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Red Internacional
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Violencia de Género. La lucha contra la violencia machista, es también contra el Estado y sus instituciones represivas

Cuando separamos la violencia que las mujeres vivimos de la lucha politica, sin percatarnos, abalamos la lógica que el Estado sostiene, lógica que entiende, que la violencia machista no es una problema estructural y social, sino que comprende que esta es y debe ser abordada como una acción individual, cual si fuese solo asunto de la" victima" y el "victimario" una situación a resolver. Las instituciones estatales se fortalecen y a la vez robustecen desde esta visión su carácter legislativo-punitivo.

Zikuta

Zikuta Santiago de Chile

Lunes 26 de junio de 2017

El grito de Ni Una Menos a nivel internacional, hoy se convierte en un grito que moviliza a miles de mujeres en todo el mundo contra la violencia machista, sin embargo, las mujeres no hemos dejado de sufrir sus consecuencias, y es el Estado quien garantiza, produce y reproduce esta, al servicio de los capitalistas

Hoy podemos mirar desde los medios de comunicación de manera permanente, hasta las distintas conversaciones que se entablan en los grupos sociales y familiares, el debate abierto en torno a como abordar la violencia patriarcal, cuestionamientos y preguntas en torno a cuales son o se convertirían en las mejores soluciones para acabar con esta, desde aumentar las penas de cárcel, la pena de muerte o castraciones, son las respuestas que escuchamos. Respuestas pero que por ningún motivo terminan de romper con un marco de lo legislativo y lo penal, y que el Estado utiliza de manera politica para legitimar su discurso punitivo.

¿Porque el Estado NO busca terminar de manera estructural con la violencia hacia las mujeres?

Porque NO busca hacerse responsable de la violencia estructural, pues esto significaría en el mundo del trabajo -donde las mujeres somos doblemente explotadas y oprimidas- por ejemplo, acabar con la brecha salarial que este permite entre hombres y mujeres, o el acoso de los jefes, o la discriminación porque somos más costosas si quedamos embarazadas. Y en Chile, tendría que abolirse el Codigo laboral impuesto por la dictadura militar de Pinochet y maquillado ahora en el Parlamento de la derecha y de la Nueva Mayoría, que en el presente empuja a las mujeres a aumentar los porcentajes mas altos en la subcontratacion y a ocupar los puestos de trabajo mas precarizados.

Significaría terminar con las pensiones miserables e indignas de no mas de 194 mil pesos mensuales que reciben hoy las mujeres con el sistema de pensiones.

Porque en el mundo educacional, si el Estado intentara hacerse cargo de la violencia, este tendría que garantizar una educación gratuita, laica y no sexista, que permitiese fortalecer de manera democrática, una educación sexual que entregue las herramientas y métodos necesarios para preever embarazos no deseados. Donde la separación de la Iglesia de las políticas educacionales estatales, realmente fuesen independientes, y no se siguieran como hoy, fortaleciendo los rechazos absolutos que en el parlamento se plantean en torno a la interrupción voluntaria del embarazo.

El Estado NO quiere hacerse cargo de la violencia estructural, porque buscaría como una politica mínima, modificar las normas legislativas que hoy en Chile solo reconocen el femicidio de una mujer, siempre y cuando esta haya sido asesinada por su marido o conviviente, cuestión que en lo absoluto responde con la realidad actual de las relaciones sexo-afectivas entre las personas y que ademas legitima ideas conservadoras de como relacionarse entre hombres y mujeres desde una visión que proviene de la Iglesia de la vida.

El Estado NO acaba con la violencia estructural hacia las mujeres, porque este tendría que terminar a la vez con la violencia cotidiana que mujeres mapuches hoy sufren con la militarización en sus tierras, y la violencia que reciben desde carabineros, institución que resguarda los intereses del gobierno y su sistema actual.
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Todas estas cuestiones que el Estado NO quiere acabar, es porque desea a través de sus partidos políticos serviles al régimen y al modelo capitalista, que sus instituciones represoras NO se vean debilitadas, por ende que las mujeres no podamos constituirnos como sujetas políticas transformadoras de nuestra realidad, empujándonos asi, a soluciones de venganzas individuales, ante la opresión y la explotacion que vivimos las mujeres en el sistema capitalista.

Parecen dos alternativas imposibles: fortalecer un estado punitivo o recurrir a la venganza individual. Pero hay otro camino. Luchar por terminar con este Estado capitalista que refuerza el patriarcado para sus fines. Y en este camino, imponerle medidas como por ejemplo una ley de emergencia que asegure un mínimo de respuesta como asegurar casas de acogida, etc, financiada con impuestos progresivos a las grandes fortunas.

Ante lo mismo la necesidad de poner al centro que la lucha contra la violencia machista , es a la vez una lucha necesariamente política, porque buscamos desde nuestra rabia transformar y enfrentar un sistema de vida estructural, donde es necesario doblemos la fuerza en levantar y fortalecer el movimiento de mujeres, y para quienes levantamos las banderas de un feminismo socialista, levantar una gran ala en el movimiento de mujeres que fortalezca la unidad para acabar con la violencia machista con los y las trabajadoras, y luche por construir un partido con una política con independencia de clase, independiente del Estado, la Iglesia, los partidos del régimen.