Juan Sutil, Presidente del mayor gremio del gran empresariado nacional, la CPC, se mostró absolutamente contrario a la idea de un impuesto extraordinario a los super ricos que actualmente se está discutiendo en el Congreso.
Martes 20 de abril de 2021
En entrevista con la radio Futuro, el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) Juan Sutil se refirió al impuesto a los “super ricos” que está en discusión en la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados y Diputadas, destinado a financiar una renta básica. Al respecto señaló que si Chile necesita más impuestos, lo que habría que hacer en primer lugar es “modernizar el Estado”.
De esta manera el vocero del principal conglomerado empresarial hace de “juez y parte” rechazando un impuesto que iría directamente contra sus bolsillos, incluso a contrapelo de lo que recomendó el Fondo Monetario Internacional, el organismo más importante del capitalismo internacional (que puede ser de todo, menos socialista), señalando que la recomendación “no aplica a Chile”.
Lejos de ser un momento de iluminación chauvinista de Juan Sutil (como podría interpretarse desde cierto ángulo un tanto retorcido), es necesario revisar qué nos ha llevado a esta situación.
Chile: el “oasis” del saqueo empresarial
En un artículo anterior, señalamos que mientras aumenta el desempleo, la informalidad y se liquidan los ahorros (aunque no sin resistencia por las AFP’s) para la mayoría de la población, un grupo muy selecto aumenta sus ganancias de manera sorprendente como es el caso de Iris Fontbona, Saieh, Ponce Lerou o el mismo Presidente Piñera. De esta manera es como las 8 fortunas más grandes del país ganaron en un año un monto superior a tres retiros del 10% a través del trabajo ajeno.
Dejando de lado consideraciones morales, desde el punto de vista económico resulta irracional que todo ese capital acumulado no sea utilizado para impulsar la economía directamente, en medio de una crisis terrible, a través de un ingreso mínimo de emergencia o un plan nacional de obras públicas que contemple hospitales, viviendas y liceos.
En este escenario es que diputados y diputadas de oposición, liderados por la diputada comunista Camila Vallejos presentaron un proyecto de impuesto de una sola aplicación sobre el 2.5% del patrimonio bruto (es decir, sin descuentos) a las personas naturales (es decir, la empresa no se toca) que concentran las mayores fortunas del país con el objetivo de establecer un Ingreso Mínimo de Emergencia que supere los bonos de hambre que el Gobierno ha propuesto hasta ahora.
Un proyecto absurdamente conservador si contrastamos ese 2.5% a personas con las fabulosas utilidades que consiguen las grandes empresas (no solo los magnates más grandes del directorio) y las enormes penurias que pasan millones de personas.
Obviando lo mínimo y excepcional del proyecto, el vocero del gran empresariado señaló que “si Chile requiere mayores impuestos, hay mucho que hacer desde el punto de vista de la modernización del Estado que tiene muy mal gasto” ¿Qué significa esto?
Claramente no es disminuir los sueldos de gerente de los altos cargos públicos, ya que gobiernan para ellos (hace menos de una semana se supo que La Moneda gastó 35 millones en pescados y mariscos), ni mucho menos disminuir los subsidios que reciben las grandes empresas como en los sectores de la construcción, salud o educación .
¿Qué propone entonces Sutil? descargar la crisis sobre los pequeños comerciantes, señalando que “tenemos mucha informalidad, como las ferias libres, que no dan boleta”.
De esta manera Sutil repite una receta clásica para las crisis económicas: destruir los presupuestos estatales y despedir masivamente funcionarios públicos (en nombre de buscar un “equilibrio fiscal” a su interés). Además de dificultar todavía más al sector de pequeños comerciantes que viven al día y cuyas ventas han caído estrepitosamente por los efectos de las medidas sanitarias. En una frase: privatizar las ganancias, socializar las miserias.
Por su parte, la derecha da manotazos de ahogado reciclando la repatriación de capitales presentada por la Nueva Mayoría en 2014, presentando un ridículo impuesto a los super ricos 2.0.
En síntesis, aunque Chile despertó, los empresarios, con Juan Sutil a la cabeza (como no podía ser de otra manera), siguen repitiendo los mismos remedios para los males que ellos mismos generan. En medio de un proceso constituyente lleno de trampas y límites, los super ricos se aferran con uñas y dientes a sus ganancias.
A poco más de dos semanas de la Huelga Sanitaria convocada por la Central Unitaria de Trabajadores, se hace más crucial que nunca que no sea una manifestación testimonial, sino que el primer paso para que la fuerza de quienes hacen mover al país conquiste no solo un impuesto mínimo, sino que se avance en medidas elementales de emergencia como la congelación de precios y la prohibición de los despidos y suspensiones.
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