La crisis que atraviesa la escuela pública amenaza la seguridad de miles de docentes y estudiantes en toda la provincia y el país. Palabras de una estudiante de profesorado, futura docente, que expresan miedo, bronca y ganas de luchar.
Jueves 16 de agosto de 2018 09:45
La estación más fría del año trajo consigo muchos abrigos, todo juntos, uno arriba del otro, hasta no poder moverse más, porque sí, esta era una de las recomendaciones de nuestro presidente Mauricio Macri. ¿Abrir el gas? No, qué miedo, miedo a la boleta. Esto en casa ¿y en las instituciones educativas? Escuelas a las que concurren cientos de estudiantes, bueno, no sólo estudiantes, también muchas Sandras y Rubenes que día a día se juegan la vida. Sí, así, literalmente, la vida. Entonces, también qué miedo.
Me niego a decir que fueron héroes, porque no, fueron víctimas, pero no de este invierno que inevitablemente nos trae bajas temperaturas, no por no abrigarse, fueron víctimas de la desidia de este Estado, que más que ausente, se encuentra bien presente siendo garante de que estos “accidentes” sucedan, porque un Estado que destina 3.000 pesos por mes para resolver problemas edilicios es un Estado que efectivamente deja morir a quienes están dentro de esas escuelas, un Estado que está cumpliendo su rol, el de cortar por lo más fino en un contexto de crisis y ajuste. Esto como alumna y futura docente, más que miedo, me da bronca.
Hasta el momento son 786 las escuelas que en la Provincia de Buenos Aires suspenden sus clases por problemas en infraestructura, porque no sólo el problema es el gas, sino que también los techos se caen a pedazos, hay problemas con el agua y la electricidad. A esta cifra de establecimientos se suma la Escuela Normal Rafael Obligado, que el día martes 14 de agosto, se vio afectada por una falla en la red de gas, esta suspensión por protocolo se debió extender por 24 horas.
Entonces, ¿nos quedamos sólo con la bronca? ¿seguimos pensando que todo fue una tragedia? ¿o nos cruzamos de brazos hasta el 2019? La respuesta está en la organización por parte de docentes y estudiantes de todos los lugares de estudios, como ya se está llevando a cabo en diferentes escuelas no sólo de ésta provincia, sino del país entero. Por esto, es necesario que los Centros de Estudiantes se pongan a la cabeza de esta lucha, es necesario que los sindicatos convoquen a un plan de lucha.
Estudiantes y docentes no queremos tener más miedo de entrar a un aula. Que la bronca por éstas pérdidas y las malas condiciones se transforme en lucha. No aceptamos que estos sean los costos de las ganancias de unos pocos porque la educación pública de calidad no es un negocio, ya que la plata disponible está siendo destinada al pago de una deuda ilegítima con F.M.I. Queremos que estudiar y trabajar en un lugar seguro deje de ser un privilegio.