La fuerza que se expresó este viernes muestra el potencial que tenemos para derrotar a Temer y a sus reformas, camino a una huelga general hasta su caída. Los intentos de los medios y del gobierno de minimizar nuestra lucha histórica muestran su desesperación frente a nuestro avance.
Sábado 29 de abril de 2017
De norte a sur de Brasil los trabajadores cruzaron los brazos. Desde el polo petroquímico de Camaçari a la Zona Franca de Manaus, las concentraciones metalúrgicas de Curitiba y Caxias do Sul, pasando por el ABC paulista, por las refinerías y plataformas de Petrobras, por los sectores de transporte de todo el país, en las escuelas, en los bancos, en los servicios e incluso en el comercio. Paramos el país.
Tanto la cobertura que hicieron los grandes medios como las declaraciones de los gobiernos durante la jornada fueron bastante claras con respecto a sus intenciones, y también de su miedo. Por eso, después de enviar a la policía a reprimir los piquetes, tienen la cara dura, como la tuvo Temer, de hablar de un amplio “diálogo” en su nota sobre la jornada.
Parte de la reacción más histérica contra la huelga se mostró con el intendente-empresario tucano, João Dória, que por la mañana vociferaba en la radio contra los huelguistas, diciéndoles “vagos” que despiertan tarde, mientras desde el comienzo de la madrugada estábamos cerrando con nuestros piquetes las fábricas, universidades y terminales de colectivos, y agregó luego que los manifestantes fueron pagados. Doria, Temer y otros gobernantes mandaron a descontar el día a los que pararon, y encima ese millonario que no paga sus impuestos tiene la desfachatez de decir que los huelguistas y manifestantes fueron pagados.
Temer puso a Osmar Serrallo, una figura secundaria del gobierno, como vocero para decir que la huelga fue “un fracaso”. Pero vimos que el tránsito de San Pablo no estaba embotellado, lo que mostró lo contrario. Oímos la desesperada confesión de la Asociación Comercial de San Pablo sobre su perjuicio de 5 mil millones de reales en San Pablo.
Mucho más que eso, vimos en todo el país a los trabajadores parados en las fábricas y refinerías, los transportes y la educación cerradas, mostrando que el 28A fue una huelga histórica de los trabajadores en Brasil.
En la zona oeste de San Pablo, estuve con los trabajadores de la Universidad de San Pablo enfrentando la represión del gobernador Alckmin. Como en centenares de piquetes y manifestaciones, los trabajadores tuvieron un gran apoyo popular y de la juventud y mostraron disposición de lucha contra la represión del Estado a través de la policía. La represión de los gobiernos, las amenazas de descuento de salarios, la intimidación de la patronal, no fueron capaces de callarnos.
La huelga general fue histórica, pero todavía no fue suficiente para tirar abajo al Temer y sus reformas. Si no fuese el papel criminal de los burócratas que controlan los sindicatos, que además de no organizar asambleas en los lugares de trabajo, construir con cada trabajador la lucha de hoy, incendiaron en diversos sectores que los trabajadores “se quedaran en casa” en lugar de salir a las calles. Pero fue nuestra disposición a la lucha lo que obligó a que estos sindicatos y centrales, aun contra la voluntad de sus dirigentes, estuviesen a la cabeza del mayor paro de trabajadores en muchas décadas en Brasil.
Nuestra organización desde las bases debe seguir la exigencia y presión para que no puedan hacer lo que hicieron después del paro del 15 de marzo y le den una nueva tregua para que el gobierno siga con sus ataques. Hoy mismo la central oficialista Força Sindical ya declaró que está dispuesta a negociar con Temer las reformas. Necesitamos tirar abajo todos los ataques, no atenuarlos manteniendo lo esencial. Mientras tanto la CUT limita cada acción de la clase obrera para trabajar por la elección del expresidente Lula da Silva en las elecciones de 2018. Lula vendría luego de la tierra arrasada de Temer y no se propondría revocar ninguno de esos ataques, como no lo hizo frente a las privatizaciones y la precarización del trabajo heredadas del expresidente Fernando Henrique Cardoso y continuadas en su gobierno. Nuestra batalla contra los ataques debe servir para levantar otra salida política, contraria a la conciliación con los capitalistas, como hizo Lula.
Mientras Lula o Paulinho, el dirigente de Força Sindical del partido Solidariedade, y todos negocian su futuro en 2018, tenemos ataques inmensos hoy para derrotar, y con esa fuerza poder pautar qué hacer del futuro, incluso las salidas políticas que podamos y necesitamos darnos.
La reforma laboral ya fue aprobada en Diputados y sigue para el Senado. A cada día el gobierno busca avanzar en la distribución de cargos y favores para su base aliada y para intentar garantizar la aprobación de la reforma provisional. Cada día cuenta en esa lucha, y no podemos dejar enfriar la lucha que hicimos el 28A.
La repetición del gobierno y de los medios de que la huelga fue débil, en contra de todas las evidencias, es una muestra de su miedo. Es la hora de ir por más: usar el ímpetu de lucha que quedó claro hoy para preparar en cada lugar de trabajo una huelga general hasta tirar a Temer y todas las reformas y la ley de tercerización.
Solo la fuerza de los trabajadores, que comenzó a mostrarse el 15 de marzo y golpeó con fuerza redoblada este 28 es lo que podrá dar una solución de hecho a la crisis económica y política del país, una solución que sea opuesta a la que nos quieren imponer Temer y los capitalistas. Ellos quieren quitarnos nuestros trabajos, nuestros salarios, para seamos los trabajadores y el pueblo pobre los que paguemos por la crisis. La fuerza de una huelga general que tiene que ser urgentemente preparada, por eso exigimos la construcción de un encuentro nacional de delegados elegidos en cada lugar de trabajo que pueda organizar a toda la fuerza de nuestra clase. Los sindicatos dirigidos por la izquierda, los que organizados en la Central Social y Popular Conlutas y en la Intersindical tienen que cumplir un papel destacado en esto, de lo contrario no forzaremos a la burocracia sindical a aceptar la organización de toda la fuerza de los trabajadores.
Con la organización de la fuerza de los trabajadores podemos arrancar el poder de esos políticos corruptos, metidos hasta el cuello en sus entramados de coimas con los capitalistas, y poner de pie una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, en la que podamos indicar nuestros representantes y proponer nuestra solución a la crisis. Una solución que haga que sean los capitalistas con sus propiedades y ganancias multimillonarias los que paguen, con el fin del pago de la deuda pública, un impuesto a las grandes fortunas, el reparto de las horas de trabajo entre todos los brazos disponibles sin reducción de salario, la revocación de la ley de tercerización irrestricta y la efectivización de todos los tercerizados.
Esta es la tarea que propone el Movimiento Revolucionario de Trabajadores, y a la que queremos llamar a cada trabajador de este país y a cada uno que vibró de emoción con este 28A, a construir con nosotros. Exijamos la preparación de la huelga general hasta la caída de Temer y de las reformas y avancemos en la lucha para que los capitalistas paguen por la crisis que generaron.