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Red Internacional
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Debates. La izquierda institucional en Brasil y los caminos de subordinación al PT de Lula

Lula mantiene una alta intención de voto para las elecciones de 2022 según las encuestas. Es en este escenario que se construyen y deconstruyen las movilizaciones del calendario definido por los frentes Pueblo Sin Miedo y Brasil Popular. La izquierda institucional, como el PSOL, está dividida en diferentes tácticas, pero subordinada a la política de conciliación de clases del PT, tanto los que se quedan como los que se van, en este caso, Marcelo Freixo, que se unió al PSB burgués y golpista.

Miércoles 16 de junio de 2021 23:39

Las últimas encuestas continúan indicando que Lula le ganaría a Bolsonaro en una eventual segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022. Este dato es el trasfondo de todos los movimientos del régimen, los partidos políticos e incluso la izquierda institucional. Hasta hace unos meses Lula no estaba habilitado para postularse al cargo, pero luego de que el mismo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que impulsó el golpe institucional y convalidó su arresto arbitrario le devolviera sus derechos políticos, toda la coyuntura política hasta 2022 está marcada por este factor. Hay un objetivo claro detrás de esto: crear un cierto “consenso nacional” de que para derrotar electoralmente a Bolsonaro, todo vale.

Y para Lula realmente es así: en las últimas semanas lo hemos visto reunirse con José Sarney, Kassab, Fernando Henrique Cardoso y Eduardo Paes, viejos políticos del régimen que fueron protagonistas del golpe institucional a Dilma Rousseff en 2016. Muchos de ellos eran parte de la base del gobierno de Dilma. ¿Cómo llegaron ahí? A través de la política del PT, que durante sus gobiernos fortaleció la agroindustria, la bancada evangélica, el poder judicial y la Policía Federal en nombre de la "gobernabilidad" cuando, en la práctica, se trataba de un proyecto de país que incluía empresarios, banqueros y capitalistas obteniendo ganancias como nunca antes. Ese camino nos llevó a Bolsonaro y ahora Lula y el PT están usando el odio genuino de las masas contra Bolsonaro para traer de vuelta aquel mismo proyecto, nuevamente de la mano de la derecha y ahora con los golpistas.

La fuerza de esta política es tal que hoy atraviesa las principales corrientes de la izquierda institucional, como el PSOL, que privilegia la acción en las instituciones del régimen en detrimento de la lucha de clases. El hecho es que desde las elecciones de 2018, el PSOL ha ido perdiendo su "sentido de existencia", ya que no defiende ningún programa que sea esencialmente diferente al programa del PT, está en bloques parlamentarios permanentes con el PT y actúa conscientemente para encubrir el trabajo de los sindicatos liderados por el PT. Esta pérdida del sentido de existencia del PSOL, es decir, de una crisis más estratégica de su proyecto, se expresa de distintas formas. La más clara y abierta es la salida de grandes referentes del partido diciendo que “ahora tenemos que derrotar a Bolsonaro” (es decir, el PSOL no haría eso) o “yo solo quiero ser parte de lo que puede funcionar”, como Dijo Jean Wyllys. Estas brutales consideraciones contra el PSOL son respondidas con “respeto” y “comprensión” por parte de quienes se quedan en el partido reafirmando que “estamos todos en las mismas trincheras” y que el PSOL “es necesario”, pero sin decir exactamente para qué. Entre los que quedan, recordemos, está Edmilson Rodrigues (ex alcalde de Belén por el PT), quien tiene lista una reforma de la seguridad social para ser aplicada contra los trabajadores de Belém, que no se aplicó solo porque los salarios de los funcionarios públicos están incluso por debajo del salario mínimo, y también por la revuelta generalizada de los servidores que amenazaron con resistir. Este es el “gobierno de izquierda” del PSOL y supuestamente para eso el partido sería necesario.

Por eso, el pase de Marcelo Freixo a un partido burgués, aliándose con todo tipo de políticos de derecha y ya abiertamente subordinado a la candidatura de Lula en 2022 (en un movimiento claramente articulado entre PT y PSB), no significa que los que se quedan en el PSOL no estén subordinados a la estrategia de Lula, aunque sea de diferentes formas. Un ala del partido, encabezada por Primavera Socialista de Ivan Valente y Juliano Medeiros y Revolución Solidaria de Guilherme Boulos, ya puso en marcha una campaña por Lula 2022 cuyo contenido es, en palabras, hablar de la necesidad de luchar; pero en la práctica, es tener reuniones con Lula y otros políticos en la construcción de este frente amplio. Boulos ya inició su propia campaña electoral para gobernador de São Paulo. En otras palabras: elecciones, elecciones y más elecciones. Otra ala del PSOL encabezada por Glauber Braga y el MES, que engloba corrientes como CST y Comuna entre otras, presenta la candidatura de Glauber Braga (ex-PSB) como “respuesta anticapitalista” a izquierda del PT. Sin embargo, en su manifiesto no hay punto de programa que enfrente al capitalismo y sea diferente a lo que ya defiende el PSOL, no mencionan el golpe institucional, no hablan de burocracias sindicales y, además, ya anuncian que en el caso de una segunda vuelta están dispuestos a defender a Lula o a “cualquiera contra Bolsonaro”. Estamos hablando de un anuncio de voto más de un año antes de ese eventual escenario, es decir, no es una decisión táctica sino una política estratégica de cómo ubicarse de ahora a las elecciones.

En una nota publicada la semana pasada, Valério Arcary, líder de Resistencia del PSOL, una de las corrientes más entusiastas de la campaña Lula 2022, dice que la izquierda estaría dividida en tres tácticas. Para Valério, la izquierda engloba tanto al PT como al PCdoB y por eso dice que hay una táctica “quietista”, que sería defendida por la mayoría del PT y por el PCdoB. Estos propondrían permanecer “tranquilos” para desgastar a Bolsonaro y esperar el 2022. La segunda táctica sería la ofensiva permanente de quienes piensan que ya es posible derrocar a Bolsonaro, estos serían el MES, PSTU, UP y PCB. Y el tercero supuestamente sería el “correcto”, defendido por Resistencia y la mayoría del PSOL, la izquierda del PT y el PCdoB, que sería la defensa del “frente único de izquierda” para derrotar a Bolsonaro. La comprensión del contexto que rodea la división de estas tres tácticas dice mucho del autor. Se trata de ver el mundo desde la perspectiva de su propia política, colocando en posibles adversarios políticas que ni siquiera se corresponden con lo que hacen. Para Valério, la mayoría del PT tiene una política inofensiva, no hacen nada, están callados. Es decir, el hecho de que estén impidiendo la movilización de los trabajadores por su peso en los sindicatos no sería ningún problema, tanto que ni siquiera vale la pena mencionarlo en su artículo. Es difícil creer que hablar con José Sarney se pueda llamar “quietismo”. Por otro lado, MES, PSTU, UP y PCB tampoco creen que ahora sea posible derrotar al gobierno de Bolsonaro. Por lo tanto, están subordinados a una política institucional que es el juicio político que dependería de una mayoría en el Congreso para ser aprobado. Algo que cualquiera analista considera que no pasará ahora, y que, por otra parte, significaría el remplazo de Bolsonaro por el general Mourão.

Sin embargo, la política que Valério dice defender junto a la mayoría del PSOL de “frente único de izquierda”, es en sí misma una política de subordinación a la agenda del PT. Primero, Valério mezcla interesadamente el concepto de “frente único obrero”, que sería la unidad de los sindicatos y de toda la clase trabajadora para enfrentar los ataques de los gobiernos y los capitalistas, con un “frente electoral”. Son dos cosas distintas y entenderlas no es un mero detalle. El primer concepto, si queremos que se concrete, dependería de una fuerte política de exigencias y denuncias contra el papel de las cúpulas sindicales que siempre actúan para controlar e incluso descomprimir el descontento social, lo cual a veces se expresa en movilizaciones. El segundo se trata de acuerdos entre jefes de partidos, frentes, corrientes políticas y liderazgos sindicales con un objetivo electoral, no de lucha. Y es este segundo concepto el que realmente llevan adelante estos sectores.
Esto es evidente con los movimientos del mismo 29 de mayo y la nueva agenda definida por los frentes Brasil Popular y Pueblo Sin Miedo. Después de muchos meses de tregua total buscando ahogar cualquier impulso de movilización detrás de una supuesta preocupación por la salud con la política de #FicaEmCasa (quedate en casa), estos liderazgos convocaron a una movilización haciendo todo lo posible para que sea controlada y sirva electoralmente a Lula, aunque él no se haya pronunciado sobre ella. Es que el PT trabaja con la idea de que todo desgaste de Bolsonaro favorece objetivamente a Lula. Y esto es cierto en la medida en que logran evitar que todo el descontento contra Bolsonaro y los gobiernos conduzca a la acción de la clase trabajadora, junto a los jóvenes y los que más sufren en la crisis, como sujeto político independiente. Si la izquierda no tiene esto en claro al momento de pensar con qué política actúa en estos movimientos, en la práctica queda subordinada a esa política electoral, aunque sea con diferentes tácticas.
Después del día 29 señalamos 5 propuestas para seguir la movilización: 1) unir las demandas de la juventud y la clase obrera; 2) asambleas de base y Comando Unificado en las Universidades Federales; 3) que los sindicatos convoquen un paro nacional; 4) luchar por Fuera Bolsonaro, Mourão y los militares; 5) no permitir que la fuerza de las calles sea utilizada electoralmente por Lula y el PT. Ninguno de estos puntos fue tomado por esas direcciones, pues servirían para llevar hasta el final la lucha contra el gobierno y los ataques, mientras que su interés es encauzar todo hacia sus objetivos electorales. Convocaron a una nueva manifestación para 20 días después con el objetivo de “descomprimir” el descontento expresado el día 29, es decir, impedir que se desarrolle y se convierta en una explosión que se salga de control. Las centrales sindicales, que están en la dirección de los frentes Brasil Popular y Pueblo Sin Miedo, convocaron cínicamente una jornada de movilizaciones el día 18 en “apoyo” al 19. Imagínense que usted convoca una jornada de lucha y luego llama a otro día de lucha en apoyo al primer día que había convocado. No se trata de una locura ni confusión, sino de una política consciente para evitar que se desarrollen las movilizaciones porque los objetivos son puramente electorales.

Para que se desarrolle la movilización popular se necesita una política abiertamente revolucionaria que no se subordine a la orientación de las burocracias y a la estrategia electoral del PT, como señalamos en los 5 puntos mencionados. También hay que decir que esta acción del PSOL es una expresión más de la crisis estratégica que atraviesa el partido en estos momentos. Esto es parte de la crisis de los llamados “partidos amplios”, como ocurrió en Grecia y España, y que hoy afecta fuertemente al Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, reivindicado por distintas corrientes del PSOL. La diferencia es que en Francia hubo una corriente revolucionaria dentro del NPA que enfrentó abiertamente las políticas de conciliación de clases de su dirección mayoritaria que, con el mismo argumento de enfrentarse a la extrema derecha, se aliaba con todo tipo de políticas. Este combate no solo fue correcto, sino que logró fusionarse con lo más avanzado de la nueva vanguardia obrera francesa que surgió con los procesos de la lucha de clases de los últimos años en Francia, demostrando que, como el PSOL, el NPA también favorece una intervención sin eje en la lucha de clases. Esta situación derivó en la expulsión de casi 300 miembros del NPA, lo que significa alrededor del 30% de los miembros de ese partido, expresando una crisis importante, según informan diferentes medios de la prensa francesa. Estos militantes ahora continúan la batalla por construir un partido revolucionario en Francia, el desafío que también tenemos en Brasil.

De esta manera, consideramos fundamental profundizar los debates en la izquierda brasileña sobre estos temas estratégicos y al mismo tiempo dar una batalla común para enfrentar todos los ataques del gobierno de Bolsonaro y del régimen golpista, exigiendo que las burocracias sindicales y estudiantiles preparen la jornada del 19 desde las bases para lograr un paro nacional coordinando las luchas en curso. Desde el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) daremos esta batalla en todos los lugares de trabajo y estudio en los que actuamos.