A doscientos años de la declaración de independencia de la Provincias Unidas en Sud América, la dependencia continúa. Macri recientemente visitó la Unión Europea y ofreció mayor sumisión al capital.
Sábado 9 de julio de 2016 17:08
A doscientos años de la declaración de independencia de la Provincias Unidas en Sud América, el Gobierno de Mauricio Macri prepara un festejo digno del segundo semestre, lleno de discursos esperanzadores pero sin mega eventos que celebrar.
Recientemente, Macri se reunió en la Unión Europea con los principales líderes de la zona en búsqueda de inversiones. Angela Merkel lo felicitó por las reformas a favor del libre mercado, también el embajador de EE.UU. en Argentina había celebrado el avance de las relaciones con nuestro país. El Gobierno en una actitud friendly al capital extranjero ofreció buenas condiciones para que vengan a invertir en Argentina, es decir garantizar las condiciones de rentabilidad de los empresarios extranjeros.
“Celebremos que somos independientes”
Como campaña del bicentenario la Presidencia de la Nación se lanzó a bajar en su propaganda oficial-para los 44 millones que argentinos-, una serie de mensajes de estilo de “todo es posible”, “depende de nosotros”.
Pero la realidad supera el discurso de “decisión de hacerlo nosotros mismos” de quienes gobernaron las últimas décadas nuestro suelo. Y lo que queda son estadísticas que muestran los altos ritmos de concentración y extranjerización que sufrió la economía –con grandes rasgos neoliberales- desde comienzos del segundo siglo hasta la actualidad.
El Gobierno celebra la independencia pero la economía está bajo el dominio de las empresas extranjeras. A pesar del discurso del gobierno anterior, en el país se mantuvo en la última década la concentración y extranjerización de la economía. La estructura de la economía en la que se desenvuelven las distintas fracciones del capital permite develar cómo se produce, se reparte y se reinvierte (o no) el plusvalor generado en el espacio nacional.
Hoy el 63 % de las empresas más grandes son de capital extranjero. Durante la década kirchnerista, estas multinacionales giraron al exterior 70 mil millones de dólares, lo que equivale a un tercio de la deuda pública del país, según las cifras publicadas por el INDEC en la Encuesta de Grandes Empresas en la Argentina (ENGE).
Dentro de las 500 empresas que representan un tercio del valor agregado nacional, la participación extranjera aumentó un 47 % en 18 años y pasó de 219 empresas en 1993 a 322 en 2011.
Con respecto a las exportaciones -que desde 2001 hasta la actualidad representaron un promedio de alrededor de 18 % del PBI- encontramos que en la actividad de comercialización de granos el 72 % del negocio está en manos de 5 empresas de las cuales todas son extranjeras.
Algo similar pasa con la extracción a gran escala de metales como el oro, plata, cobre, uranio que es manipulada por capitales estrictamente transnacionales.
El libro Reseña de Restricción Eterna. El poder económico durante el kirchnerismo de Alejandro Gaggero, Martín Schorr y Andrés Wainer señala que junto con la concentración económica, el capital extranjero dentro de las empresas líderes alcanza, ni más ni menos, casi en un 50 %. En el sector de empresas están las firmas agroalimenticias (Louis Dreyfus, Bunge, Kraft Food, Cargill, Quickfood, Nestlé, Coca-Cola, Cervecería Quilmes, Oleaginosa Moreno, etc.), de la industria química (Bayer, Dow, Dupont, Procter & Gamble, Syngenta, Solvay Indupa, Monsanto, etc.) y de la industria automotriz.
Por otro lado, el avance del capital extranjero en plataformas exportadoras, le permite a 59 corporaciones extranjeras detentar el control casi de la mitad de las exportaciones del país en 2012, apunta el libro.
Los autores de Restricción Eterna muestran también que el tamaño promedio de las firmas extranjeras (medido por el cociente entre el valor de la producción y la cantidad de empresas) fue casi un 128 % más holgado que el de las empresas de origen nacional; y la productividad de la mano de obra (valor agregado por ocupado) en el mismo período 2003-2009 de las empresas extranjeras fue más de tres veces que el registrado en las nacionales.
Pasan los gobiernos, quedan las empresas imperialistas
Lo que caracterizó los años de gobierno kirchnerista fue el discurso de construcción de soberanía nacional, la supuesta lucha contra las multinacionales y la redistribución de la riqueza; en tanto que día a día se consolidaba más su rol de sumisión al capital extranjero.
El convenio con la estadounidense petrolera Chevron y la Nueva Ley de Hidrocarburos -que fue criticada por un diputado PRO por “demasiado concesiva”- sepultaron este discurso para ciertos sectores de la población.
Los primeros seis meses en los que gobernó Cambiemos nombró un gabinete con la mayor cantidad de CEO’s de la historia de nuestro país.
Su política económica fue la de “sinceramiento” y consistió básicamente en descargar un batería de medidas económicas en favor de las corporaciones empresarias más concentradas, como la devaluación, la quita de retenciones, la suba de tarifas, y la de apostar a la llegada de la lluvia de dólares para inversiones productivas, que aún no llegan.
Pero estos “favores” para los grandes empresarios han significado un nuevo robo a los sectores populares. Este año la “independencia de las retenciones” la festejan los capitalistas del agro, que sumarán 120 mil millones de pesos durante todo el primer año de la gestión macrista como resultado de la quita de retenciones para todos los cultivos excepto la soja, para el cual se redujo en 5 puntos (de 35 % a 30 %), y de la devaluación del peso respecto del dólar.
La devaluación es un regalo para los exportadores que ganan en dólares, pero para los que cobran el sueldo en pesos, significa un ataque al poder de compra.
El discurso de la propaganda oficial debería aclarar que el “todo es posible” está dirigido para los grupos económicos concentrados que cada vez tienen más libertad de hacer lo que deseen con el pueblo y con sus recursos. La dependencia sigue.
Mientras tanto en el mundo real, los trabajadores buscan -entre facturas imposibles de pagar y sueldos que se acaban a mitad de mes- motivos para festejar la “independencia”.