales.
La socialdemocracia austríaca (particularmente Renner) también antepuso abstractamente a la [Primera] Guerra [Mundial, N. del T.] el asunto de las minorías nacionales. Planteaban igualmente que la consigna de “autodeterminación” solamente alejaría a los trabajadores de una posición de clase y que los estados de las minorías no podrían sobrevivir en forma independiente. ¿Fue esta forma de plantear el problema correcto o falso? Fue abstracto. Los socialdemócratas austríacos dijeron que las minorías nacionales no eran naciones. ¿Qué vemos hoy? Las piezas separadas [del viejo Imperio Austro-Húngaro, encabezado por los Habsburgo] existen, precariamente, pero existen. Los bolcheviques en Rusia lucharon siempre por la autodeterminación de las minorías nacionales, inclusive por el derecho a su separación completa. Y sin embargo, al lograr su autodeterminación, estos grupos permanecieron con la Unión Soviética. Si la socialdemocracia austríaca hubiera aceptado antes una política correcta en este asunto, hubieran dicho a las minorías: “Ustedes tienen el completo derecho a la autodeterminación, nosotros no tenemos ningún interés en mantenerlos en las manos de la monarquía de los Habsburgo”: después de la revolución hubiera sido posible crear una gran federación del Danubio. La dialéctica de estos desarrollos muestra que donde existió un estrecho centralismo, el Estado estalló en pedazos, y que donde se propuso la completa autodeterminación surgió un Estado real que permaneció unido.
La cuestión negra es de enorme importancia para Estados Unidos. La Liga debe llevar a cabo una seria discusión sobre esta cuestión, tal vez en un boletín interno.
Introducción y traducción: Gabriela Liszt
COMENTARIOS