Soy mamá de un niño de 8 y una niña de 6 años. Hago este descargo sobre la falta de vacantes en la Ciudad de Buenos Aires y me pongo en posición de lucha por un derecho básico como lo es la escolaridad igualitaria, gratuita y laica.
Viernes 11 de marzo de 2022 14:06
Los malabares que hacemos para que nuestros hijos e hijas puedan tener una vacante, desmoraliza hasta el punto de pensar y enojarse uno mismo con docentes y directivos que no deciden, porque no les corresponde a ellas y ellos. Recorridas del colegio al distrito, del distrito a hablar con defensores, en el medio pedir días de trabajo para resolver el problema y no poder contra la bronca que deberían ser dirigida hacia los verdaderos responsables en vez de a las y los trabajadores de la educación.
Porque estoy en contra del lucro con la enseñanza que encima es una enseñanza mentirosa que enarbola “valores” que atrasan 500 años. Mi deseo es poder elegir una escuela por convicción y que cualquier persona también pueda hacerlo sin que las decisiones políticas del gobierno, tanto de la Ciudad como el Nacional, te empujen a terminar en una institución privada, hecho que también es muy difícil debido a la falta de trabajo y precarización laboral. Muchas y muchos, debemos mirar hacia las escuelas privadas y la razón es la falta de vacantes. Falta de vacantes generada por los gobiernos que no invierten en educación para mantener buenas condiciones edilicias y recursos humanos, sin embargo, subsidian a escuelas privadas que aun así siguen cobrando cuotas altísimas que no significan una mejor educación.
Tengo el derecho de elegir una escuela que enseñe con libertad. Libertad de elegir como vestirse, como tener el pelo sin importar el estereotipo de género, que deje espacio al debate sobre todos los temas que se quieran hablar. Está todo calculado para que los objetivos vayan en dirección a la privatización de la educación, dejando de lado a la gran mayoría de nuestros hijos e hijas, de las y los trabajadores que “por pobres” se quedan afuera. Pero toda esta crisis social no les importa ni a Larreta, ni a Soledad Acuña, y tampoco al Gobierno Nacional.
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Tenemos derecho a elegir una escuela pública y laica para no ser llevados, de manera irreversible, a pagar una cuota en un establecimiento privado y religioso que, entre otras cosas, enseña que abortar es un pecado, en vez de educar en el cuidado y la prevención. Y con esto me refiero a cualquier tipo de cuidado, desde el propio cuerpo y el del otro/otra, hasta el cuidado del medio ambiente, problemática que no se resuelve simplemente tirando los papeles al tacho, sino dando a conocer las grandes empresas que contaminan todo el tiempo a cambio de obtener grandes fortunas. Una educación que no involucre un Dios castigador por elegir un camino NO preestablecido por este sistema capitalista y patriarcal.
Refiriéndome a la educación escolar, creo que deberían actualizarse las actividades curriculares incluyendo ESI (Educación Sexual Integral), masacre de los pueblos originarios, que dejen de sobrevalorar el nacionalismo extremo que incita a la discriminación. Que se hable de diversidad sexual y no limite a las y los alumnos a su genitalidad y que no inculquen la meritocracia a través de la competencia. Que el programa incluya problemáticas coyunturales para que las y los pibes puedan salir de la burbuja de mentiras de princesas y cuentos de lobos que te comen por elegir otro camino.
Lucho y reclamo por las miles de vacantes que faltan y las 54 escuelas que Larreta dijo, junto a su gabinete, que construyeron, pero no existen, a pesar de los amparos presentados por las legisladoras del PTS/FITU, Alejandrina Barry y Myriam Bregman (MC), a través de los cuales, la justicia falló dos veces a favor de los mismos y obliga al Gobierno de la Ciudad a su cumplimiento, sin embargo, este lo niega y no cumple. Por un aumento del presupuesto para educación (no ajuste) y la construcción de escuelas en los 20 barrios de la Ciudad que más lo necesitan.